África es uno de los continentes más afectados por la guerra en Ucrania y, paradójicamente, una alternativa para las necesidades energéticas de Europa.
Cuando el canciller alemán Olaf Scholz visitó Senegal a finales de mayo, el presidente Macky Sall dijo que su país estaba dispuesto a suministrar gas natural licuado a Europa el próximo año, aunque remarcó que Bruselas deberá hacer su parte para mitigar una posible crisis alimentaria.
“La guerra aumentó el precio del trigo. En África, los Estados importan y venden los alimentos a un precio menor porque la gente no los puede comprar. La pregunta abierta es hasta cuándo podrán mantener esos subsidios, ya que tiene una repercusión inmediata en la estabilidad política de los países, ante la posibilidad de disparar la conflictividad social. La primavera árabe estuvo asociada al aumento de los precios de los alimentos. Los subsidios son algo estructural”, explica a LPO Sergio Galiana, historiador e investigador especializado en África.
Sall, titular pro témpore de la Unión Africana, aprovecha el contexto para desplegar una estrategia diplomática bifronte, es decir, dialogar con Europa y, en simultáneo, buscar soluciones en Rusia. El mandatario senegalés se trasladó el viernes hasta Sochi, donde le pidió a Vladimir Putin que destrabase las exportaciones ucranianas de cereales, después de recordarle que los países africanos se abstuvieron de condenar la invasión. Pero también pidió a la UE que levante las sanciones contra los cereales y los fertilizantes rusos. Los esfuerzos de Europa en África están destinados a chocar con la creciente presencia de Rusia y China.
El caso del gas ruso
El Kremlin afirmó este jueves que no se esperan nuevos cortes de gas en Europa por parte de la empresa estatal Gazprom porque la mayoría de los compradores del combustible han empezado a pagar en rublos.
“El sistema (para pagar el gas en rublos) funciona y los que lo reciben, trabajan según prevé el nuevo sistema”, dijo el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, en su rueda de prensa diaria. Agregó que los países que rechazaron realizar el pago en rublos, ya habían dejado de recibir el combustible.
Así, el pasado 1 de junio el gigante gasístico ruso interrumpió el suministro de gas a las compañías Ørsted, principal grupo energético de Dinamarca, y a Shell Energy Europe, que suministra gas a Alemania, por negarse éstas a pagar por el combustible en la moneda rusa.
Previamente, por el mismo motivo se detuvo el flujo del combustible a Países Bajos, Polonia, Bulgaria y Finlandia.
Rusia obliga desde el 1 de abril a todos los clientes extranjeros de países considerados “inamistosos” por las sanciones impuestas a raíz de la campaña militar rusa en Ucrania, es decir todos los miembros de la Unión Europea (UE), entre otros, a pagar por el gas de Gazprom en rublos.
Fuente: Medios Digitales