La tristeza que le provocó la muerte de su hijo fue demasiado para él. Ya sabía que lo habían asesinado, pero no soportó ver el cuerpo inerte del joven. Abrumado, se descompensó y fue llevado de urgencia al hospital Madariaga de Posadas, donde Filiberto (66) murió en la mañana de este lunes.
Mientras esto ocurría, la Policía continuaba con la investigación para establecer quién fue el autor del disparo que segó en la madrugada del sábado la vida de Víctor Fernando Márquez Dos Santos (16).
Por el momento la causa continúa sin detenidos pero hay dos personas que siguen bajo investigación por el crimen. Fueron los primeros que quedaron demorados, dado que habían sido vistos con el adolescente en la noche previa a su muerte.
Los domicilios de “Tórtola” y “El colombiano” fueron allanados en busca de evidencias que permitieran avanzar en la investigación, principalmente un arma de 9 mm. El hallazgo de un casquillo de este calibre junto al cadáver llamó la atención de los investigadores. Justamente, según datos aportados por testigos reservados, uno de los que estuvieron demorados había sido visto con un arma similar y eso disparó las actuaciones.
Más allá de ello, no se encontraron evidencias suficientes para vincular directamente a los demorados con el hecho, motivo por el cual fueron dejados en libertad.
La principal hipótesis que maneja la Policía se mantiene firme y está relacionada con el submundo del narcomenudeo o el contrabando.
Tras recabar los objetos personales del adolescente en busca de indicios, ahora el eje se centra en las pericias telefónicas y la revisión de una computadora portátil que usaba el menor. Allí puede estar la clave para reconstruir los últimos pasos de Víctor, con quien salió a encontrarse, para qué y por qué a once cuadras de su casa, en esa calle muy oscura por las noches, al lado de su escuela.
Apoyo
Para profundizar las tareas en el esclarecimiento del hecho, el lunes arribaron a Santa Ana efectivos de las Divisiones Infantería UR-VI y UR-IX, Comando Radioeléctrico UR-VI y UR IX, División Investigaciones y Toxicomanía UR-XIII, personal del GOE y el GIR de Posadas, para realizar patrullajes y operativos en toda la zona.
“No salía e iba a la iglesia”
El pasado sábado, cuando PRIMERA EDICIÓN fue al encuentro de la hermana de Víctor, su padre y su cuñado, éstos resaltaron que el chico iba a la iglesia evangélica que estaba cerca de su casa y no andaba en “nada raro” porque no le gustaba salir.
No obstante, esa noche, avisó que estaba organizando un locro para juntar fondos para el Día del Niño. Cuando salió, aproximadamente a las 12, los familiares entendieron que era para reunirse con los demás chicos y diagramar el evento.
Cerca del mediodía la policía les avisó que lo habían encontrado muerto al lado de la Escuela de Comercio 10, donde cursaba el segundo año.
Para buscar respuestas a lo que había sucedido, la familia recordó que Víctor les había contado que empezó a salir con una chica. Hacía muy poco que ella se había distanciado de su anterior novio y éste, celoso, habría amenazado con pegarle un tiro a Víctor para que no se acerque.
Pero lo que más les llamó la atención fue el tipo de arma con la que lo ejecutaron.
Pasadas las horas, esa teoría de una venganza pasional fue descartada de plano por efectivos de la División Homicidios y de la UR-XIII.
La autopsia determinó que el joven tenía un disparo que le ingresó por la frente y salió a la altura de la sien. Literalmente, fue ejecutado.
Dos tragedias en una
Cumplida la pericia forense el cuerpo fue trasladado a Santa Ana para que los familiares le dieran cristiana sepultura. El padre estaba destrozado y no soportó ver a su hijo muerto. Su corazón comenzó a fallar. Llamaron a una ambulancia y lo llevaron al hospital local, donde lograron reanimarlo.
Según pudo reconstruir este Diario a partir de testimonios del entorno familiar, el hombre le dijo balbuceando a su yerno que por favor le dijera a su primo que quería que se esclarezca la muerte de su hijo.
Lo trasladaron al Hospital Escuela de Posadas, pero después de varios paros cardiorrespiratorios, murió.
Filiberto Márquez Dos Santos crió a sus hijos prácticamente solo, dado que la madre los abandonó cuando Víctor era muy pequeño. El hombre no tenía jubilación y durante años supo conseguir el dinero para mantenerlos con un caballo y un carrito con el que vendía mandioca.
Los chicos crecieron. Él, ya entrado en años, no pudo sobrellevar la tristeza de ver a su hijo en un ataúd.