Transcribiré por su actualidad, el versículo 62 de mi libro: “El Evangelio Gnóstico de Tomás”.
Dijo Jesús: “Yo comunico mis secretos a los que son dignos de ellos. Lo que hace tu derecha, no lo debe averiguar tu izquierda”.
¿Por qué tenían que ser secretas las palabras de Jesús? ¿por qué debía expresarse en un lenguaje que Él sabía que la mayoría no entendería? ¿qué era lo misterioso que debía ser preservado, de manera que lo que escuchara el oído derecho no lo averiguara el izquierdo y tan secreto que sólo debía ser entregado a aquél que fuere digno? y ¿quiénes son los dignos, o cómo podríamos llegar a serlos?
Ese conocimiento (la gnosis), constituye la Verdad que Él decía nos haría libres. Pero, ¿cómo puede un conocimiento liberarnos de algo y que ese algo no sea sólo la ignorancia?
Dicha liberación únicamente puede ser posible cuando en una experiencia interior el individuo conoce a Dios y al darse cuenta de que está dentro suyo, se constituye en un ser divino.
Cuando la persona sabe con el corazón que es un ser regio, de que su alma es inmortal, puede contemplar en extensión el propósito de la vida y de cada encarnación, liberándose de su rueda.
Este “saber” conlleva el emponderamiento que lo pone por sobre cualquier circunstancia que esa alma haya acordado vivir.
Entonces: ¿cómo no sería perseguido Jesús?, si mostraba al hombre el camino para llegar a este emponderamiento, pues al reconocer su origen celestial, ningún poder sobre la tierra tendría dominio sobre él.
Para los poderosos de entonces y de ahora, esto no les conviene, por lo que siguen tratando de mantenernos en la ignorancia, ocupando siempre el miedo para lograrlo.
Así se entienden las atrocidades que han hecho al hombre sólo por creer distinto, pues no han matado a Jesús por pensar diferente sino por mostrarnos como llegar a saber que somos hijos del mismo Padre.
Aquel que se da cuenta de esta Verdad, no necesita que nadie le explique como actuar bien, pues al reconocer Su esencia, ésta actúa de acuerdo a lo que le es propio, ya que le es imposible actuar de otra manera, constituyéndose en digno.