El entrenador de fútbol femenino, Héctor “Chino” Torres, denunciado abuso y acoso sexual en octubre pasado por adolescentes menores de edad que dirigía en el Club Educación de Posadas, fue nuevamente acusado este viernes ante autoridades policiales. Esta vez, por haber violado las restricciones que debía cumplir al ser excarcelado bajo palabra hace 30 días por el juez que lo investiga, Juan Manuel Monte.
Según pudo confirmar PRIMERA EDICIÓN, Torres organizó y participó de un partido con presuntos fines solidarios en el Club Jorge Gibson Brown en el que participaron jugadores reconocidos de esta capital, retirados varios de ellos y que contaría con la presencia de la misionera Yamila Rodríguez, integrante de la Selección Argentina y delantera del club Palmeiras de Brasil.
El encuentro a cargo de Torres se realizó en el estadio frente a la vivienda de una de las adolescentes que lo denunció como autor de los delitos contra la integridad.
De acuerdo a las restricciones impuestas por Monte a Torres para concederle la excarcelación, debe cumplir la prohibición de acercamiento a las menores que fueron víctimas y lo apuntaron. Esta disposición marca que no debe estar a menos de 50 metros de ninguna de ellas.
Sin mediar ningún pedido al juez para comunicar del partido y analizar medidas alternativas, Torres pergeñó el encuentro deportivo, lo ejecutó y lo presenció de manera directa como el principal responsable.
Cuando la madre de la víctima fue alertada, concurrió a la comisaría Tercera de la Unidad Regional I, sobre la avenida Uruguay y calle Ambrosetti, a tres cuadras del club Brown, pasadas las 17 y radicó la denuncia. Mientras se concretaba la queja formal, un patrullero de la seccional se apostó frente al acceso de calle Yerbal al estadio como primera medida de contingencia y a aguardar la decisión del juez de Instrucción 7 de turno en enero, Miguel Mattos, respecto a la detención de Torres ante la flagrancia confirmada. Mientras esto ocurría, llamativamente Torres decidió irse del cotejo futbolero en pleno desarrollo y no regresar. Esto ocurrió y quedó registrado en video y fotografías por este Diario.
La causa contra Torres se abrió cuando fue expulsado del Club Educación el 17 de octubre pasado. Las alumnas y jugadoras de la institución, 16 en total, rompieron el silencio el día anterior para detallar no solo episodios de abuso sexual simple que habría sufrido una de ellas, también situaciones de acoso y maltrato permanente.
El lunes 30 de noviembre, el entrenador se abstuvo de declarar ante el juez Monte en la audiencia de indagatoria y retornó a la comisaría Segunda con la imputación provisoria de “abuso y acoso sexual”.
Tres días después el juez instructor le otorgó la excarcelación pero no bajo fianza o caución real sino juratoria, bajo palabra y con las restricciones pertinentes, que incluyen no tomar alcohol ni drogas, presentarse periódicamente para fijar arraigo y a cada citación al juzgado, pero principalmente no acercarse a las víctimas.
Las denuncias se sucedieron durante la tercera semana de octubre y correspondieron a jugadoras menores de edad, desde los 12 a 17 años. Todos los casos surgieron tras el último torneo amateur que jugó el equipo que dirigía Torres. Una de las adolescentes rompió el silencio y le contó a su madre lo que sufrían las jugadoras.
Esto ocurrió el domingo Día de la Madre (15 de octubre) pocas horas después que el equipo ganó un certamen que tenía como premio 50 mil pesos en efectivo. El entrenador se habría encargado de recibir el dinero pero no compartirlo, como tampoco devolver 10 mil pesos de la inscripción que facilitó una de las progenitoras. Una reunión de padres se organizó el martes 17 de octubre y las víctimas estallaron en llanto y dolor al detallar lo que padecieron desde marzo de este año, cuando el entrenador decidió cambiar de entidad deportiva y llevarlas al Club de Educación.
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Tras la publicación de este medio sobre lo sucedido, la conmoción se manifestó en otras víctimas con recuerdos del mismo acusado y delitos. Una de ellas, jugadora local, relató: “Cuando me enteré de las denuncias, fue como revivir todo el dolor de hace diez años. Este tipo no cambió para nada y utilizó el mismo modus operandi, parece un amigo, después comienza a tratarte mal, apartarte de tus compañeras, te hacía sentir terror. Era un monstruo y para afuera parecía intachable y perfecto”.
“Lo denuncié en su momento, en 2013, pero me dijeron que lo ayudaron a tapar todo, con un político influyente”.