A nadie escapa que los jóvenes de 16 a 30 años son el principal sostén electoral del presidente Javier Milei, al rechazar a los partidos tradicionales (peronismo, radicalismo, izquierda) en la competencia electoral.
Sin embargo, al sostener un presupuesto para las universidades públicas pensado a mediados de 2022 y ejecutado en 2023 con más de 200% de inflación, no hará más que expulsar a más estudiantes de las aulas.
Cuando la UNaM se declaró hace dos días en emergencia presupuestaria, no lo hizo pensando en lo que pudo ampliar de carreras, profundizar su sistema a distancia, mejorar la infraestructura, laboratorios y tecnología en las aulas. Lo hizo porque no podría sostener -si no hay cambios a la brevedad- el sistema de becas de albergues y comedores, entre otros que posibilitan la formación académica a centenas de jóvenes que se van de sus municipios a estudiar a otras comunas, con el enorme esfuerzo de sus familias para que consigan recibirse en tiempo y forma.
Hoy, ante este llamado de atención que hizo la universidad pública y gratuita más importante de la provincia, deberían estar alineados todos los partidos políticos, las organizaciones sociales, los gobiernos municipales y la provincia para apuntalar un reclamo genuino que, de no ser atendido pronto, generará una mayor deserción estudiantil. Más profunda, cuando ya el sistema pierde a muchos de sus facultades, por diferentes circunstancias y mucho antes de esta drástica decisión del presidente Milei.
Para muchas familias, donde los adultos no han tenido posibilidad de estudiar una carrera de grado, la UNaM se convierte en la única posibilidad accesible de los más jóvenes para graduarse. Habrá que esperar que el Presidente reflexione y vea el duro golpe que su “motosierra” provocará sobre el crecimiento y la superación de esos jóvenes misioneros.