Desde hace varios años los vecinos de esta localidad padecen la falta de distribución de agua potable y buena parte de ellos puede disponer del líquido vital gracias al gesto solidario de una cooperativa yerbatera que colocó una canilla en las afueras del predio para que el que necesite agua, se sirva.“Acá el usuario paga una cuota fija que supera los 200 pesos porque si tienen que regirse por el medidor no se puede hacer porque a cada rato se corta el agua, viene muy sucia y no se puede tomar”, manifestó el concejal Manuel Orrego, quien al asumir sus funciones sugirió al presidente del cuerpo y a sus pares que se convocara a la comisión directiva de la Cooperativa de Agua Potable y otros Servicios Santo Pipó Limitada para que diera explicaciones y “pudiéramos interiorizarnos de la problemática. Es que es algo sumamente importante para la comunidad, pero no tuve respuestas de nadie. Ni de mis colegas ni de la jefa del pueblo”.Recordó que “hace como cinco años” que la entidad “no llama a asamblea, por eso cuando asumí mis funciones pedí que se informara la situación del agua, que es igual en toda la localidad, a mi entender, porque se tiene que hacer un mantenimiento de redes, como debe ser. Por suerte la yerbatera abastece con agua de perforación a la gente. De lo contrario íbamos a estar mucho peor”. El agua con la que se abastece la localidad de Santo Pipó es extraída desde la toma que se encuentra dentro del cauce del arroyo Ñacanguazú, a metros de la ruta nacional 12, que tiene caudal suficiente para proveer a todo el municipio, pero el problema radica en la falta mantenimiento. “Ahora hay una sola bomba que está en uso. Si esa se quema hay que esperar una o dos semanas hasta que la arreglen o traigan otra. Siempre se tiene que tener una de reserva”, sugirió el edil. Si bien el líquido “es potable, muchas veces hay cortes de energía y la planta queda sin agua, cuando vuelve a bombear, cuesta llenar los caños y trae mucha mugre. Es chocolate puro”, agregó.Algunos pobladores pueden comprar agua en bidones, los demás buscan en la cooperativa.“Hay muchos que no pueden pagar. No pueden abonar la boleta, menos comprar bidones”, dijo, al tiempo que expresó que “de todos modos, la gente tiene que acostumbrarse a pagarla para poder hacer los reclamos pertinentes, con autoridad. Me confiaron que el 50% de la población debe las boletas. No pagan porque no le dan servicios, porque llega barro a las canillas. Pero a mi parecer hay que pagar y exigir que brinden un buen servicio”.A entender del edil, la situación se vislumbra complicada en la localidad “pero viene de varios años, parece que no hay interés que esto mejore”. La entidad tiene cerca de mil “usuarios” pero “la gente no se interioriza, no se asesora, y en la calle muchos me plantean este tema. Pienso que si todos ponemos un granito de arena, tiene que andar”, consideró.
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