El cuestionado servicio del transporte público de pasajeros urbano no deja de generar malestar entre los usuarios, que en las últimas semanas, dentro de una creciente lista de quejas, comenzaron a padecer diversos inconvenientes por la falta de tarjetas SUBE Misionero. Esto se relaciona con la pretensión empresarial de empujarlos al sistema de pago virtual con los celulares, y el mal funcionamiento del Boleto Estudiantil Gratuito (BEG).
La problemática general llegó hasta el cuerpo deliberativo posadeño, motivo por el cual el concejal Santiago Koch incorporó durante la sesión de ayer una iniciativa para solicitar al Ejecutivo municipal que se exija a la empresa concesionaria del Sistema Integrado de Transporte Urbano y Metropolitano de Posadas la implementación real y efectiva del Boleto Estudiantil Gratuito Misionero; la provisión y reimpresión, en los casos que corresponda, a los ciudadanos de tarjetas “SUBE Misionero”; y la existencia de todas las modalidades de pago en todas las unidades.
Por ello, entre los fundamentos del proyecto se plantea que “a pesar de los grandes anuncios publicitarios, otro comienzo de ciclo escolar se vio opacado por las peleas de padres y alumnos, que se vieron obligados a pagar el boleto único debido a que ‘sorpresivamente’ no funcionaba el BEG”.
Sumado a ello, “nuestros vecinos viven la injusticia de no poder acceder a un boleto económico, ya que desde la empresa concesionaria no están cumplimentando con la entrega de las ‘tarjetas SUBE Misionero’, lo que genera un perjuicio en la economía de cada uno de esos usuarios; que no pueden acceder a algo tan simple como un plástico”, se destaca en el escrito.
Además , el mismo apunta a que “si bien es cierto que existe la posibilidad de un pago virtual a través de una aplicación digital, ello no asegura el ejercicio de los derechos que hemos conquistado para nuestros representados, pues no todos ellos cuentan con la posibilidad de tener un teléfono móvil con anclaje a alguna red de datos y muchos de ellos son menores de edad, quienes directamente no tienen acceso a un teléfono móvil”.
Complementariamente, durante su alocución en el recinto, el edil dijo: “No puede ser una cuestión individual de la empresa elegir qué método de pago darle a los contribuyentes”, y agregó que es necesario buscar soluciones para evitar “estar lamentando constantemente estas situaciones de, por ejemplo, largas colas de personas esperando para que después les digan que no se puede reimprimir la tarjeta o que se suban los chicos de menos de diez años a un colectivo y no puedan pagar porque no tienen un celular con QR”.
Cabe recordar que, con el comienzo de clases, los usuarios presentaron numerosos reclamos al señalar que no pudieron utilizar el beneficio del BEG y por ello debieron abonar el valor del boleto único, pese a que se había informado que las renovaciones serían automáticas.
Una gran cantidad de alumnos, al intentar pasar el plástico, veían aparecer la leyenda de “tarjeta vencida”, quedando impedidos de subir al colectivo o viéndose obligados a pagar con efectivo el boleto único.
Por otra parte, para aumentar las dificultades diarias, la empresa Servicios Urbanos dejó de entregar nuevos plásticos, restando opciones a los usuarios que, en casos de pérdida o deterioro, no pueden volver a acceder al precio más económico ($50 con la SUBE) y son obligados a pagar el boleto común ($70).
Desde la firma impulsan la utilización de la billetera virtual SUSA, que requiere la descarga de la aplicación en un teléfono celular, aunque varias líneas todavía no cuentan con los equipos necesarios que validen al QR, provocando que muchos pasajeros también se queden fuera de ese sistema.
Gran parte de los afectados señala que el nuevo sistema de pago electrónico carece de practicidad, principalmente en los horarios pico, por la acumulación de gente que generan una gran demora y por el peligro que representa tener que usar los teléfonos personales en un contexto de reiterados hechos de robo de esos aparatos dentro de las unidades.
Estas situaciones se suman a los reclamos, sin respuesta, que desde diferentes barrios expresan los usuarios contra el “Grupo Z” por la falta de frecuencias, cambios de horarios y recorridos sin previo aviso; unidades en mal estado, deficiencias en las terminales de transferencias y paradas de las calles, entre otros puntos.