A propósito de la concreción de una nueva Cumbre del MERCOSUR, cuya edición venidera se realizará en Puerto Iguazú, bien vale reflexionar brevemente sobre el futuro de un bloque que jamás fue en la práctica lo que en teoría afirma ser.
Víctima de las propias tácticas dilatorias de sus integrantes que siguen apostando al proteccionismo, la estrategia de integración jamás pudo plasmarse y, al día de hoy, es más fácil identificar los motivos del distanciamiento.
El ejemplo más cercano es el vano alineamiento de nuestro país y Brasil para promover el pago en moneda local de su comercio exterior buscando puntos de apoyo hasta llegar a una moneda única binacional o regional. La sola idea nació muerta y son los propios funcionarios los que echan por tierra cualquier posibilidad de avanzar en ese sentido.
Quizás la discusión que deba darse antes de pensar proyectos técnicos a gran escala es qué abroquelamiento es factible entre países que resultan tan disímiles como sus propios índices inflacionarios.