El expediente por el crimen de Víctor Fernando Márquez Dos Santos (16) fue girado durante los últimos días al Tribunal Penal 2 de Posadas y si bien no hay fecha confirmada para el debate, podría encabezar la agenda del 2024 según fuentes consultadas.
Los imputados son los exuniformados Deibid Ramón Vergara (36), Ramón Darío Núñez (39), Matías Rafael Acosta (27) y Mariela Soledad Cipontino (34). En el caso de Vergara, el único que llegará al debate en la cárcel y con prisión preventiva, la acusación será de “homicidio agravado por la condición especial del autor y por el uso de arma de fuego” establecido en el artículo 80 inciso 9 y 41 bis del Código Penal Argentino.
Mientras que Acosta y Núñez están acusados de ser penalmente autores de “incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado” en concurso ideal, previstos en los artículos 277, 279 y 249 del mismo código penal en tanto que Cipontino, enfrentará una acusación de “encubrimiento agravado, incumplimiento de los deberes de funcionario público y falsedad ideológica de instrumento público agravada”, todo en concurso ideal, previstos en los mismos artículos que los dos anteriores y sumados a los 293 y 298.
Márquez fue asesinado durante la madrugada del 24 de agosto de 2019 y su familia aún clama justicia. Tenía una vida llena de proyectos y actividades dijeron en su momento. Una de ellas era ayudar a cocinar un locro en el templo evangélico del que formaba parte como asistente. Al parecer también se hizo un tiempo para ir a buscar a una amiga, con la que se cree estaba iniciando una relación. Una de las hipótesis es que el joven se desvió de su ruta habitual y se dirigió en dirección a la vivienda de la menor.
Fue allí que se habría cruzado con la camioneta policial, cuyos efectivos habrían estado cometiendo algún tipo de acción ilegal que nunca debió haber visto.
Esta sospecha surgió a los pocos minutos de ser hallado el estudiante muerto y siete días después del homicidio, tomó mayor fuerza con las detenciones concretadas de los próximos encartados.
El cuerpo del adolescente fue hallado sobre la calle terrada Peteribí a unos metros de la Escuela de Comercio 10 de Santa Ana. En base a los forenses la víctima fue ultimada de un disparo en el ojo derecho estando boca arriba tendido sobre la calle terrada, lateral de la escuela mencionada y a treinta metros de la avenida San Martín de esa localidad.
Se puede interpretar con certeza que fue asesinado en total estado de indefensión, sin haber puesto resistencia. El disparo le atravesó la cabeza y le quitó la vida de manera instantánea. Tras el hallazgo de una vaina servida calibre 9 milímetros en la escena se supo el tipo de arma utilizada para el crimen.
Luego del análisis comparativo de la deformación del proyectil o “plomo” que le quitó la vida al menor, se supo que corresponde a los utilizados por la misma arma reglamentaria que se le secuestró a uno de los efectivos acusados, de servicio durante la noche del viernes 23 y la madrugada del sábado 24 de agosto en que fue ejecutado el adolescente. Concretamente eran de la pistola del efectivo de 36 años, el más complicado en la causa.
Justamente una vez que pasaron unos días después del hecho, primero fue la mujer policía la que se quebró y habló sobre lo sucedido. Luego otro de los amputados aseguró en su testimonial que vio como Vergara ejecutaba al joven. Todo será parte de un expediente extenso que se ventilará en debate y podría arrojar condena perpetua al menos en uno de los casos.
Tragedia y más dolor
Luego de la autopsia, el cuerpo de Víctor fue regresado a Santa Ana para darle el último adiós. Su padre, Filiberto (66), no soportó verlo en un féretro. Se descompensó, sufrió un paro cardíaco y murió en el Hospital Madariaga de Posadas.
Las hermanas del joven y su cuñado encabezaron varias marchas para pedir justicia. La familia nunca creyó la teoría de que él “andaba en algo raro” y quiere saber por qué asesinaron a Víctor.