A pesar de existir una Ley Nacional de Prevención del Suicidio -la 27.130, que establece una asistencia y posvención- las muertes autoinducidas se convirtieron en una problemática nacional, ocupando la segunda causa de muerte de los jóvenes argentinos de entre 10 y 19 años.
En el marco de la semana de Prevención del Suicidio realizada en la capital provincial, PRIMERA EDICIÓN conversó con profesionales y asociaciones civiles para indagar en este trágico fenómeno tan presente en la sociedad. En este sentido, los referentes concordaron en que a pesar de que por año el suicidio afecta a más de un millón de personas en el mundo, hasta el día de hoy la temática continúa siendo tabú.
“A la gente le incomoda hablar sobre la muerte”, opinó al respecto la psicóloga Miriam Girard. Por su parte, el reconocido psiquiatra Enrique Stein en su disertación en el Instituto Montoya precisó que “el silencio no es salud” y es por ello que el rol de los medios de comunicación es fundamental en este tipo de flagelo social, teniendo en cuenta el abordaje de los casos.
Por otra parte, señaló que “el prejuicio y el estigma operan de manera durísima”. Más allá del paso del tiempo y la constante labor desde el tratamiento de la salud mental y la presencia de los medios de comunicación “aún existe mucho desconocimiento y, por lo tanto, intolerancia”, contó este psiquiatra. En materia de prevención, remarcó que se trata de “un problema de salud pública porque se trata de la salud del pueblo”.
Del mismo modo, Stein opinó que lo importante es establecer un vínculo con la persona: “Es fundamental hablar, o simplemente estar con el otro”. Además, el psiquiatra destacó la necesidad de que el suicidio se libere de los estigmas que actualmente lo silencian.
El sector más vulnerable
A pesar de que el suicidio no es algo específico de un grupo social, suele ser “más frecuente en los adolescentes y niños, ya que están en una etapa de permanentes cambios”, explicó Miriam Girard.
Asimismo, la psicóloga Natalia Falcone contó que “la adolescencia es una etapa de crisis y a esto se le suma el tipo de vida que estamos teniendo y la falta de adultos referentes. En esto, tenemos que estar más presentes, escuchar y estar atentos para ser un marco de referencia para los jóvenes que están comenzando a formarse”.
A su vez, remarcó que “pensamos que si hablamos del tema, inducimos al suicidio. Sin embargo, está demostrado que no es así y, al contrario de lo que se cree, hay que hablar para ayudar”.
No obstante, aclararon que el suicidio tampoco se trata de un hecho con una única causa. Sin embargo, “los riesgos aumentan en personas con algún trastorno mental, psicológico”, aludió Falcone.
A su vez, Stein agregó como uno de los factores favorecedores al proceso de la globalización, ya que “en el mundo se fortaleció la individualidad, visibilizando únicamente a aquellos que son ganadores. Eso deja de lado a millones de jóvenes”.
Signos de alerta
Como referente de la Asociación Civil “Hablemos de Defender la Vida”, María Cristina Guillán señaló que “el suicidio es un proceso que se construye y en esa construcción hay señales a las que hay que estar atentos”.
En ese sentido, la psicóloga Falcone aclaró que “al contrario de lo que la gente cree que el suicida no avisa, hay un proceso previo a esa decisión y tiene que ver con discursos de desesperanza. Se trata de pequeños detalles que la gente más cercana a aquella con pensamientos suicidas, puede ir notando con el tiempo”.
Prevenir, no evitar
Como parte del círculo social de una persona que atraviesa una crisis, “lo primero que hay que hacer ante alguna sospecha, es acompañar a la persona para asegurarnos que busque asistencia profesional. En nuestra provincia hay servicios privados y públicos”, aclaró Falcone.
Entre las medidas para prevenir un suicidio, la psicóloga Girard señaló que “lo ideal es que lleguen al consultorio, porque en muchos casos se minimiza el problema y no se consulta al profesional”.