Tras la publicación sobre la venta de excursiones truchas a Brasil, con los perjuicios ya conocidos por el modo de operar de quienes las ofrecen, vale preguntarse quién se hace cargo de poner un freno antes que ocurra una tragedia.
Una persona contrata un colectivo de una empresa con la que no tiene más que esa relación comercial, junta 30 o 40 personas y les cobra por un paquete, como si se tratara de una agencia de turismo habilitada y reconocida, con profesionales del área al frente como exigen las leyes vigentes.
Deja incluso “pegada” a la empresa de transportes que nada tiene que ver con su “emprendimiento” de turismo, exponiéndola.
Nadie las controla, publicitan en redes sociales con total impunidad y ofertan sus viajes a costos mucho menores que los realizados por quienes trabajan en la legalidad.
Así funciona la cuestión: si es ilegal nadie se hace cargo. Si es legal le controlan absolutamente todo.
En el caso de la “coordinadora” que volvió a ser noticia, no hubo siquiera una actuación cuando en Salta dejó sin hotel ni regreso a muchos misioneros y los Gobiernos de Salta y Misiones intervinieron para regresarlos a la tierra colorada. Y volvió a hacer lo que evidentemente sabe muy bien: dejar varadas a las personas por su irresponsabilidad.
El día que la noticia sea un siniestro con pasajeros de esta misma persona, será tarde. Muy tarde. Será el resultado de no hacerse cargo y poner un límite a tantos inescrupulosos que juegan a trabajar en agencias de turismo.