Es un momento histórico en el país. La política le ha pedido año tras año en forma sostenida un esfuerzo más a la sociedad requiriendo más impuestos para cerrar las cuentas de un Estado deficitario que gasta más de lo que le ingresa con aumento ineficiente de su gasto público. Sin embargo, no solo han cerrado las cuentas públicas sino que han deteriorado las cuentas de los privados ya sea empresas y familias.
El Estado, esa institución sobrehumana que todo lo puede, le brindaría al ciudadano la oportunidad de no poner su trabajo ni riqueza en riesgo, brindándole ingresos seguros y estables a la población. Sin embargo, vivimos un deterioro e inestabilidad macroeconómica que destroza cualquier proyección de los ciudadanos de a pie en su vida diaria.
El plan de Distribución del ingreso con impuestos cobrados hacia el esfuerzo de los que trabajaron, se arriesgaron, se fundieron y volvieron a emprender en nuestro país para darle seguridad a todos los asociados al Estado y lograr ingresos sin brindar ni servir a otro ciudadano ofreciendo bienes y servicios en el mercado sino la compra de voluntades para engrandecer la opinión pública con una mayoría beneficiada de estas dádivas a partir de una minoría que las pagaba: el comerciante, el profesional, industrial, emprendedor, prestador de servicio. Es decir, el empresario y emprendedor, que es el real generador de la riqueza en un país pobre.
Las rentas de tales favorecidos no dependían ya de haber sabido atender del mejor modo posible las necesidades de los consumidores; estaban, por el contrario, plenamente garantizadas mediante impuestos recaudados gracias al aparato gubernamental de compulsión y coerción.
Se trataba de gente que, en adelante, no tenía ya por qué servir a sus conciudadanos, sometiéndose a su soberanía; eran más bien asociados del Estado, que gobernaba y exigía tributo a las masas. Es cierto que el interés ofrecido por el gobierno resultaba inferior al del mercado; pero este perjuicio estaba ampliamente compensado por la indiscutible solvencia del deudor, cuyos ingresos no dependían de haber sabido servir dócilmente al público; provenían de exacciones fiscales coactivas.
Familias indigentes y pobres
Según el último informe de INDEC, una familia tipo de 4 integrantes (conformado por un padre, madre y 2 hijos en edad escolar) se encuentran por sobre la línea de indigencia sino logran cumplimentar los ingresos de una Canasta Básica Alimentaria de $111.642 y por sobre la línea de pobreza si no llegan a cubrir una Canasta Básica Total de $248.962.
Es importante conocer con datos lo que viene sucediendo con el plan distribucionista en Argentina en los últimos 10 años en el período 2013 a 2023. Para eso, tomamos una familia con 4 integrantes, en donde dos de ellos reciben ingresos promedios iguales tomando los 3 principales deciles, que son representativos de las características de nuestra población para ser considerados pobres.
Sumando dos ingresos por parte de los adultos mayores del hogar en 2012 en promedio percibían US$ 2.932, US$ 1.743 y US$ 1.096 respectivamente, es decir que si comparamos a la clase más baja, en el 2013 tenía ingresos por US$ 1.096, mientras que hoy en el 2023 es de US$ 209, representando aproximadamente el 57% de la población argentina.
Esto significa que los ingresos reales en dólares cayeron en un 81% en los últimos 10 años. El decil más alto tenía ingresos por US$ 2.932 en 2013 y hoy US$ 744, es decir, 75% menos. A su vez, el decil siguiente tenía ingresos por US$ 1.743 en 2013 y hoy US$ 358, es decir, 81% menos.
Al comparar el 2023 con 2022 vemos que el decil más alto -la clase alta- tenía un ingreso promedio de US$ 863 en promedio en 2022 frente a US$ 744 en 2023 con una caída del 14%.
A su vez, el decil siguiente en 2023 tenía un ingreso promedio de US$ 439 y hoy de US$ 358 con una caída de 18% representando al 27% de la población. Por último, el 57% de la población tenía un ingreso promedio de US$ 272 en 2022 cayendo a US$ 209 en 2023. El fracaso de nuestra moneda no solo es evidente sino doloroso.
La caída de los ingresos reales en estos 10 años se corresponde con el deterioro de las condiciones de vida de las familias argentinas en el mismo período. Veamos 2 casos de diferentes tipos de familias con distintos tipos de ingresos.
En el caso de una familia tipo con dos integrantes adultos y dos niños que tienen ingresos promedios por $150.218 de dos adultos (acá tomamos el ingreso del decil 7) cubre el 100% de la Canasta Básica Alimentaria ($111.642), pero no alcanza a cubrir una Canasta Básica Total ($248.962). Es decir, le falta un 39,65% para no continuar bajo la línea de pobreza, y además un 64,66% de ingresos para cubrir la totalidad de la CBT + Alquiler de $176.244 = $425.206 y un 70,26% para cubrir la CBT + Alquiler y el mantenimiento del auto (asumimos el valor de la Canasta Básica anterior sumado $80.000 en mantenimiento del auto = $505.206).
Ahora bien, para el caso de una familia tipo que cuenta con ingresos por $257.638 ((tomando el ingreso promedio del decil 9 de población es decir el 20% más rico de nuestro país) pueden cubrir el 100% tanto de la Canasta Básica Alimentaria como la Canasta Básica Total, por lo cual se encontrarían sobre la línea de la pobreza, pero de igual forma con ese ingreso le faltaría un 39,41% para alcanzar a cubrir CBT + alquiler y un 49% para cubrir CBT + alquiler + mantenimiento de un auto.
Finalmente, al tomar un ingreso medio familiar de $123.782 (tomamos el promedio de ingresos del 50% de familias) medido por el INDEC en la distribución del ingreso en Argentina logra cubrir con ese ingreso la totalidad de la Canasta Básica Alimentaria. Sin embargo, para cubrir la CBT le faltaría un 50% en su nivel de ingresos, un 71% para cubrir CBT + alquiler y un 75% de ingresos para cubrir CBT + alquiler + auto.
Años de deterioro
Las políticas de las últimas décadas han tomado el concepto de economía estacionaria donde se supone que no varían los ingresos ni la riqueza de la gente como si el sistema social y económico no estaría en pleno funcionamiento y dinámica de cambio permanente. En el caso argentino, ese cambio ha sido negativo, se ha deteriorado el ingreso de la gente paralizando el progreso de la población en base a la generación de la riqueza. Se ha detenido el proceso de la función empresarial por el de una economía estacionaria donde la función estatal aseguraría a la población la incertidumbre del futuro con ingresos otorgados de antemano e incluso ajustados por la evolución de la inflación.
El momento histórico que estamos viviendo es el de una elección libre y soberana donde el incremento de los ingresos de la gente deben ser producto de las competencias adquiridas para ser puestas a disposición del prójimo obteniendo una retribución en relación a la oferta de un determinado bien y servicio en el mercado. En las últimas décadas, ese bien o servicio fue la voluntad política de muchas personas a cambio de ingresos que dependientes del Estado sumieron a muchísimos argentinos en la pobreza e indigencia.
Fuente: iprofesional.com