Nació en Irán, donde vivió durante tres décadas. En la República Islámica se recibió de docente y ejerció como profesor de historia. Hace 35 años se radicó en Argentina. Dice que conoce más de cuarenta países, que habla ocho idiomas de manera fluida y que salió de su país a buscar otras oportunidades. Su nombre es Yousef Alí Sefat (65), pero todos lo conocen por “Cancha”.
Tras abandonar Irán, llegó a la ciudad brasileña de San Pablo y de ahí viajó a Buenos Aires. Ahora se lo puede ver recorriendo la Ciudad de las Cataratas arrastrando un carrito donde lleva el barro ñaú con el que modela máscaras.
“Estaba cansado psicológicamente y quería retirarme. Enseñaba historia pero con cada Gobierno que entraba cambiaba la forma, siempre a favor de su partido político. Me cansé de todo eso porque no me gustaba que me dijeran qué tenía que decir”, afirmó en un español dificultoso sobre los motivos que lo alejaron de su tierra natal.
Hoy se gana la vida ofreciendo sus servicios de “escultor al paso” a los turistas que aborda en cafés, bares y espacios públicos de Puerto Iguazú. “Hago tu rostro, lindo muchacho”, es la frase con la que seduce a aquellos a los que quiere vender sus máscaras de barro.
Y añadió que decidió venir a Argentina porque acá hay lindas mujeres, “me casé con una de ellas hace 35 años. Mi señora es guía profesional. Primero llegué a Posadas, donde tenía un amigo que producía juguetes. Tenía solamente 500 dólares, no sabía el idioma, no conocía a nadie. Comencé a producir unas viboritas de juguete y después salieron los ratones. Ahora soy escultor, hago los rostros de las personas”.
Pero Sefat dice que no sólo hace máscaras, sino que también realiza esculturas gigantes. “No soy un gran artista, pero tampoco chico… Gracias a Dios económicamente estoy bien. En Puerto Iguazú faltan muchas cosas, falta levantar más la cultura, hay que darle permiso de migración a gente que sirve, no a los que vienen a robar y a ganar la plata dulce”, son algunas definiciones que no logra entender. Relató que cerca del Mar Caspio, donde nació, la mayoría de la población es shiita, como él. Aunque confiesa que no es fanático. “Tomo mi cerveza y soy casado con una católica”, explicó como para refrendar su postura.
“La cultura la fabrica cada ser humano. Con la mentalidad abierta se puede fabricar una buena cultura para tu comunidad y tu familia. Si no tenés esa clase de mentalidad, siempre vas a terminar como empleado. A mí no me gusta trabajar como empleado”, relató.
Un hijo es guía de turismo y otro cursa el tercer año de la carrera de abogacía. Aclaró que el trabajo de escultor, reflejando en el barro la cara de la gente, no tiene nada que ver con la fotografía: “Es arte, no es un espejo, hay un conocimiento sobre anatomía que queda plasmado en el arte, que muestra el alma de la persona, que no puede mostrar la fotografía. Hay que abrir los ojos para saber por qué vale el arte. Al arte hay que sentirlo”, afirmó.
Rememoró que al llegar a la tierra de las Cataratas las cosas no fueron fáciles. “La pasé muy mal, pero me levanté. Vivía en un ranchito, sin agua ni luz, en Villa Tacuara, pero en la vida hay que aprender. Mi papá era un poco filósofo, siempre decía que: (pronuncia una larga frase en árabe) ‘en el momento que estás abajo y no estás asustado sos hombre, pero en el momento que estás arriba, no tenés que olvidar que estuviste abajo, eso te hace un hombre de verdad’”.
Sobre qué es la felicidad, respondió: “Hay muchos jóvenes que no son felices y hay muchos viejos que fabrican su felicidad. No hay que calentarse mucho en la vida, hay que aprender a bajar y subir, naturalmente se da así: a veces arriba del caballo, a veces el caballo arriba tuyo. Acá hay tanta tierra y no sé por qué hay hambre. Es porque no son trabajadores. Tenemos que cambiar la mentalidad, porque los políticos quieren que la gente siga siendo burra porque así pueden hacer con ella lo que quieren fácilmente”.
Sefat cree que todo lo que está pasando en Oriente, incluido en su Patria, es por culpa de Estados Unidos, “que lo único que quiere es robar el petróleo y vender sus armas. No le importa la cantidad de gente que muere, sean mujeres o niños. Eso lo fabricaron ellos, porque hay muchas mentalidades dormidas”, sostuvo.
Luego recordó que los norteamericanos no alcanzan los 300 años de existencia, mientras que los países y las culturas de Oriente acumulan miles de años de historia. “EEUU se hizo grande matando inocentes, empezando por los indios al comenzar la conquista del oeste. A mí me enseñaron a comer poco pero a comer siempre, por eso no mato para comer, no mato a chicos para tener un dólar en el bolsillo. ¿Quién fabricó la guerra en Siria, en Irak?, pero tampoco estoy de acuerdo con el comunismo, que es socio del capitalismo, donde siempre el pobre es pobre y el rico es rico”, afirmó.