Muchos ignoran que las emociones humanas hablan. Por ejemplo, la tristeza aparece para decirnos que hemos sufrido una pérdida; mientras que el miedo deja en evidencia que nos encontramos frente a un peligro.
La mayoría de la gente cree que las emociones positivas son buenas y las negativas son malas. En realidad solamente “son” emociones y como mencionamos, vienen a entregarnos un mensaje que no deberíamos ignorar. Cuando identificamos una emoción, contamos con la oportunidad de expresarla de algún modo y resolver lo que se halla en su raíz. Hablar nos sana; callar puede afectar nuestra salud, pues todo lo que no decimos nuestro cuerpo, con su gran inteligencia, lo manifestará.
Algunas personas, porque eso es lo que vivieron en su hogar de chicos, se han acostumbrado a reprimir emociones negativas. Nuestro cuerpo tiene un mecanismo de expresión que se denomina “válvula de escape”. De ese modo, nos ayuda a soltar lo que sentimos y nos guardamos. En casi todos los casos, dicha expresión tiene lugar de forma explosiva. Esto explica, aunque no justifica, que alguien, para liberar sus tensiones, recurra a la violencia verbal o física.
Las enfermedades conocidas como “psicosomáticas” son también válvulas de escape. Por supuesto, para alcanzar este estadio, la persona inconscientemente ha construido una “plataforma emocional” basada en la acumulación de estrés, que no ha reconocido. Toda vez que surge un síntoma, como un dolor agudo o un gran agotamiento mental, el cuerpo nos está mostrando que hay una situación que nos tensiona y no estamos atendiendo.
Frente a la violencia que vemos a diario a nuestro alrededor a nivel mundial, existen tres posibles reacciones:
Responder con la misma moneda. Esto nunca soluciona nada porque, como se dice comúnmente, la violencia siempre engendra más violencia.
Huir de la escena. Esto no se hace necesariamente yéndonos del lugar físico; también huimos cuando callamos y soportamos en silencio.
Poner en palabras lo que sucede. Esta es la respuesta ideal, aunque no siempre es posible frente a alguien totalmente descontrolado. En esos casos, lo mejor es esperar a que la persona se calme.
En este tiempo especial de un año nuevo te desafío a revisar cómo es tu relación con tu mundo emocional y en especial, la expresión que realizás de este. Además de recurrir a la palabra que es siempre tan sanadora no deberíamos olvidarnos del movimiento en nuestra vida. Actividades sencillas como caminar, correr o andar en bicicleta son maneras de gastar la energía negativa para evitar que se estanque y se acumule en el cuerpo.
Al igual que cuidamos de nuestros hijos y adultos mayores haríamos bien en cuidarnos a nosotros mismos a nivel emocional. Hoy más que nunca necesitamos estar sanos y plenos para enfrentar la vida con sus muchos cambios y desafíos.