La Argentina es el principal productor y exportador de yerba mate en el mundo y, en ese contexto, Misiones es protagonista en su producción. Se trata de una actividad propia de una economía regional, cuya producción moviliza la agroindustria y el trabajo con una alta participación de productores familiares o pequeños agricultores.
Sin embargo, gracias al aporte del programa de mejoramiento genético del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), desde hace 50 años, se logró duplicar el rendimiento por planta y, en los próximos años, se espera que las ganancias genéticas aumenten un 25% más sobre los materiales del INTA.
“El objetivo de todo programa de mejoramiento es producir materiales superiores”, expresó Vanesa Schoffen -especialista en mejoramiento genético en yerba mate del INTA Cerro Azul- quien agregó que “esta es una herramienta en la que se aplican los principios básicos de la genética cuantitativa en conjunto con otras disciplinas para lograr ejemplares que se adapten mejor a un determinado ambiente”.
La yerba mate es una especie nativa de la selva paranaense, su producción se distribuye entre el noreste argentino (62%), el sur brasileño (34%) y Paraguay (4%). En la Argentina existen 209.276 hectáreas de yerba mate que se cultivan en su mayoría en las provincias de Misiones y Corrientes, de ese total se comercializa un 86% en el mercado interno y un 14% en el externo.
La historia del primer programa orientado al mejoramiento genético de la yerba mate comienza en 1974, con los primeros procesos de selección de plantas que tenían un rendimiento superior en las plantaciones comerciales de la Estación Experimental Agropecuaria Cerro Azul.
“Las seleccionadas ofrecían un rendimiento que duplicaba la productividad media observada hasta ese entonces”, recordó Schoffen quien añadió que, dos años más tarde, se logró implantar el primer jardín clonal de plantas selectas de yerba mate y sobre esa base se trabajó hasta 1984.
“Una de las maneras con la que el productor puede ver el trabajo de años en mejoramiento es a través de los huertos semilleros”, indicó.
Entre 1986 y 1996 se realizaron nuevos proyectos de selección y se expandieron hacia otras zonas del país, se lograron instalar más de 13 ensayos. Desde 2001 hasta 2005 se obtuvieron 126 plantas selectas de una productividad superior a los anteriores. Y, a partir de 2016, hubo un cambio en la estrategia del programa: se comenzaron a seleccionar plantas individuales por su valor de mejora o genético.
“Las progenies que se desarrollaron en el programa e inscribieron en el INASE proceden de los tres huertos semilleros clonales que se encuentran en producción, estas son CA 538, CA 621 y CA 624. También CA 622 y CA 623 están en proceso de inscripción”.
“Actualmente también están inscriptos 11 clones (7 masculinos y 4 femeninos)”, detalló Schoffen y aclaró: “La progenie, es decir, la descendencia de la planta seleccionada más difundida entre los productores, es la CA 1/74 (de polinización abierta) ya que fue la primera disponible para el productor. Todas las progenies se destacan en rendimiento”.
“Es importante resguardar la variabilidad genética porque provee la materia prima para el mejoramiento de las plantas. Para la selección debe existir variación genética en la población o genotipos previamente adaptados. En la variedad genética está la posibilidad de tener mayores condiciones de adaptación a variantes del contexto”, señaló la investigadora.
“Este año se realizó un seguimiento de plantas selectas de acuerdo con el ranking genético establecido para diseñar un panel de futuros cruzamientos y evaluación en etapa temprana de caracteres de crecimiento en vivero en progenies selectas para ensayos. Para el próximo año, se espera la instalación de ensayos de progenies de polinización abierta, un protocolo de cruzamientos controlados de materiales selectos y rescate de material genético en chacras de productores”, adelantó Schoffen.
Sabor ancestral
Las poblaciones guaraníes utilizaban las hojas desde tiempos ancestrales con fines nutricionales, medicinales y religiosos. Cada hoja, de bordes dentados y nervaduras marcadas, puede medir cinco centímetros en una plantación de cultivo, mientras que en monte nativo alcanza los 20. En este sentido, el programa de mejoramiento genético tiene en cuenta: el rendimiento en hoja verde, la arquitectura de la planta y la resistencia a plagas y enfermedades. También, junto con otras instituciones, se están llevando a cabo análisis de compuestos químicos.
El consumo anual de yerba mate supera los 6,4 kilogramos por habitante en el país, tiene 90% más antioxidantes que el té verde (alta presencia de polifenoles), mejora la función cardiovascular y las defensas del cuerpo, incrementa los niveles de energía y concentración. También contiene numerosos micronutrientes, como magnesio y vitaminas B1 y B6 y compuestos bioactivos que le otorgan propiedades terapéuticas, como poder antioxidante, prevención del cáncer y diabetes y disminución del colesterol y la presión sanguínea.
Gracias al Banco de Germoplasma del género Ilex, único en su especie, cuyo objetivo principal es la conservación de la variabilidad genética de las especies, se logró resguardar la variabilidad genética.
Tiene 206 accesiones implantadas en 4 bancos de germoplasma. La recolección de estos materiales se realizó en la Argentina (Misiones, Corrientes, Tucumán, Salta y Jujuy), Uruguay, Paraguay y Brasil. Anualmente se comercializan 330 kilos de semillas del INTA.
Con 1 kilo de semillas se obtienen 20 mil plantines. Los viveristas inscriptos en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), compran las semillas con genética INTA a la Cooperadora Cerro Azul para producirlos y luego venderlos a los productores. Gracias al aporte del Programa de Mejoramiento Genético, de un rendimiento promedio de tres kilogramos por planta actualmente se pasó a una media de 7,42 kilogramos.