La ciencia confirmó finalmente lo que todas las sospechas indicaban. El cuerpo hallado calcinado en el baúl de un Volkswagen Bora, quemado por completo y abandonado en el paraje Colonia El Chatón de Leandro N. Alem, era de Nicolás D’Amico.Así lo aseveraron las fuentes consultadas en exclusiva a PRIMERA EDICIÓN. De esta manera se cierra el círculo sobre un aspecto formal para clave para el avance de la investigación: porque no se puede acusar a nadie de homicidio sin la identidad de la víctima.La información fue confirmada ayer en exclusiva a este Diario. Fue el resultado de la prueba de ADN realizada en un laboratorio de Capital Federal, producto del cotejo con el patrón genético de una hermana de D’Amico, quien tras el crimen arribó a Misiones para que se le extrajera una muestra.La conclusión de esa pericia, considerada de certeza por la Justicia, arrojó un 99,99% de coincidencia. Efectivamente se trataba de Nicolás D’Amico.La prueba ya está en manos de la jueza de Instrucción 5 de Leandro N. Alem, Selva Raquel Zuetta, quien podría ordenar nuevas medidas de investigación en el transcurso de las próximas horas.Fuentes consultadas por este Diario consignaron que los investigadores aguardarán ahora el resultado del entrecruzamiento de llamadas para seguir adelante con la pesquisa que, como se mencionó anteriormente, podría arrojar importantes novedades en las próximas horas.El caso D’Amico es considerado uno de los más atroces y vinculados con el mundo de la mafia de 2015, pero no con el del contrabando o el narcotráfico como suele ocurrir en Misiones; sino con el del comercio de la carne.Los pesquisas creen que la muerte de este hombre, de 35 años, cobrador de un frigorífico bonaerense, podría estar vinculada justamente con una abultada deuda que tenían con aquella empresa.Aguardan por el entrecruzamiento de llamadas para dar el último golpeConfirmada la identidad de la víctima, los investigadores se relamen los labios para avanzar en la causa que investiga las circunstancias de tiempo, modo y lugar de la ejecución de Nicolás D’Amico, cuyo cuerpo apareció el 30 de octubre pasado en el paraje Colonia El Chatón.La principal teoría indica que el trasfondo del caso esconde una oscura trama de deudas, dinero y amenazas.D’Amico trabajaba de cobrador para un frigorífico bonaerense y los pesquisas misioneros creen que su muerte guarda relación, justamente, con esa función.Esa hipótesis de trabajo sostiene que los que lo mataron u ordenaron su muerte mantenían una abultada deuda con la empresa para la que trabajaba. Pero había un aliciente: D’Amico tenía una personalidad fuerte y una singular forma de cobrar las cuentas; lo que habría tensionado al máximo la relación con muchos clientes.La jueza Selva Raquel Zuetta aguarda ahora las conclusiones del entrecruzamiento de llamadas; cuáles fueron los últimos contactos que mantuvo la víctima.Uno de los misterios en torno al caso es cómo ultimaron al cobrador; teniendo en cuenta que era corpulento y un entendido en defensa personal.Se habrían necesitado más de dos personas, fornidas como él, para doblegarlo.Una de las teorías es que lo ejecutaron a balazos; pero lo que pudo haber quedado de plomo se derritió con el incendio intencional del VW Bora, abandonado en el paraje Colonia El Chatón.
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