Lamentables resultaron las imágenes de ayer en el primer piso del shopping céntrico capitalino, donde funcionan las oficinas de la empresa encargada de manejar la tarjeta SUBE en Posadas. Ver a decenas de personas discapacitadas y adultos mayores, de pie y amontonados a la espera de ser atendidos, reflejan el modus operandi habitual de las empresas que controlan el sistema de transporte urbano de pasajeros: la falta de respeto a sus usuarios.
Resulta que, de la noche a la mañana y sin una publicidad suficiente, la prestataria decidió dar de baja el viernes los boletos gratuitos por edad o discapacidad y obligó a todos los beneficiarios a reempadronarse para seguir viajando sin costo. Así, interminables filas de posadeños se agolparon ayer en la pequeña infraestructura de la que dispone la firma Servicios Urbanos SA para un trámite que claramente podría ser más expeditivo y cómodo para sus destinatarios, máxime teniendo en cuenta que son personas que menos que ninguna otra deberían soportar estoicas esperas en condiciones tan precarias, con calor, sin agua y casi sin asientos.
Cuando el mundo ya se maneja prácticamente de manera remota, con trámites online y en muchos casos con renovaciones automáticas, el transporte de pasajeros sigue funcionando (en todas sus facetas, excepto el precio) como en el siglo pasado. No cabe menos que la sospecha de que estas decisiones persiguen el fin de que la gente desista de cumplir el trámite y resigne sus beneficios, con el consiguiente aumento de los ingresos para quien presta el cada vez más deficiente servicio.
La sucesión de constantes faltas de respeto al usuario y a la ciudadanía en general, por parte de los mismos de siempre, continúa sin que nadie ponga freno.