Para muchos, un acto de rebeldía; para otros, de coraje. Sin embargo el Profesorado de Nivel Inicial, que cursó en la década del 90, con todo lo que ello implicaba, fue para Darío Cabrera el principio de un futuro abrazado a la educación.
Por aquel entonces, cuando el Instituto Carlos Linneo abrió sus puertas a la carrera, fueron muchos los rumores que las paredes de los pasillos del establecimiento supieron escuchar, incluso en el nivel secundario, donde las chicas debatían sobre el atractivo de los jóvenes, pues además de Darío, otro estudiante optó por seguir estos pasos en esa misma época y que, lamentablemente, no tuvo más adeptos.
“No sé por qué quedó sólo en nosotros, debe haber muchos elementos socioculturales que provocan esa elección, primero hay que violentar los dispositivos de género, las construcciones de género, sociales, los roles, a mí Nivel Inicial siempre me pareció un espacio muy interesante, dentro de lo escolarizado institucionalizado es lo menos escolarizado, no en el sentido de desprestigiarlo, sino por el territorio del juego, la curiosidad y demás”, dijo Cabrera y añadió que “tiene un modo de vincularse un poco más placentero, se busca que el niño pueda acceder al objeto de conocimiento incentivando la curiosidad, la indagación y ahí es que se produce el proceso de alfabetización”.
“Eran 42 compañeras, yo estaba ahí, lo gracioso es que siempre tenía una mirada distinta de las cosas, ahora ya no me acuerdo, era otra energía en la sala, inclusive las maestras te reciben bien, porque sos un varón, llamaba mucho la atención en esa época, años 1997-1998, cuando la carrera duraba dos años y medio”, recordó.
Y evocó que “era quien iba a buscar los juguetes que quedaban en el techo, una especie de maestro superhéroe, que alzaba a los pibes ahí arriba, porque con el varón el niño juega de modo distinto que con la mujer, se da en el caso de los padres y madres, es un vínculo distinto, en el que pasan otras cosas; de hecho en mis prácticas de la enseñanza la dinámica era otra”.
Por supuesto que “desde la sociedad hubo prejuicios, miedos, tabúes, con tantos casos de abuso infantil y demás había cierto resquemor. En 1999 empecé a trabajar en una guardería que puse en sociedad con una chica que tenía una academia de inglés, era una salita de tres años, también surgían pequeñas suplencias, porque llegó 2001 y con la crisis se fue complicando, no había trabajo, las maestras no se jubilaban, no existían muchos cargos disponibles, fue una época bastante fea, por eso yo alternaba entre las aulas y un camión, o sea que era un maestro jardinero raro”, confesó.
Pero fue este el camino que lo acercó a inscribirse en el profesorado de Filosofía y es “ahí que mi carrera se tornó más allá, tomé horas cátedra, mi trayectoria fue distinta”, reconoció.
Hoy, con una carrera consolidada, dicta clases a estudiantes de profesorados de Nivel Inicial en Oberá, en Leandro N Alem y en Posadas y entiende que fue su trayectoria personal la que ayudó a estas elecciones, “siempre estuve más tirado para el lado del arte que de la economía o la técnica”, sostuvo e insistió en que “me dio curiosidad la psicología, el desarrollo del niño, la economía, la técnica es tan desprovista de todo eso, yo a lo mejor fui un estudiante de bachiller arrepentido, venía de un secundario con notas paupérrimas y entré al profesorado con 9, 10, 8, muy buenas, descubrí mi lugar”.
Además, apuntó que “el secundario en la Escuela de Comercio fue como un sinsabor, una trayectoria obligada por mis padres, hoy me doy cuenta como adulto que en un país con tantas crisis financieras es bueno que tu hijo sepa algo, en 1992, cuando finalicé el secundario, todavía se pensaba que un perito mercantil podía trabajar en un banco, tenía más acceso laboral, ahora se complejizaron los conocimientos, un chico necesita por lo menos una tecnicatura como para acceder a un trabajo en una oficina, pero a veces el mundo adulto, centrado en su mundo, no ve el universo de la infancia y el niño, entonces si tenés un niño que no anda bien en Matemáticas en la primaria, no lo metas en un secundario en economía”.
El futuro en las manos
La educación es un mundo que vive en constante movimiento, a partir de nuevas corrientes, metodologías, programas. Sin embargo hay un punto que no debe perderse en la mirada y es que “el docente es un condicionante, le podés arruinar la vida al chico o ampliar el horizonte de los universos culturales, el niño emerge de un contexto cultural y la escuela le amplía el horizonte y toma contacto con otro universo cultural, por eso transforma la percepción de las cosas, pero si pasa que un maestro de plástica critica un árbol dibujado de azul, el chico dice no pinto más y se perdió la alfabetización del lenguaje plástico”, sostuvo Cabrera.
“Un poco lo que siempre se discute es si educamos para un orden establecido, un orden de las cosas o la escuela y la educación son el motor del cambio social, el motor de nuevas construcciones de género, de modos más emancipatorios y entonces tenemos que educar para la singularidad, viendo el despliegue y la manifestación de esas particularidades únicas e irrepetibles que el niño tiene, pensar a la sala como un lugar donde el chico va a manifestar y desplegar esa unicidad, entonces hay que pensar a la escuela no como un espacio de resignación para convertirte en una masa homogénea de ciudadanos adaptables al orden establecido, sino donde se manifieste esa nueva mirada particular, porque cada nuevo miembro de la especie es un nuevo modo de mirar las cosas, entonces aparece el futuro autor de algún libro, el futuro músico, el ingeniero…”.
Y para ello “nivel inicial siempre fue un poquito más flexible, no está tan colonizado por las matrices fundacionales sarmientinas, como escuela primaria y secundaria, que se tomaron como herramienta de transformación social en torno a la homogeneización de la sociedad”, reflexionó el docente.
Y la elección del tipo de educación que se busca para los hijos “dependerá un poco hacia qué tipo de adultos apuntamos, autónomo, crítico; o un cuerpo dócil, útil, rentable económicamente para las narrativas publicitarias que buscan constituir una subjetividad funcional al sistema, un sujeto de consumo”, remató Cabrera, mensaje que también comparte en las clases de quienes en pocos meses, seguramente, estarán al frente de una salita.
Atención
La escuela mira dos inteligencias, la lógico matemática y la lingüística, pero aunque hay una pluralidad de inteligencias, el orificio por donde pasan en el proceso educativo es muy chiquito, entonces tenés un chico que le gusta la pintura, la danza, la historieta, y no tiene mucho espacio en la escuela para constituir su trayectoria, consolidar sus capacidades y desplegarlas.
Lo que tenemos que entender que todo es terreno de disputa y conflictos de intereses, me parece que hacia eso tenemos que apuntar.