En primer lugar, empezar con un solo propósito a la vez. Esto no significa tener una única meta por año. Simplemente resulta más conveniente focalizar nuestras energías en un solo proyecto y no disipar nuestra fuerza de voluntad en varias actividades superpuestas.
Crear un plan de acción concreto y específico. Para no dar lugar a dudas o ambigüedades, es necesario establecer qué quiero lograr, dónde y cuándo voy a hacerlo, si es realista y relevante para mí, o cuáles son las limitaciones que tengo y los obstáculos que pueden aparecer.
Se recomienda dividir el plan en objetivos intermedios. De ser posible, los pasos iniciales tienen que ser muy simples o fáciles de alcanzar, porque esos primeros logros consolidan el entusiasmo y la fuerza de voluntad. Esta estrategia brinda mejores probabilidades de mantener la constancia en los días más difíciles.
La clave para lograr los propósitos para este año nuevo es diseñar una estrategia realista que nos permita sostener la motivación. Esto implica tener en cuenta nuestros recursos, las limitaciones y el entorno. Por ejemplo, es más fácil empezar a correr si nos incorporamos a un grupo de corredores novatos que salen dos veces por semana acompañados por un entrenador. Planificar de esta manera nos ayudará a concretar nuestras metas sin renunciar en el intento.
Ponernos pequeñas metas y objetivos es fundamental para poder mantenernos enfocados, y en el rumbo que deseamos.
Podemos empezar de cero lo que sea que nos propongamos, usar el impulso del nuevo año, puede ser importante para activar nuestra energía hacia aquello que deseamos concretar.
Ser más fuertes que nuestras excusas, estamos muchas veces diseñados para autosabotearnos y tener la excusa perfecta para cada cosa que deseamos y ni siquiera intentamos hacer.
Que tal si nos desprendemos de todas esas limitaciones, mentales y avanzamos sin miedo hacia donde deseamos, nunca será el momento perfecto, ni la situación ideal. Así que sin pensar tanto, HACÉLO, tomá impulso y enfócate en lo que deseas.