“Trabajo a 500 metros pero no me arrimé a mirar. Un vecino pasó por acá con su camioneta y a los pocos segundos volvió a toda velocidad y asustado porque a un hombre lo estaban macheteando sin parar y tenía miedo de intervenir ya que le podía pasar lo mismo”. Miguel tiene 39 años y pidió no pronunciar su apellido: “Tengo temor, jamás pensé que esto podía pasar con Quednau, que podía reaccionar así o que planeó hacerlo si ayer (por el miércoles) estuvo trabajando también quemando carbón y cargando bolsas”.
Asombro y temor se repite entre vecinos, trabajadores rurales y una comunidad aborigen, a la vera de los caminos que unen Cerro Corá, Fachinal y Profundidad. El miércoles pasadas las 15 un hombre con discapacidad fue masacrado a machetazos. Al menos 50 cortes registraron los forenses durante la autopsia realizada ayer en la Morgue Judicial de Posadas.
Lorenzo Ramón Da Rosa fue atacado por el exconcubino de su pareja, Teresa del Carmen Venencio (42) quien reside con su hijo en una precaria vivienda rural al pie de un cerro en el paraje Las Quemadas.
Venencio y el adolescente de 14 años se salvaron por milagro o designio del destino, según testigos consultados por PRIMERA EDICIÓN, que recorrió ayer el lugar del crimen.
La mujer corrió con lesiones de arma blanca en el rostro y en el cuello. Junto a su hijo gritaron por ayuda y fueron empleados de una carbonería quienes los oyeron y resguardaron mientras el patrón del emprendimiento intentaba conseguir una línea de señal de celular para poder alertar al 911 y a los policías de la comisaría de Profundidad, a nueve kilómetros.
Los registros de la fuerza de seguridad indican que a las 16.40 llegó la primera patrulla de la Unidad Regional X y se encontró con un hombre con sangre en el rostro, torso, brazos y resto del cuerpo. Estaba de pie al lado de un cuerpo con el pecho abierto a machetazos, a la vera del camino terrado y angosto y con dos muletas en cruz atadas con los intestinos de la víctima, tal como lo adelantó ayer este Diario.
No se resistió al arresto, lo esposaron y trasladaron por orden del juez de Instrucción 6, Ricardo Walter Balor, a una celda de comisaría con custodia permanente para que no intente quitarse la vida.
El lugar preciso, el magistrado en turno lo mantiene en secreto y solicitó reserva informativa para no complicar su custodia ante posibles intentos de vengar el homicidio.
Mientras estas medidas se concretaban, los efectivos de Policía Científica desplegaron los anillos de seguridad y realizaron su labor pericial. Se toparon al atardecer con el cadáver de una persona con discapacidad motriz, le faltaba la pierna izquierda, tenía el tórax roto, abierto lo suficiente como para que entraran dos manos y le arrancaran el corazón y los intestinos, entre otros órganos.
Con los intestinos fueron atadas las muletas de madera que Da Rosa utilizaba para desplazarse. Pero la macabra ofrenda de su victimario incluyó rellenarle el pecho semivacío con bollos de pan, parte de la provista que el hombre de 40 años había comprado pocos minutos antes y luego de cobrar su subsidio social.
Quednau paró la cruz de muletas y tripas a un costado de Da Rosa y alrededor quedaron esparcidos paquetes de yerba, muslos y pechugas de pollo, plantines de flores, harina, azúcar, cebollas, papas. Los alimentos estaban todos cortados a machetazos y manchados de sangre, al igual que la bolsa de tela amarilla en la que la víctima los trasladaba.
Hasta un mate, bombilla y el cepillo de dientes de Da Rosa quedaron tirados en la cuneta mezclada embarrada color escarlata por su sangre.
El informe preliminar no pudo precisar la causa de muerte, o para mayor claridad, fueron tantas las heridas mortales y el ensañamiento con el cuerpo, que se deberá profundizar el análisis. Lo que sí pudo trascender de fuentes en contacto con PRIMERA EDICIÓN fue que se contaron al menos 50 cortes que coincidirían con cualquiera de los tres machetes secuestrados. Que al menos dos de esos elementos fueron utilizados por Quednau.
Se presume que Da Rosa intentó defenderse con uno de los machetes, pero su estado de indefensión por discapacidad era notorio además ante la fuerza del carbonero acostumbrado, entre otras actividades, a hachar y quemar leña para vender como carbón parrillero.
En cuanto al avance de la investigación e instrucción de la causa, el juez Balor determinó que se amplíen los plazos para que se presente el sumario policial y se llame a indagatoria al sospechoso detenido. Según las fuentes, mañana podría concretarse tal medida, pero dependerá de que finalicen la toma de testimonios a los vecinos de la zona, entre otros testigos y que la Policía Científica detalle los elementos secuestrados y los primeros resultados a las pericias pertinentes.
Durante la mañana y hasta pasado el mediodía de ayer, el escenario del crimen también permaneció vallado y custodiado. Se resguardó para que con la luz de sol se culminen los registros de posibles indicios o pruebas en la zona.
Lo mismo se realizó a poco más de 300 metros del lugar en dirección a zona de monte, donde Teresa Venencio residía con su hijo de 14 años y donde Da Rosa se había mudado hace poco luego que Quednau rompiera relación con la víctima de 42 años.
Quejas y presentaciones por violencia de género e intrafamiliar ya se habrían registrado contra Quednau, por lo que el desenlace no pudo tomarse como una sorpresa, salvo por la violencia y ensañamiento que remarcaron voceros y fuentes.
Por el momento, el hecho se investiga como “homicidio y tentativa de femicidio”, y la única persona señalada es Quednau. El relato de su expareja y el hijo de ella serán determinantes para esclarecer de manera definitiva.
“Corría herida y gritaba por ayuda”
“Miedo, todos tenemos miedo por lo que pasó. Pasaban las camionetas y volvían raudamente, escapaban del lugar porque vieron al tipo macheteando a Da Rosa, un discapacitado que no podía atacar ni molestar a nadie”. Miguel tiene 39 años y también es carbonero: “Vivo en Posadas, allá tengo a mi familia pero vengo cinco días a la semana a laburar acá para juntar dinero para comer. Acá todo el día estamos cortando leña, quemando los hornos para carbón y luego embolsamos. Nada es fácil”.
Miguel resaltó en cada respuesta que se preserve su identidad porque “no sabemos que puede pasar ahora, si van a querer vengarse de lo que hizo este tipo (por Quednau). Yo no me quise acercar al lugar y eso que está acá a quinientos metros. Tengo temor, verla correr con el hijo a esa mujer herida no fue nada fácil. La resguardamos con mi patrón, la cubrimos con una frazada y acá palos para defenderla no nos faltaban, eso hicimos hasta que llegó la policía, pero no fue enseguida, acá no hay señal de celular por lo que se tiene bajar varios kilómetros hasta la aldea (mbya Urundai-ti) más o menos, ya cerquita del pueblo (Profundidad)”.
“Salvo la policía y ustedes (por el cronista y fotógrafo de PRIMERA EDICIÓN) por acá no pasó nadie, quedó el miedo en ese lugar angosto del camino. De verdad, no me animo y casi nadie se atreve por los alrededores a pasar por ese punto, y eso que todos somos hombres laburantes, la única señora que conocíamos acá cerca era Teresa, pero jamás pensé en un ataque así”.