ENCARNACIÓN, Paraguay (Enviados especiales). El paisaje de Quiteria es desolador. Se trata de un barrio rural, situado a ocho kilómetros del conurbano encarnaceno y a pocos del subembalse del arroyo que lleva el mismo nombre. Allí se encuentran las instalaciones de la nueva planta de tratamiento de residuos sólidos de la ciudad, pero como el establecimiento no está terminado, el vertedero todavía funciona a cielo abierto y, lo que es peor, mujeres y niñas embarazadas, chiquitos en “edad” de recolectar y algunos hombres se sumergen en ese mar de basura esperando encontrar suficiente material reciclable para ganar la “moneda” del día. Si bien el nuevo vertedero de esta ciudad fronteriza es una obra importante para los vecinos, ya que permitirá el manejo integral y responsable de la basura, la forma de vida de estas personas que, literalmente viven de la basura, eriza la piel: mientras revuelven los desperdicios (donde el olor y el zumbido de las moscas es insoportable), todas miran temerosas y huidizas al móvil de PRIMERA EDICIÓN, que se encuentra recorriendo la zona, y no quieren entablar conversaciones con “extraños”. Las que se animan, no son capaces de levantar la mirada, que se encuentra perdida en el suelo…Camino del cambioSegún la coordinadora del área ambiental municipal y licenciada en psicología, Juana Beatriz Godoy, “el presente, al menos para la mayoría, ha mejorado porque 120 familias del antiguo vertedero fueron relocalizadas a sus nuevas viviendas de material, distantes a un kilómetro del nuevo basural y ya no están como antes, conviviendo con los desperdicios ajenos”.Hay que recordar que con la subida del embalse de Yacyretá, a fines de 2010, se tuvo que trasladar a las apuradas el viejo basural, ubicado a la vera del Paraná. Tanto que casi no dio tiempo de retirar la basura que se hallaba en el lugar, acumulada por más de diez años. “Era un pelear con la EBY para lograr que retiren los residuos, porque estaban empezando a ser tapados por el Paraná, fue un momento crítico y de mucho peligro para Encarnación”, sostuvo el jefe de Salubridad encarnaceno, Victoriano Váquez, cabeza visible de numerosos enfrentamientos con la Entidad Binacional Yacyretá para exigir que las obras se completen antes de que Paraná tapara los desperdicios y se convirtiera en vehículo de enfermedades para los habitantes de la ciudad. Algunas cifrasEn números concretos, son unas 300 personas que se encargan de recuperar los residuos que se depositan en el vertedero mediante el sistema de recolección de la basura que se hace en la ciudad, lo que se traduce en 120 familias promedio, quienes actualmente viven de lo que pueden aprovechar.Residen en el nuevo barrio, donde fueron construidas 26 nuevas viviendas, pero lamentablemente no entraron todas, ya que al menos unas quince no accedieron al beneficio de la casa propia, en vista de que no pudieron demostrar que eran del vertedero. Actualmente estas personas continúan la precaria forma de vida, ubicadas en un rancherío que se dibuja a escasos metros del nuevo vertedero y verlas parece una prolongación de este.En Encarnación no hay industrias de reciclado. Cada persona que vive de esto trabaja de forma individual. Cada cual, según sus posibilidades, recolecta lo que puede, lo acumula durante un determinado tiempo, hasta llegar al volumen suficiente para la comercialización. Todavía trabajan a cielo abierto, ya que el depósito de recuperación y revalorización (con una superficie de 2 mil metros cuadrados) no está terminado. Este será el nuevo lugar de trabajo de esta gente, para que ya no esté en contacto directo con la basura. Al establecimiento le falta sólo la cinta transportadora, que facilitará el trabajo, y de ser efectivo el tratamiento de la basura en origen, al que se apunta, ya no tendrán que sumergirse en los desechos nunca más.“Nuestro objetivo es que acá ya no viva gente. Apuntamos a una educación ciudadana para que se haga separación de residuos domiciliaria y en bolsas separadas, entre lo que es recuperable y lo que no, lo que posibilitará que estas personas ya no entren en contacto con la basura, en un contexto donde todos salimos beneficiados”, sostuvo el director de Salubridad. “Cuando lo logremos ganamos todos: ellos pueden seguir trabajando pero no en contacto directo y nosotros porque se reduce la cantidad de residuos, lo que también impacta positivamente en la sociedad, porque se reduce la cantidad de basura y amplían los años de vida que va a tener el relleno sanitario”, graficó Vázquez. A lo lejos se pueden divisar los futuros módulos, donde se irá colocando la basura que se genera a diario. En espacios los desechos tendrán el mismo tratamiento que tuvo la basura del viejo vertedero .En concreto todos residuos son depositados y confinados en una cobertura con suelo, sobre esa capa se sigue tirando residuos que también van a estar sobreelevados entre ocho y diez metros. Llegada a una instancia de relleno total, se abandona y se pasa a otro módulo. Por lo menos se estima que en las próximas tres décadas así serán tratados todos los residuos urbanos de la ciudad de Encarnación, aunque se apunta a que en el futuro las “familias del vertedero” -tal el estigma- ya transiten un camino distinto. Zanjas deremediaciónEn el nuevo basural se trabaja con zanjas de remediación. El predio tiene una superficie que supera las 23 hectáreas. Allí se encuentra en obra la planta de tratamiento de lixidiados y una planta de incineración de residuos patológicos, que ya está en funcionamiento. Se estima que en treinta años las el terreno estará totalmente ocupado y se procederá a su abandono. Cuando ocurra se lo podrá aprovechar como zona de miradores, ya que su altura la convirtió en lugar privilegiado para tener una panorámica de Encarnación. Obviamente será tierra no habitable, pero desde la Municipalidad se plantea su aprovechamiento con un fin de recreación.Cada zanja de remediación puede tener hasta una hectárea y media. En la que se depositó la basura del antigua vertedero se proyectó con una profundidad de ocho metros sobre el terreno natural y está sobreelevado unos siete metros. Es decir que la lomada que se formó y quizá muy pronto sea transformada en mirador turístico tiene debajo de sí miles y miles de metros cúbicos de basura en traducción de trata de diez años de desperdicios acumulados. Una vida totalmente diferenteLas 26 viviendas individuales de las familias del vertedero se encuentran a un kilómetro del predio donde se halla la nueva planta de tratamiento de residuos Allí están aprendiendo a vivir una nueva vida, diferent
e a la que estaban acostumbradas, cuando se amparaban en ranchos indignos y ni siquiera tenían baños individuales…Como parte del trabajo social que la comuna realiza con estas personas, en el entorno del barrio hay una escuela primaria, un centro de salud y una oficina barrial de la Entidad Binacional Yacyretá. En el establecimiento escolar también se dictan cursos de oficios para quienes tienen interés en aprender algo nuevo, que sirve como una salida laboral cuando la recolección no es buena. “Nuestro objetivo es que acá ya no viva gente. Apuntamos a una educación ciudadana para que se haga separación de residuos en origen (domiciliaria) y en bolsas separadas de todo lo que es recuperable y lo que no, lo que posibilitará que estas personas ya no entren en contacto con la basura y todos nos beneficiamos”, sostuvo el director de Salubridad, Victoriano Vázquez.
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