Liberados los músculos del estómago con las sencillas técnicas que vimos en la nota anterior y continuando el chequeo corporal, llevamos ahora la atención a los músculos de los glúteos, porque en situaciones de incomodidad o estrés los contraemos inconscientemente, lo que también produce contracción en las piernas. Pero si somos capaces de ser conscientes de eso y hacer lo necesario para relajarlos, la tensión y el estrés general se pueden reducir enseguida.
Se trata de emplear una técnica muy simple para tensar aún más los glúteos y luego liberarlos. En un momento en que tengamos tiempo y privacidad nos acostamos relajadamente en el suelo sobre una manta o mat, inhalamos profundamente y contraemos los glúteos hacia adentro y arriba, separándolos de la superficie de apoyo.
Mantenemos la postura entre tres a cinco respiraciones profundas y lentas, los bajamos con una larga exhalación, relajamos todos los músculos y descansamos unos instantes respirando normalmente.
Podemos repetir todo tres o más veces y en el descanso tomamos conciencia de cómo nos sentimos al liberar los glúteos por completo.
Ahora buscamos el momento de relajar piernas y pies, porque el estar gran parte del tiempo de pie o transportando el peso corporal puede generar una presión considerable y producir la sensación de piernas y pies doloridos.
Además, si estamos estresados o nerviosos, involuntariamente podemos contraer los músculos de los muslos, pantorrillas y dedos de los pies, y el sólo quitar el peso puede que no nos alivie totalmente, pero trabajar articulaciones y músculos específicos para luego ir liberándolos puede ser más efectivo para distenderlos y mejorar la circulación, con la simple técnica de sentarnos con la espalda derechita y las manos flojas en el regazo, extender horizontalmente en el aire pierna y pie derecho y luego flexionar el empeine hacia arriba empujando el talón hacia adelante, cruzar los dedos de las manos debajo del muslo para mantener la pierna firmemente extendida y lentamente hacer rotar el pie en el sentido de las agujas del reloj unas seis veces.
Traemos la pierna a la posición inicial, la relajamos y repetimos con la pierna izquierda invirtiendo el giro final. Un detalle importante es la elección del calzado. Cuanto más cómodo sea, menos daño y estrés padeceremos.
Y así finalizamos el chequeo de este maravilloso vehículo terrestre que Dios nos ha dado. Namasté.