APÓSTOLES (Por Sergio Alvez). El sábado 14 de abril a las 15.15, en el complejo de cines de El Abasto, se realizará el estreno mundial del documental “Mal del Viento”, de la directora bonaerense Ximena González. El filme aborda el caso de Julián Acuña, el niño de la comunidad mbya Pindó Poty (El Soberbio), que falleció en 2006 a raíz de una deficiencia cardíaca por la que fue operado en el seno de la “medicina blanca” a pesar de la fuerte resistencia de sus padres y los integrantes de su comunidad, abriendo en su momento un debate ético/cultural que atravesó a varios sectores de la sociedad y ocupó espacios preponderantes en la prensa nacional.El estreno se dará en el marco del Bafici, uno de los festivales de cine más destacados del mundo, que goza de un lugar de privilegio en la agenda cinematográfica internacional.Previo a esa presentación, PRIMERA EDICIÓN accedió a una copia del filme y dialogó con la directora del mismo, para conocer mayores detalles de lo que demandó siete años de intenso trabajo. Una mirada sin prejuiciosMal del viento es una película donde las dualidades y los silencios serán fundamentales para construir una mirada despojada de todo prejuicio, que se propone narrar una historia compleja si las hay. En este campo dual, convivirán desde un principio, el paisaje místico de la selva misionera con la dura urbanidad bonaerense, el silencio de la cultura guaraní con la yuxtaposición de voces constante del hombre blanco, y se volverá omnipresente la batalla cultural librada en torno al caso de un niño aborigen que según la medicina blanca padece una cardiopatía y debe ser intervenido operado, pero según el opyguá (líder espiritual) de su comunidad está afectado por el “mal del viento” y la cura está en el monte al que pertenece.En la edificación del relato, la directora se nutrió de una serie de testimonios fundamentales (los padres de Julián y otros integrantes de la comunidad, médicos de todos los hospitales donde estuvo el niño, funcionarios, etc), que se irán sucediendo sin el clásico formato con el que suelen presentarse las entrevistas en los documentales. Las voces, acompañan un continuo transcurrir de imágenes que tienen ante todo la virtud de ser un material histórico/periodístico de incalculable valor. Es que el equipo de filmación acompañó a la familia Acuña desde un principio, registrando secuencias en los hospitales de Buenos Aires y Oberá. He aquí donde se aprecian los detalles más conmovedores: la intimidad de una madre cuidando de su hijo moribundo en un contexto absolutamente desconocido y temerario, el enorme desconcierto que genera la otredad en determinadas culturas, y la inocencia de un niño atrapado en un dilema que terminaría de la peor manera.A pesar de la complejidad del caso, la película irgue un relato claro, que no da lugar a confusiones, por ello puede presagiarse que cualquier persona que no conozca el caso de Julián Acuña, entenderá la trama sin problemas. En su devenir, Mal del Viento deja lugar para la observación de aspectos subyacentes como ser el tratamiento mediático del caso que hizo la prensa nacional -que en muchos casos fue lamentable y parcial-, el rol de ciertos funcionarios y la mirada del “blanco” (circunscripto a un puñado de ciudadanos de Buenos Aires) sobre el aborigen (circunscripto a los familiares de Julián Acuña) entre otras cuestiones que la película rescata. En resumen, el documental de Ximena González se constituye como una herramienta indispensable para pensar el polémico caso Julián Acuña desde la profundidad necesaria que enraízan las obras de arte, que en definitiva, es lo que Mal del Viento es.Estreno mundialXimena González es documentalista egresada del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda y licenciada en Enseñanza de las Artes Audiovisuales. Contó que “la convocatoria a inscripción de largometrajes del Bafici aparece al mismo tiempo que terminábamos la postproducción de la película, y la vimos como una posibilidad de darla a conocer previo a su estreno en salas INCAA. La idea original era llevar la película a Misiones, especialmente a las comunidades mbya por las que pasaron Julián y su familia, antes de proyectarla en una sala tradicional; pero ese proyecto va a demandarnos un poco más de tiempo y producción, aunque es algo que queremos concretar a corto plazo”.Con respecto a las expectativas en torno al estreno del filme, la directora expresó que “son muchas, porque la película es la materialización de un trabajo de muchos años; y esta es la instancia más importante: el encuentro con el público. Quizá el estreno se da en un marco más oficial o tradicional del circuito cinematogáfico, que es un festival de cine, pero el objetivo es que la película se abra camino más allá de los espacios de distribución habitual, y pueda tener un recorrido por las comunidades, por espacios culturales autogestivos, por centros educativos; donde pueda haber un diálogo entre la película y los espectadores, y acompañar ese proceso que para nosotros es de aprendizaje”.
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