Como venimos hablando en notas anteriores el ritmo de vida que tenemos hace que vivamos con poco tiempo apurados generando tensión y estrés lo que favorece la aparición de enfermedades físicas y psicosomáticas. Hoy vamos a hablar sobre cómo rápidamente podemos cambiar la energía de nuestro cuerpo con sólo marcar una sonrisa en la cara.
El Dr. Puig gastroenterólogo muy conocido autor del libro Reinventarse, contó la experiencia de una paciente con acidez continua que ya le habían hecho todos los estudios correspondientes para descartar cualquier patología y al no encontrar nada, él mismo comenzó a preguntarle sobre sus emociones, si estaba enojada con alguien, hasta que ella contesto que sí y le dijo que no soportaba a su jefe, así él le sugirió que cada vez que lo vea le ¡sonría!!
Increíble la respuesta de un médico que estudió en Harvard, pero lo que pasá es que la mujer volvió al mes a decirle que la acidez había desaparecido, ya no tomaba los antiácidos y además su jefe ahora la trataba bien. Así que sus compañeros le habían dicho que querían ver al médico para preguntarle qué hacer para que les trate ¡así!
Somos un todo o sea que lo que sentimos está integrado a nuestro físico y como ya dijimos otras veces el cuerpo sufre la emoción que no se expresa o libera y lo que notamos con esta experiencia es que a veces las soluciones a nuestros problemas físicos son más fáciles de lo que pensamos.
Por ahí está en contestar al que nos hiere con una sonrisa y no tomar las cosas como algo personal. La sonrisa manda información de satisfacción al cerebro, genera dopamina y endorfinas y estas relajan el cuerpo, baja la presión y la serotonina actúa como un antidepresivo.
Podemos usarla en cualquier momento del día, cuando caminamos cuando hacemos alguna tarea o solo quedarnos con los ojos cerrados y traer a la memoria algún momento lindo feliz, que nos acordemos y revivirlo.
Podemos practicar cuando estamos sentados, paramos un ratito y cerrando los ojos, aflojamos la mandíbula, hacemos descansar la lengua, la aflojamos y ahí dibujamos suavemente una sonrisa. No haciéndolo forzado sino relajando los músculos de la cara, dejando que la sonrisa se dibuje en nuestro rostro.
La sensación que aparece rápidamente es la de liberación y placer, prueben en el lugar donde están, es increíble como todo el cuerpo se afloja, se distiende y cambia nuestra energía. Cualquier preocupación pasa a segundo plano y nuestro cuerpo nos premia dejándonos livianos y preparados para dar lo mejor de nosotros.
Saliendo del conflicto que nos propone el mundo donde hay caos y guerra, donde tiene que ganar alguien o hay que ganar algo, acá con este ejercicio tan sencillo lo que ganamos es paz y salud.
La sonrisa nos cambia, no para hacer sentir mejor al otro sino para nosotros mismos, es un regalo que podemos hacernos en cualquier momento, liberándonos de la tensión, el mal estar el enojo, nuestras células cambian, cambia nuestra química, sonreír no significa estar alegres sino disponernos a dejar de contaminarnos con toxinas que nosotros mismos generamos en nuestro cuerpo y ahí solo agradecer lo que tenemos, lo que somos en este momento y la vida! Que Dios los bendiga.
Colabora
Paula Vogel
Profesora de Educación Física.
Educadora Biocéntrica.
3764-414872