Dos casos para un análisis:1. Él entrenaba en un gimnasio y para no sentir los dolores que ello acompañaba, se aplicaba una crema antiinflamatoria en la cadera para que no le duela durante la realización del ejercicio. Era crónico, al volver a su casa el dolor volvía a aparecer lentamente.2. Ella sentía dolores en la cabeza de la rodilla al entrenar liviano, sin abandonar porque le encantaba, decidió hacerse ver por un traumatólogo para definir mejor su panorama. Esta vez, con más cuidados, junto a su entrenador que estuvo más informado (precisamente era el lateral externo derecho) y colocaron menos peso en los discos.Está claro que en el primer caso el dolor aparecía cuando finalizaba el entrenamiento y en una ocasión hasta se despertó de madrugada por la molestia. Esta vez era puntual el dolor, se trasladaba a la zona lumbar y quedaba ahí. El mal uso del producto le permitía solo maquillar el defecto, cuando se iba el efecto de la crema la molestia se tornaba grave. El segundo caso habla por sí mismo, el adecuado enfoque de la salud conscientemente cuidado.¿Qué nos lleva a batallar el cuerpo sin concebir cambios naturales? En un caso la edad y las ganas de mantenerse en forma, juegan con la imagen naturalmente distorsionada de la realidad, eran más estímulos dañinos que de beneficio para él. Si tan solo escuchara y comprendiera lo que esas señales le estarían diciendo, quizás bajaría el peso durante su entrenamiento y, si tan solo hablara con más personas de lo sucedido, sin normalizar la extraña costumbre de adormecer una zona temporalmente para “no sentir dolor”, vería otras soluciones, como por ejemplo mejorar la alimentación e hidratarse solamente con agua.Los casos nos enseñan que hay costumbres buenas y malas, de ellas aprendemos para mejorar.ColaboraCésar Aguirre AyraultTerapias corporales.Masajista californiano.En Facebook Equilibrándonos Masajes.3764 791631
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