Con una crítica al “discurso integracionista” que evade pensar la tensión fronteriza, el antropólogo planteó una búsqueda de la “comprensión”.“A fines del siglo XX, había una frontera entre Posadas (Argentina) y Encarnación (Paraguay) que era muy desigual. Aunque está presente la existencia de relatos que proclaman la integración y la unión, en las prácticas institucionales -aduaneras, migratorias- realmente no hay procesos de integración.
Con esa mirada Alejandro Grimson, doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia e investigador del CONICET de la Universidad Nacional de San Martín, interpela y reclama nuevas formas de pensar la frontera, para que la proclamada integración regional sea efectiva.
La visita de Grimson a Posadas tuvo lugar durante el Primer Encuentro de Movilidades, Diferencias y Desigualdades Sociales en el Nordeste Argentino y Región Transfronteriza, que reunió en noviembre a más de 60 investigadores, becarios, docentes y profesionales, quienes expusieron trabajos en torno a la convocatoria.
¿Cuáles fueron los análisis que pudo inscribir dentro de su producción académica?
Yo pude reflexionar dos cosas cuando estaba en mis estudios. La primera es la existencia de un relato de hermandad entre ciudades vecinas. Pero también había otro relato que era más predominante en los medios de comunicación en el recorte que hice de los años 90. Allí aparecía, por ejemplo el tema de la inmigración en Misiones, en donde se nombraban a todos los grupos, menos a los paraguayos. Se hablaba de la migración de Ucrania, Alemania, y de otros países europeos y no se habla de la migración paraguaya, que fue la más numerosa en la constitución de la población misionera. Eso daba cuenta de una cosa que es muy argentina: negar el capítulo latinoamericano de la constitución de nuestra sociedad y mostraba su rasgo más europeísta. Eso era algo que se nota particularmente en el periodismo de esa época.
¿Qué categorías, repasos y críticas que propone para abordar los Estudios de la Frontera?
Las zonas de fronteras siempre fueron muy relegadas en los países como son las zonas periféricas, o que fueron valoradas solo desde una visión geopolíticamente del conflicto y de las tensiones que hubo en una parte del siglo XX en lo que es América del Sur. La pregunta que había en ese momento, desde mi investigación, era desde que el punto es posible pensar la frontera de otra manera, como avanzada. Pensar formas de integración regional que fueran efectivas, que no implicaran la integración (únicamente) del gran comercio, es decir no en el plano puramente económico sino que implicaran otro de tipo de conversaciones, no pensando integraciones, no en el sentido de que seamos todos iguales y tengamos una sola cultura, sino que las distintas culturas que hay dentro de los países puedan tener un mayor protagonismo. Conversar entre sí de una manera más productiva y enriquecedora que permita el aprendizaje de algunos elementos que cada uno quisiera apropiarse del otro.
La frontera implica una gran intensidad de contactos, pero esos contactos no implican que haya necesariamente comprensión del punto de vista del otro.
¿Con qué cosas tienen que ver las tensiones que reflejaban los medios en esos años?
En el período del 91 al 97 hubo muchos conflictos en lo relativo a la cuestión económica, porque la diferencia de precios era importante entre ambos países y empezó a haber mucha gente que cruzaba la frontera para contar con alguna ventaja de precios.
Los conflictos más visibles en los medios tenían que ver con las paseras paraguayas con las sanciones de la aduana Argentina, hubo varios cortes de puentes, movilizaciones con intencionalidades nacionalistas de los dos lugares: comerciantes argentinos, sectores vinculados a los paseros. Había distintos tipos de situaciones y al mismo tiempo estaba funcionando el Mercosur, que se firmó en 1991 y empezó a dar sus primeros pasos en 1995. Estábamos en pleno inicio del Mercosur y había muchos relatos muy románticos que idealizaban mucho la integración y al mismo tiempo se veía la realidad del puente donde se reflejaban tensiones. En general se daba por otra parte que las autoridades políticas no las reflejaban o no querían gestionar esas tensiones.
En la cobertura periodística siempre estaba expresada. En aquella época de mis estudios, había un criterio de noticias que incluía una frontera de la noticia. Lo que sucedía en el puente le importaba tanto al periodismo de un lado como del otro, pero en esa época al periodismo argentino solamente le podía interesar Encarnación (Paraguay) si había crímenes, cuestiones de inseguridad, pero no existía o no se reflejaba en el periódico, nada interesante en Paraguay: nada cultural, social ni ninguna otra noticia. Todo en pleno proceso de la puesta en marcha del Mercosur…
De todas maneras existen relatos de una vecindad, una hermandad…
Hay un mito que da cuenta de la existencia de un largo relato de esa unión para Posadas-Encarnación: el del tornado en 1926. Se trata de un relato de solidaridad que no se da entre iguales, sino como de beneficencia del que tiene para con el pobre, para el que es inferior. Yo encontraba en el relato del 26 a una sociedad establecida, próspera frente a otra sociedad pobre, sin nada. Entonces el efecto solidario venía a reproducir una desigualdad entre Posadas y Encarnación, el otro mito, que es que Posadas es la civilización y Encarnación es Paraguay, un país que en esa época era visto como tierra de nadie, del contrabando, del delito, inseguridad…
Lazo con Posadas
Alejandro Grimson llegó en 1996 a Posadas a formarse en la primera maestría de antropología que existió en Argentina. Estuvo aquí entre 1996 y 1997 y decidió hacer su tesis de maestría sobre el puente binacional y sobre cómo los periodistas de Posadas y de Encarnación narraban las noticias de uno y otro lado del puente San Roque González de Santa Cruz.
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