Quienes la conocen saben que es una mujer activa, inquieta, intrépida. Es abogada y le encanta viajar, pero en épocas de “cuidados” todo cambia y esto es lo que nos cuenta.
Convengamos que mis días y el de todos, creo, esta pandemia ha modificado la percepción del tiempo y del espacio. La cuarentena me ha llevado a revalorizar cada uno de ellos.
Así que, reloj emocional alterado y hormonas también, ya que como secuela (o no) de haber tenido COVID produjo que me descubrieran hipotiroidismo de Hashimoto, por lo que por estos días estoy súper desganada.
Antes de la pandemia me levantaba de la cama de un solo salto a las 5.15 am. Y comenzaba mi planificación del día, ahora me despierto y casi no quiero levantarme. ¿Cuál es el apuro? Puedo trabajar home office si quiero, pero no. Mi ser interior se resiste y voy a Tribunales como siempre, con todos los cuidados. Así que, mi rutina es, a partir de esa hora, lavarme los dientes y tomar la levotiroxina, luego me limpio la piel y miro fijamente a los sueros mágicos que uso para hidratarla y me maquillo, ya no tengo 30 años y trato de cuidar la piel del rostro lo mejor que puedo. Terminado esto, voy al vestidor y elijo la ropa para trabajar.
Entro a la cocina y me preparo un licuado con frutas de estación al que le agrego colágeno hidrolizado y me como 1 huevo duro con el café con leche deslactosada. Casi estoy en las 6.15 hs y bajo a la cochera para ir a la oficina.
A las 7 ya estoy trabajando, previo mate y charla con mi equipo de la Secretaría, y entre expedientes y su trámite se va volando la mañana. Una cosa muy importante para mí, es trabajar con música y buena onda. Cerca de las 13 hs. llego a mi casa y la señora que colabora en casa, ya tiene organizado mi almuerzo, el que se basa en verduras (crudas y cocidas) ya que no como carne durante la semana y alguna fruta. Mientras almuerzo voy desacelerando el ritmo del trabajo y vienen a mi mente mi familia y sus cosas; la preparación de las clases o exámenes de la facultad, depende la fecha que sea. Ahora, en marzo, tengo 2 fechas de exámenes así que a la noche tengo tutorías por Zoom con los chicos, por si tienen dudas.
De momento, tengo suspendida la actividad física hasta el alta pos-COVID que, espero sea pronto y reanudaré mi entrenamiento en Espacio Wellness. Quiero ir tranquila, acomodarme en esta situación que estamos viviendo y bajarme de la velocidad.
A la tardecita, una vez que termino las actividades de ponerme al día con mis hijos y madre por teléfono, o alguna cuestión laboral pendiente, pongo música, me relajo y hago algo de yoga o una meditación muy tranqui para ordenar los pensamientos. Soy una mujer que quiere hacer muchas cosas, con mucha gente y no puedo. A veces siento que todo me abruma y necesito de ese ratito para desconectar. Las expectativas que tengo casi nunca encajan con la realidad.
Y veo, que a muchos nos pasa lo mismo. Es un desafío no perder la alegría, las ganas y los proyectos en esta pandemia que parece interminable. Con ese fin, escribo. Me gusta escribir, me sale de forma natural y uso mis redes sociales para hacerlo, especialmente el Facebook. Amo hacerlo, para mí es terapéutico. Estas reflexiones personales tienen para mí un enorme potencial para desarrollar, no sólo mi subjetividad sino disminuir la ansiedad y ordenar mis pensamientos.
Durante la semana el encuentro con amigas no es frecuente, salvo alguna siesta de sol cuando el tiempo me lo permite y la energía también. Y así transcurre mi día, mis días, reconciliándome conmigo misma entre lo que mi mente quiere hacer y mi cuerpo me permite.
No es fácil, supongo que para nadie. Ya no tengo hijos pequeños y las tareas escolares ya no están en mi agenda. Papis, resistan, el acompañamiento es fundamental para los niños. Ellos están más sorprendidos que nosotros. Francesca, mi nieta mayor habla del virus, el cuidado del medioambiente, de barbijos y alcohol cuando debería estar jugando con otros niños.
Finalizo la jornada comprendiendo, más que nunca, que la salud es lo más importante para nosotros y nuevamente, por si aún no lo llegaba a entender: que la vida cambia de un día a otro y nadie la tiene comprada.
Que esta pandemia nos deje ese aprendizaje, que debemos aprovechar cada día, cada detalle, cada abrazo; que no demos por sentado nada porque un día todo puede cambiar y no volver a ser como antes. Con estos pensamientos, cierro los ojos y espero un nuevo día.
Buena semana, amigos.
Verónica Zapata Icart