El caso es escalofriante por donde se lo mire. Desde el modus operandi del asesino hasta las circunstancias que rodearon el hallazgo del cadáver.
Es que, aunque parezca increíble, personal policial peritó un automóvil durante cinco horas y media y, cuando tuvo acceso a las copias de llaves del rodado, abrió el baúl y se topó con el cadáver de un joven taxista.
Fabio Rafael Lorenzo, de 26 años, estaba degollado y presentaba un tiro en el hombro izquierdo. Aunque era oriundo de San Vicente, encontró la muerte en San Pedro el 25 de abril de 2015.
Macabro hallazgo
Todo comenzó con la denuncia que una mujer radicó ese sábado 25 en la comisaría Primera de San Vicente, dando cuenta de que desconocía el paradero de su pareja, Fabio Rafael Lorenzo (26). Los uniformados comenzaron la búsqueda y esta dio sus frutos a la mañana siguiente, con el hallazgo del auto del desaparecido.
El Chevrolet Corsa Classic estaba estacionado en el barrio Irrazábal de San Pedro. Personal de Criminalística de la Unidad Regional VIII -con asiento en San Vicente- inició sus labores y los efectivos locales, a entrevistarse con los vecinos.
Fue entonces que algunos testigos refirieron haber socorrido a dos sujetos que durante la madrugada les pidieron auxilio ante un desperfecto mecánico del Corsa. Primero el coche arrancó, pero luego volvió a quedarse y los dos individuos optaron por abandonarlo y marcharse, después de consultar qué camino debían tomar para llegar a Bernardo de Irigoyen.
Esos dos jóvenes serían quienes esa tarde del 25 habían partido como pasajeros de Lorenzo desde la terminal de ómnibus de San Vicente.
Paralelamente, Criminalística “luchaba” con el Corsa estacionado en San Pedro, que estaba cerrado completamente (es decir, tanto puertas como el baúl), por lo que hubo que aguardar las copias de llaves para su apertura y continuar las pericias.
Transcurridas más de cinco horas de peritajes, encontraron el cadáver: presentaba un profundo puntazo que afectó gran parte del cuello y un disparo de arma de fuego que impactó en el hombro izquierdo e ingresó hacia la zona del tórax (sin orificio de salida), además de severas lesiones que, de acuerdo al médico policial, le fueron propinadas cuando aún estaba con vida.
Además, en el baúl donde fue encontrado su cuerpo se encontró abundante sangre, lo que indica que sufrió una importante hemorragia antes de morir.
Otro detalle no menor: la víctima sufrió un fuerte golpe en el ojo derecho. Presentaba hinchazón en el rostro y esto sería un indicador de que le propinaron una paliza antes de asesinarlo, a modo de tortura.
Los detenidos
Poco después eran detenidos dos sujetos de 19 y 20 años, domiciliados en la zona cercana al hallazgo del vehículo y que coincidían con las descripciones físicas aportadas por testigos.
Uno de ellos era Daniel Ángel Carneiro, quien el lunes 2 de octubre de 2017 -dos años y medio después del crimen- era condenado por el Tribunal Penal 1 de Oberá a 35 años de prisión efectiva, el castigo más duro que preveía la ley por el delito de “homicidio doblemente calificado para perpetrar o facilitar otro delito (criminis causa) y por el uso de arma de fuego”.
Es que, de acuerdo a la reconstrucción realizada por los pesquisas, y avalada por el Tribunal, la principal teoría del crimen fue la de un robo: sucede que la billetera de Lorenzo, con entre 2.000 y 3.000 pesos en su interior, nunca más volvió a ser vista.
Desde el inicio del juicio, Carneiro intentó desvincularse del crimen y ensayó una coartada: dijo que aquel sábado 25 de abril de 2015 estaba jugando al fútbol en el barrio San Ramón de San Vicente en compañía de su pareja y una amiga.
Minutos antes del fallo, volvió a defender su inocencia: “Yo no lo maté”, insistió. Pero las pruebas en su contra era más que contundentes.
El segundo individuo jamás fue identificado ni ubicado en la escena del crimen por los testigos; por lo tanto, nunca fue juzgado. El verdadero coautor tampoco apareció jamás.