Son pocos los momentos en la vida de un niño en los que puede hacer lo que desea porque la presión constante del medio ambiente le exige adaptación y “buena conducta”. La biodanza le da la posibilidad de ser él mismo, de expresarse y darse cuenta del poder que posee de manera natural para salir al mundo con todo su potencial.
Las facilitadoras Amanda Alsina y María Inés Caramuto invitan a que con rondas, música y juegos, los niños vayan explorando para reconocer sus potenciales. Es como danzar la vida, expresándose a través de movimientos sutiles que ayudan a desarrollar la inteligencia corporal.
En estas épocas en la que la misma sociedad demanda mayor conocimiento de nuestras propias emociones, hay un período en el que realizar Biodanza hace la diferencia y es en la etapa de 3 a 5 años. Esta a su vez coincide con el ingreso al Nivel Inicial y por lo tanto con la separación de su familia, algo que le exige el respeto de ciertas normas y rituales a los que no están acostumbrados.
Este proceso se va dando de manera natural con Biodanza, con recursos específicos para entablar una relación con sus pares y mantener un contenido afectivo. Además ayuda a desarrollar su autoestima y seguridad en sí mismo, despertando la inteligencia afectiva en un espacio más allá de su familia e iniciar una etapa de mayor autonomía, comenzando su propio proceso vital.
Precisamente, en tiempos de ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) es fundamental que los pequeños puedan experimentar vivencias tempranas o “protovivencias” alentadoras y amorosas, que se dan a través del juego, el movimiento, la música y narración de cuentos.
La acción de biodanza está centrada en incentivarlo a que se muestre como él es, que se descubra a sí mismo en su movimiento. De la mano de las facilitadoras se produce la guía hacia la percepción de que hacer lo que desea es mostrarse, y que una persona es más querida en tanto más se muestra.
Psicoprofilaxis:Fortalecer la salud integral es una de las tareas de mayor rendimiento terapéutico. Impedir el arraigo de síntomas y evitar el desarrollo de neurosis, cuya génesis está en la infancia.
Integración, acción y emoción: El niño percibe que sus emociones se pueden expresar a través del movimiento, constituye prevención de síntomas psicosomáticos y estímulo a la creatividad. El desorden, agresiones gratuitas, burlas a sus compañeros suelen ser máscaras para encubrir deseos: ser vistos, ser recibido, valorizado, acariciado, ser amado.
Autodisciplina y concentración: Ejercicios orientados a que el niño descubra que puede concentrarse en lo que le resulta atractivo.
Integración grupal: Promueve la integración armoniosa del grupo y de cada niño en ese contexto, tanto en el niño que lidera a través del desorden como en el que se autosegrega por timidez o fragilidad.