Basado en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tiene el país y cómo son utilizados, este año el Overshoot Day o Día del Exceso de la Tierra se alcanza en la Argentina el sábado 24 de junio. Esto quiere decir que para esa fecha, ya habremos agotado los recursos naturales que el país tenía disponibles para todo el año, generando así una “deuda ambiental”.
Este informe, realizado por Global Footprint Network (GFN), busca generar conciencia y actúa como indicador global de la velocidad en la que estamos “consumiendo el planeta”.
Desde la década de 1970 la demanda de recursos naturales de la humanidad ha superado la capacidad de la Tierra para regenerarlos. La estimación se realiza anualmente en base a dos factores claves: el consumo y uso que la humanidad realiza de los bienes y servicios naturales, y la capacidad de respuesta que tienen los ecosistemas para reponer esos recursos. En la Argentina, esta fecha se estimó para el 24 de junio, un poco más de un mes antes de la fecha global, prevista para el 2 de agosto.
Los resultados son un indicador de la presión sin precedentes que las actividades humanas están ejerciendo sobre la naturaleza. Al ritmo que consumimos, la cantidad de recursos y servicios ambientales requeridos para abastecer nuestras necesidades equivalen a 1,7 planetas Tierra, lo que significa que estamos usando un 70% más de recursos naturales de lo que los ecosistemas de nuestro planeta pueden regenerar en un año. En otras palabras, estamos en default ambiental: la humanidad está en números rojos y tiene en su cuenta lo que se conoce como “deuda ecológica”.
Sobre la realidad de nuestro país, el director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, Manuel Jaramillo, advirtió que “si bien en nuestro país tenemos una enorme biocapacidad, es decir, la capacidad fundamental para generar procesos biológicos que es mucho más que ese de sistemas productivos, estamos teniendo un comportamiento muy agresivo con la naturaleza“.
En ese sentido, enumeró en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones los principales problemas de la Argentina en esta materia: “Tenemos una altísima emisión de gases de efecto invernadero, que si uno lo evalúa por cantidad de habitantes es comparable al de los países más desarrollados. También una altísima tasa de deforestación, que no baja nunca de las 200.000 hectáreas por año, y hemos tenido picos de 700.000 hectáreas por año. Tenemos procesos de incendios forestales, que en los últimos años han arrasado por lo menos 2 millones de hectáreas, no sólo de bosques, sino también de pastizales y humedales. Tenemos una situación de altísimo nivel de sobrepesca y de escape pesquero en nuestro mar argentino. También una mala gestión de los residuos sociourbanos de nuestros contaminantes y un impacto muy alto del uso de agroquímicos en la actividad agrícola y ganadera“.
Más allá de este panorama, que se replica en prácticamente todos los estados del mundo, se ha visto que durante los últimos 5 años, la tendencia global no ha tenido grandes variaciones y se ha desacelerado la llegada del mencionado Día del Exceso de la Tierra. Sin embargo, es difícil establecer si esto se debe a la desaceleración económica o a los esfuerzos intencionales de descarbonización.
A pesar de esto, esta reducción es demasiado lenta, y para alcanzar el objetivo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC ), que busca reducir las emisiones de carbono en un 43% en todo el mundo para 2030 en comparación con 2010, sería necesario retrasar el Día del Exceso de la Tierra a un ritmo de 19 días al año durante los próximos siete.
“Si realmente queremos cumplir lo que es establecido, que es mantener al planeta por debajo del aumento de temperatura de 1,5°C, tendríamos que año a año reducir en 19 días ese Día del Exceso de la Tierra durante los próximos 7 años. De esa manera estaríamos cerca de cumplir el objetivo de que la temperatura media global no aumente más de 1,5 grados centígrados“, explicó.
Según datos de Global Footprint Network, Argentina se encuentra dentro de los países que aún cuentan con reserva de biocapacidad -entendida como sus reservas en términos ecológicos- para producir recursos y proveer servicios ambientales, detrás de países de la región como Uruguay, Bolivia, Paraguay, Brasil y Colombia. Sin embargo, nuestro nivel de consumo interno y el dedicado a exportación dan cuenta que aún hay mucho por hacer al respecto, considerando además que, a pesar de nuestra alta biocapacidad, estamos por encima de la media a nivel mundial en relación al día del exceso en la tierra.
Seguridad alimentaria
El sistema alimentario es un elemento particularmente sensible dentro de los servicios que proveen los recursos naturales, porque es un requerimiento diario de todas las personas.
Según este informe, el 38% de la población mundial (3.000 millones de personas) vive en un país sin la capacidad de generar la cantidad de comida necesarios para alimentar a toda su gente. Por otro lado, a nivel global, alrededor de un 40% de los alimentos se desperdicia antes de ser consumidos, lo que implica también se desperdician los recursos naturales que fueron utilizados para producirlos. Esto sucede a la par de que más de 800 millones de personas en el mundo padecen hambre y 3.000 millones no pueden permitirse una dieta saludable (FAO).
El consumo de alimentos cambia y se diversifica. En algunos casos, impulsado por las alternativas que el mercado propone y, en otros, por nuevas necesidades del consumidor, muchas de ellas relacionadas con elecciones más responsables y conscientes. En esta línea, cada vez más personas se preguntan de dónde proviene y de qué forma han sido producidos los alimentos que consumen y, en consecuencia, sus preferencias de compra pueden variar en función de esa información.
En este contexto, Fundación Vida Silvestre Argentina y WWF Brasil llevaron a cabo un estudio sobre “Dietas Sostenibles y Saludables para el Cono Sur” con el objetivo de investigar el nivel de conocimiento de consumidores de Argentina y Brasil sobre el impacto de las elecciones de alimentos en el ambiente, y cuál es la propensión a incrementar hábitos alimentarios saludables y sostenibles.
“El llamado a la acción es claro: es necesario redefinir los modelos de producción y de consumo, respondiendo a las tendencias alimentarias y productivas que demanda el mercado global y garantizando los cuidados necesarios para las personas y el planeta. Resulta inminente cambiar la forma en la que producimos, elegimos y consumimos alimentos para responder a las actuales urgencias ambientales y sociales”.
“Tenemos que dejar de transformar ambientes naturales para habilitarlos a la producción agrícola y ganadera. Argentina ya tiene una enorme cantidad de ambientes naturales transformados, que en algunos casos tienen que ser restaurados en su capacidad productiva, ya que han sido sometidos a malas prácticas agroecológicas que han llevado a que se pierda su capacidad productiva“, concluyó Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre.