Muy relajados luego de la clase de Yoga, la mente en calma, el espíritu presente, nos quedamos sentaditos sobre la colchoneta, sintiéndonos respirar suave y profundamente en el interior del cuerpo que vibra con placentera armonía, luego de que lo hemos percibido, respetado y cuidado en todas sus funciones durante nuestra práctica.
Entonces recordamos la carta de San Pablo a los corintios diciéndoles que el cuerpo es el templo del Espíritu, algo que la mayoría de las tradiciones comparten y que en este momento experimentamos conscientemente al meditar.
Cuando abrimos los ojos, también abrimos el libro del Dr. Chopra en la séptima clave de su receta de la felicidad, justo donde nos dice: “El éxtasis es tu estado energético original. Volver a él es volver a casa”, explicándonos que la búsqueda de este objetivo en las diversas tradiciones espirituales es completamente natural y recibe muchos nombres: redención, salvación, trascendencia e iluminación.
Todos estos senderos procuran el regreso al lugar del éxtasis donde se puede hallar la unión (Yoga) con el misterio divino, pero para experimentarla se requiere una decisión de vida.
“Destellos de intensa felicidad, incluso un momento de éxtasis, pueden ocurrir espontáneamente… pero buscar la iluminación exige que realices un cambio en tu libre albedrío. En vez de buscar la felicidad debes buscar la dicha” (ananda), nos dice el Dr. Chopra.
El problema para la mayoría de las personas es que este cambio parece extremo, debido a la creencia de que el descubrimiento de nuestro ser verdadero implica sacrificios y privaciones. Pero de nosotros depende tomar conciencia y observar lo que ocurre dentro y alrededor nuestro y ver lo que el ego intenta esconder: que la vida cotidiana no es satisfactoria cuando nuestro deseo más profundo ha sido bloqueado.
Entonces, para encontrar nuestro hogar debemos saber que somos conciencia que no se localiza en el tiempo y el espacio, sino que está en todas partes, y que estar iluminados es estar sintonizados y unidos con la Fuente de la Creación.
Sin esfuerzos. Ser, nada más. Al comprenderlo, el estrés, la tensión, la preocupación, la ansiedad y la incertidumbre desaparecen, se revela el secreto de la dicha ilimitada y podemos expandirla por donde quiera que vayamos. Namasté.