Con una estampa religiosa y un crucifijo en sus manos. Como si hubiese sido preparado para el último adiós, así fue encontrado el cadáver de Augusta Carolina Aguerre (30)el 15 de mayo de 2018.
Ese escenario tuvo su correlato apenas minutos después, cuando Cristian Damián Pintos (35), su concubino, fue hallado en el interior de un auto incinerado tras chocar contra un murallón de piedras de la ruta nacional 14.
La conmoción se apoderó de Oberá apenas amaneció aquel martes, a medida que trascendió el episodio. Y no tardó en llegar a los medios nacionales.
Enseguida comenzaron a circular audios a través de las redes sociales sobre una supuesta infidelidad que derivó en la discusión que resultó fatal.
La insólita escena del crimen
El drama comenzó a conocerse alrededor de la 1:30 del 15 de mayo, cuando una familiar resolvió ingresar a la casa 40 del barrio Oberá IV, un conjunto habitacional emplazado sobre la Avenida de las Américas casi Juan Domingo Perón.
En ese lugar, Aguerre, una conocida psicóloga que trabajaba en un centro neuropsiquiátrico de la Capital del Monte, convivía desde hace varios años con Pintos, empleado de una distribuidora de productos alimenticios emplazada sobre calle Gobernador Barreyro.
Al parecer, Pintos se habría comunicado por celular con sus allegados minutos antes. “Voy a estar bien, Caro también”, le habría dicho a una de sus familiares, quien notó que algo no andaba bien y decidió acercarse a su casa.
Pared de por medio, la familiar aparentemente escuchó una discusión y luego notó que Pintos salió apresurado, abordó su Chevrolet Onix rojo y abandonó el lugar sin brindar mayores explicaciones.
Los peores presagios de la mujer quedaron confirmados al ingresar a la vivienda: en el pasillo del baño, encontró sin vida a Aguerre. Sin embargo, no fue lo único que le llamó la atención.
El cadáver había sido “preparado” para su despedida: tenía los brazos hacia el costado, una figura religiosa en una mano y en la otra, un crucifijo. Para los especialistas dedicados a estudiar la “mente criminal”, un claro signo de un vínculo entre homicida y víctima.
La autopsia confirmaría posteriormente que Carolina Aguerre fue estrangulada y que, con esa acción, su femicida le fracturó las vértebras cervicales.
Inesperado epílogo
Lo cierto es que la presunta discusión, el insólito hallazgo de las figuras religiosas alrededor del cuerpo y el primer análisis médico apuntaron directamente contra Pintos, por lo que comenzó una intensa búsqueda.
A 40 kilómetros de distancia, un automovilista que circulaba por la ruta nacional 14, a la altura del kilómetro 833 (4.000 metros al norte de Cerro Azul y en una zona conocida como Picada San Jorge), dio aviso a la Policía sobre lo que en principio parecía ser un siniestro vial.
En ese lugar, el denunciante se había topado con un automóvil que ardía en llamas en medio de la madrugada, tras chocar contra un murallón de piedras.
Una vez controlado el incendio, descubrieron que se trataba de un Chevrolet Onix y que en su interior yacía sin vida su conductor, carbonizado.
El cotejo de la patente del vehículo permitió a los policías identificar al propietario y supuesto conductor: el nombre coincidía con el del hombre buscado desde apenas minutos antes por el crimen de su pareja.
Las pericias de Criminalística realizadas sobre la ruta indicaron que el auto conducido por Pintos se cruzó de carril y fue a parar directamente contra el macizo de piedras, sin rastros de haber hecho nada por frenar.
Una vez que todo apuntó a un femicidio seguido de suicidio, el macabro episodio no pudo conducir a otro lugar que la extinción penal del caso.