Por más que la reacción no sorprenda, la realidad luce impactante. Luego de la fuerte devaluación implementada por Luis Caputo -que llevó al dólar oficial de $366 a $800, una suba del 118%-, varias empresas líderes, y también PyMEs, de la alimentación y de otros rubros expuestos al precio del dólar suspendieron sus ventas y también anunciaron fuertes aumentos en los precios para las próximas horas.
En la mayoría de los casos, se trata de la tercera ronda de ajustes en lo que va de diciembre, que aún no cruzó la barrera de la primera quincena.
Las remarcaciones, esta vez, arrancan en el caso de los alimentos en el 13% y trepan al 20%. En algunos rubros implica subas que llegan al 150% en una sola quincena. Por ejemplo en el caso de los farináceos, que además de la suba abrupta del tipo de cambio se ven impactados por la desaparición de los subsidios al sector.
Algo similar sucede con los aceites, que marcan ajustes récord para los últimos años. Este miércoles retomaron los aumentos en los surtidores, con subas del 37% en el caso de Shell. Acá también son nuevas subas en menos de 96 horas, por el efecto de la devaluación.
La inflación de diciembre se encamina a un nivel desconocido en las últimas décadas: de acuerdo al último relevamiento de la consultora Eco Go, la inflación de los alimentos cerraría en torno del 28%.
Una estimación similar tienen en el flamante equipo económico, incluso barajan la posibilidad de que el índice trepe algunos puntos más y que el IPC empiece con “3”.
Incluso, el propio ministro reconoció en una entrevista por televisión que “la inflación de diciembre va a ser sustancialmente más alta que la de noviembre”.
El desafío de Caputo
A diferencia de lo que planteó Javier Milei en las escalinatas del Congreso, donde habló de una inflación mensual del 20% al 40% en los primeros meses de la gestión, ahora el ministro Luis Caputo pretende que el shock de precios no vaya más allá de este diciembre.
Por eso se jugó a una brusca devaluación -más elevada de la pensada en una primera instancia- ya que ya había percibido que los precios a las salidas de las fábricas ya se estaban adelantando a la devaluación, que recién fue anunciada este martes.
Como comentó en su momento iProfesional, las principales alimenticias ya tomaban como precio de referencia al dólar exportador de $640. Ahora, ese dólar subió a $850/$860 ya que se compone de un 80% de cotización al oficial y 20% al contado con liqui, que este jueves cotizaba en torno a los $1.127.
El “plan Caputo”, precisamente, pretende “hacer todo el mal al comienzo” con lo cual el salto de la inflación debería notarse en las próximas semanas. De ahí que está pautado un “crawling peg” del 2% mensual.
La jugada, queda claro, es que la desaceleración inflacionaria se perciba lo más pronto posible.
Ese ancla cambiaria estará obviamente “ayudada” por el ancla fiscal y por el esperado parate de la actividad económica. Con un consumo fuertemente impactado, algunos de los precios de la economía deberían disciplinarse. Al menos esa es la expectativa oficial.
La brecha, la clave
La posibilidad de acotar el shock inflacionario depende de la suerte de la brecha cambiaria; de que no se escape más allá del 40%.
Resulta clave para que los exportadores liquiden sus divisas en el puente que existe hasta la próxima cosecha gruesa.
Y de la estabilidad de la brecha también dependen los precios de la economía. Si la distancia entre el dólar oficial y los dólares financieros se vuelve a tensar, entonces los precios -desde los alimentos hasta los productos dolarizados- también van a tender al alza quebrando la eventual dinámica virtuosa.
Tras la devaluación, la brecha cambiaria se desplomó a menos del 30%. Fue una noticia saludable teniendo en cuenta que en oportunidades anteriores, la brecha acompañó la devaluación. Sin ir más lejos, es lo que pasó en agosto último, con la devaluación del 22% post PASO ejecutada por el entonces ministro de Economía Sergio Massa.