“Que me coronaran soberana fue lindísimo, una experiencia incomparable. Concurrí a muchísimas celebraciones, conocí a muchas jóvenes y observé cosas que se pueden implementar en Raíces. Pero no por representar a una fiesta tenés que estar sentada en el trono todo el día”, señaló, al enumerar las actividades que realiza en su vida diaria, además de cursar el tercer año de abogacía en la extensión Posadas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).
Ser la primera Embajadora, significó que “todo lo que hice como representante de la colectividad ucraniana de Jardín América y como reina de Raíces, fue destacado. Fue un halago, un mimo, por esta entrega”, sostuvo Rayel, flor amarilla o flor de fuego en lengua mapuche.
“Trato de ser lo más natural posible, mostrar que me encanta lo que hago. En las redes sociales siempre muestro que voy de pesca, que juego al fútbol, que ando en cuatriciclo, que me encantan los caballos, las vacas, la chacra en general. Y ahora me estoy organizando para hacer mi propia huerta”, comentó para luego asegurar que “son cosas que no están en un estereotipo de mujer divina, de reina. Si bien representás a una fiesta no por eso tenés que estar sentada en el trono todo el día. Durante la semana soy bastante arriera. Los fines de semana me pongo un vestido largo, los tacos y la corona, y me transformo”.
Durante algunos años estuvo trabajando en el Refugio de Animales de su ciudad pero continuar sus estudios es una prioridad y “esto es un gran compromiso. Tuve que enfocarme en la carrera y dejar cosas que hacía. De todas maneras colaboro en todo lo que puedo, si alguien me pide un consejo, porque me encantan los animales”, señaló, quien además es integrante del ballet Vinochok de la localidad.
Rayel contó que en su despedida como soberana recibió “muchísimo cariño de la gente, y me di cuenta lo que provoqué en el pueblo. Me abrazaban, me decían cosas lindas, me halagaban y me agradecían, cuando lo que hice fue sólo representarlos con el corazón. Me acompañaron, me apoyaron, y nunca me sentí juzgada por las cosas que hago. Lo que dije e hice fue por el amor que tengo a la fiesta, y a la colectividad ucraniana”.
Con la corona sobre su cabeza, bailó y cantó. “Es algo que se ve en otras fiestas (Nacionales del Dorado, de la Frutilla, del Inmigrante) a las que concurrí. Y eso es lo que contagié a las chicas de acá, que tienen que estar disfrutando y no permanecer quietitas como muñequitas de torta”, acotó.
A Rayel le encanta el folclore. “Me puedo pasar escuchando chamamé y folclore todo el día”, manifestó. Siendo reina, subió al escenario de la Fiesta Nacional de la Madera -en San Vicente- y cantó una zamba acompañada de un grupo de amigos. En Posadas, fue parte del ballet “Soñadores”, donde sus integrantes, con Alejandrino Vázquez a la cabeza, “me transmitieron todos los conocimientos. Y todo eso, trato de compartir. No es normal que una reina se ponga a bailar folclore en medio de la gente. Me enorgullece, porque si hay algo que tenemos que defender, compartir y aprender con alegría es a bailar folclore, porque es algo hermoso que tenemos los argentinos”, expresó.
Aseguró que representar a su colectividad “fue muy importante. Es impagable el amor y el apoyo que me dieron. La religiosa Rosalía me bordó un vestido que es de un valor afectivo muy grande, es algo que te queda por siempre en el corazón. Son recuerdos nunca se van a ir de mi memoria y que se los voy a transmitir a mis hijos”.
Donde puede hablar, donde le facilitan un micrófono, “siempre agradezco a la colectividad ucraniana la oportunidad que me dio. Me llamaba reina aún sin serlo y eso me fortaleció. Andrés Oztryzniuk, uno de los integrantes, era amigo de mi abuelo, y mi abuelo no pudo estar pero estuvo él. Fue como remover sentimientos a lo loco. Son cosas inexplicables”, confió la joven, al destacar el apoyo y acompañamiento de su familia, que se siente orgullosa.