Técnicamente en default, acumulando meses de recesión, engrosando los índices de pobreza y desempleo, todo flanqueado por una cuarentena que borra cualquier expectativa. Argentina se adentra en un proceso de crisis con final abierto que podría ser la peor de toda su historia. Aún así queda margen para pensar en una salida y, al respecto, el economista José Piñeiro Iñiguez brinda algunas pistas.
La crisis que se desarrolla desde antes, pero con especial énfasis durante la cuarentena, sigue creciendo… ¿Se puede medir su tamaño?
El impacto será de unos 10 puntos del Producto Bruto Interno (PBI). En el mejor de los casos la pobreza en general llegaría al 58%, mientras que en los chicos de 0 a 17 años llegaría al 64%. La indigencia, en tanto, tocaría el 20%.
¿Cuáles son los parámetros para llegar a esos niveles?
Esas proyecciones te las da la caída del PBI, pero podría ser peor si se sigue con la locura de la cuarentena indefinida que trae aparejada la caída de la producción industrial y del consumo. Después hay que tener en cuenta que llevamos setenta días sin bancos, lo que claramente representa un corralito porque la gente no puede acceder a su dinero.
¿Por qué se impide que la gente acceda fluidamente a sus fondos?
Porque decididamente esos fondos irían a parar a bienes transables para evitar la estampida de la inflación y también al dólar marginal. Cuanto más tiempo lleve la salida de ese corralito, peor será para la economía. La gente se dará cuenta de a poco.
¿Cuáles serán las señales del auge de la crisis?
La economía se mueve por expectativas sociales y va impactando de determinadas formas. Hoy podemos decir, sin duda alguna, que vamos a tener una crisis de magnitud importante, probablemente la mayor de toda la historia argentina. En toda crisis lo que siempre manda es la liquidez. No mandan los grandes patrimonios. Ese es el primer síntoma, el valor de la liquidez. Por eso era tan importante que los bancos permanecieran abiertos todo lo posible.
Al sufrir este corralito la gente se va quedando sin liquidez, con lo que los actores de la economía que van a tener peso respecto de los otros, pasan a ser personajes diferentes. Esa es la primera característica.
La segunda es que, por haberse llevado por delante a las empresas de todos los tamaños, la crisis pondrá en igualdad de condiciones a los empleadores y a los empleados. Esa es una característica fundamental y diferencial de toda crisis. Van a estar en la misma vereda y casi de la misma forma los empleados y sus patrones. El impacto será mayor desempleo, más pobreza e indigencia.
A su vez, el empresario, un mero administrador de patrimonio determinado y generador de trabajo, cae en la misma situación, con lo que se generan dos veredas bien definidas: por un lado las empresas quebradas y los trabajadores desocupados y en la otra el Estado. No hay nada más allá de eso. El Estado, que debería ser un intermediario entre las fuerzas del trabajo y las de la empresa, pasa a ser un elefante banco generador de gasto, abastecido por la riqueza que le transfieren los trabajadores y los empresarios. Al estar estos en la misma vereda, el Estado comenzará a derrumbarse porque carecerá de ingresos.
¿Ese es el final de la crisis?
En un corto tiempo la economía quedará en un punto tal que deberá arrancar desde cero. Qué significa esto: que tendrá que componer nuevos cimientos. Argentina tendrá la posibilidad de reinstalar conceptos que perdió hace décadas, conceptos como el trabajo, el ahorro y el esfuerzo.
Hace setenta años que Argentina vive de la distribución de lo que no genera, porque produce diez, gasta veinte y se endeuda por diez para redistribuir una ganancia que nunca existió.
¿Es propio de una sola ideología política?
Esto pasa con todos los gobiernos indistintamente del color político. Pasaron casi cinco generaciones de gente que no conoce en profundidad el concepto del trabajo, menos aún del ahorro y del esfuerzo que va ligado directamente a la retribución que persiguen.
Trabajar sobre esas ideas le daría a la Argentina un nuevo punto de partida y automáticamente deben aparecer estratégicamente los conceptos de una visión y una misión por parte del país.
Hay que cambiar el paradigma…
Argentina no puede seguir haciendo lo que hacía porque evidentemente no lo hace bien. Tiene la oportunidad de posicionarse estratégicamente para hacer algo en lo que sea competitiva y productiva, y tiene mucho de eso.
En el mundo actual y en el que se viene, aparecen nichos en los cuales Argentina podría pivotear, nichos del conocimiento y la tecnología. Solamente hay que profundizar en los conocimientos que ya se tienen e invertir en ellos. Rápidamente se podría estar en un escalón tecnológico que hoy no se podría construir desde cero. Argentina tiene target para eso.
Pero se necesita una visión y un plan estratégico, pensar el posicionamiento del país y diseñar las herramientas para preparar a la gente hacia un país distinto. Invertir en conocimiento, investigación, tecnología y tomar las oportunidades de nicho que tiene.
Pero eso no es aplicable a toda la sociedad sabiendo que serán millones los que quedarán fuera del sistema…
Por el grado de deterioro social que tendrá la economía y de damnificados que quedarán en el camino, sobre todo jóvenes, tiene que haber una actividad reparadora por parte del Estado.
El mejor ejemplo de esto es lo que viene haciendo India en los últimos años: el banco de los pobres. Funciona muy regionalmente, provincia por provincia deberán articular microproyectos, establecer su propia agenda y crecer desde espacios muy pequeños. Esa sería la forma más rápida por la que Argentina podría disminuir la pobreza.
Por otro lado el Estado tiene que pivotear en actividades centrales que en el futuro generarán riqueza, como el rubro agroexportador, pero no partiendo desde el commodity mismo que es lo que hoy hace, sino que generando valor agregado. Argentina en ese aspecto es muy competitivo, pero no puede seguir exportando nada más que cereales, sino que debe exportar fideos, transformar la proteína vegetal en animal y vender carne. Estas son las cosas que se definen en la estrategia.
¿En qué se falla?
Argentina viene tratando de producir bananas en la Patagonia y pareciera no darse cuenta de que ello no funciona. El país intentó ser en lo social parecido a Alemania, en lo distributivo a Francia y en lo competitivo a Estados Unidos… y la verdad es que nada de eso se dio bien. Produce diez y gasta veinte, lo que hay es un elefante estatal. Y ahí es justamente donde se deberá hacer el mayor esfuerzo en el futuro. El país está obligado a destruir el aparato estatal y cambiar la teoría distributiva.
Está bien que existan resortes sociales para morigerar las crisis, pero no puede ser que sea un elefante que reparte a diestra y siniestra lo que no genera. Hoy el Estado es un animal que se fagocita a sí mismo cada tantos años, por eso cae una y otra vez en la misma crisis.
Ese es el contexto… ¿Y la salida?
Argentina debe capitalizarse de su propia riqueza, si gasta todo lo que genera no puede reinvertir en sí misma, no puede reinventarse como exige el paso de los años. Falta pensar estratégicamente cómo va a ser el país en cincuenta años. En el medio debe haber gestión, algo que no existió en décadas. Acá todo funciona con el “ismo”, ser egocéntricos y pensar en el corto plazo.
Hoy el Estado no invierte ni en educación, ciencia y tecnología en función de no contar con un horizonte. Esto debe cambiar a nivel estatal y provincial.
En este sentido es bueno destacar lo que hace Misiones. Tiene identificado que el crecimiento futuro pasará por algún tipo de desarrollo tecnológico. Sabe que las nuevas generaciones deben contar, de alguna manera, con la fuerza del conocimiento, de la investigación y la tecnología. Si bien no está bien identificado qué, cómo y cuándo, sí sabe que esas son las herramientas. Esto debería ser generalizado en todas las provincias bajo el paraguas de un plan estratégico del país. Hay que preparar a la sociedad en ciencia y tecnología, invertir mucho en educación focalizadamente.
La crisis nos va a dar una oportunidad para identificar la puerta de salida de este laberinto con muchas oportunidades, pero si Argentina no aprovecha y no emboca la puerta, entrará en otro ciclo parecido al anterior con un final cada vez menos feliz.
Argentina tendrá múltiples oportunidades, el punto de partida que se genera es conceptual, será el cimiento de su futuro.
La gente debe estar convencida de que el esfuerzo a través del trabajo le dará la riqueza que le permitirá el ahorro, ese es el ciclo. Sin eso no se puede pensar en un futuro viable.