José Andrés Quednau será trasladado al despacho del juez de Instrucción 6, Ricardo Walter Balor, para notificarse de su abogado defensor y ser indagado por la presunta autoría de los delitos de “homicidio y tentativa de femicidio”, ocurridos el miércoles pasado en el paraje Las Quemadas a nueve kilómetros de Profundidad.
El peón rural se encuentra bajo custodia de efectivos de la Unidad Regional X quienes lo detuvieron cerca de las 17 del día mencionado luego de haber atacado a machetazos a Lorenzo Ramón Da Rosa (40), persona con discapacidad motriz, que sufrió al menos 50 estocadas de arma blanca, además que le abriera el pecho y le arrancara las entrañas y corazón.
Según fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN, tras interceptar a Da Rosa y atacarlo furioso porque comenzó una relación de pareja con su exconcubina, Teresa del Carmen Venencio (42), Quednau ató en cruz las muletas de madera se su víctima con sus intestinos y la clavó a un costado del camino de picada de Las Quemadas y a 300 metros de la vivienda de la mujer quien también sufrió heridas de machete pero que alcanzó a huir junto a su hijo adolescente hacia una carbonería próxima donde fue resguardada y desde donde se pidió ayuda a la policía.
El crimen se concretó a las 15, en el paraje Las Quemadas, zona de cerros entre colonia Tacuaruzú y Cerro Corá y a pocos metros de la comunidad mbya “Urundai-ti”.
A las 16.40 la patrulla de la comisaría de Profundidad arribó al lugar y halló, al lado del cadáver masacrado, a Quednau con lesiones en la cara y cubierto de tono escarlata, manchado con sangre fresca y que no dudó en lanzar al aire: “Me tomé como medio litro de la sangre de este”.
De inmediato fue reducido y esposado y con el arribo del juez de Instrucción 6, se ordenó su traslado a la comisaría de Profundidad.
Mientras esto ocurría, integrantes de la Policía Científica analizaban el cadáver y tomaban los primeros registros, pruebas y evidencias. Pero también era trasladada, al Hospital Madariaga, Venencio con un corte y fractura en el maxilar y una herida también similar a machetazos en el cuello y espalda.
Sufrió estas lesiones en medio del ataque de Quednau a Da Rosa, quien fue interceptado cuando caminaba con muletas y bolsas de mercaderías.
Venencio y su hijo, tal como lo adelantó este Diario ayer, corrieron y salvaron milagrosamente sus vidas. En una carbonería a 500 metros y por el mismo camino lograron el auxilio necesario.
Por el homicidio de Da Rosa y el presunto intento de asesinar a su expareja, José Quednau será indagado. Puede abstenerse de declarar amparado en su derecho, lo que se baraja con mucha probabilidad si asume su patrocinio legal un defensor oficial.
El sumario con las actuaciones hasta el momento y llevadas a cabo por la Unidad Regional X, fue presentado ayer al Juzgado mencionado y contienen, entre otros relatos, los detalles aportados por un hombre de 70 años y vecino de Las Quemadas que presenció el ataque pero que nada pudo hacer por frenarlo por el temor de correr el mismo destino fatídico de Da Rosa.
Este testigo, más la declaración de Venencio cuando se recupere de los cortes, tiene el hueso maxilar roto, y la del menor de edad, se presentan como determinante de lo sucedido y que generó conmoción y trascendencia informativa nacional.
El juez Balor también aguarda el informe ampliado de la autopsia a Da Rosa realizada en la Morgue Judicial de Posadas, el jueves por la mañana. También los resultados a los estudios de Policía Científica a los tres machetes hallados con rastros de sangre. Con al menos uno de ellos se estima que Quednau le abrió el pecho a Da Rosa, le rompió las costillas y por el hueco resultante le arrancó las entrañas digestivas y luego el corazón.
Con los intestinos hizo el nudo para sujetar las muletas de madera en cruz y pararla frente a la víctima tendida inerte boca arriba y a un costado del angosto camino. A su alrededor, el agresor esparció los restos tajeados de pan, paquetes de yerba, piezas de pollo, dulce de leche y otros alimentos más.
Los plantines de flores que Da Rosa traía para la casa de Venencio, una precaria construcción de madera a pocos metros de un horno también para hacer leña, también quedaron a los costados como marco de ofrenda.
Un crimen con pocos detalles coincidentes en el historial criminal misionero, y que generó un manto de miedo en la zona, tan espeso como el humo de las carbonerías y el arrastrado por estas horas desde Brasil.