En un país donde la migración del ámbito rural hacia las ciudades parece ser la norma, un grupo de jóvenes decidió desafiar esta tendencia. Tras completar sus estudios universitarios, optaron por regresar a sus raíces rurales. Eligieron vivir y trabajar en la chacra. Encontraron en el entorno rural una oportunidad para aplicar sus conocimientos y habilidades. También se transformaron en promotores del arraigo rural e inspiran a otros a seguir su ejemplo.
Gracias a la tecnología, hoy pueden vivir en las chacras y estar conectados con la ciudad. Además, aportan innovación y su visión en las unidades productivas. Así lo dejaron reflejado en el último Congreso Internacional de CONINAGRO 2024, que se realizó el 10 de septiembre en la ciudad de Buenos Aires. En el evento, los jóvenes presentaron dos paneles. Uno se tituló Economía y Educación. El otro se denominó Cooperativismo en las Economías Regionales.
Para conocer como combinan sus profesiones y la actividad agrícola, tres jóvenes compartieron su historia y los motivos por los cuales apuestan al trabajo en el campo.
Entre la chacra y la ciudad, yerbatero y abogado
Mario Payeska es abogado y tiene 28 años. Decidió quedarse en Santo Pipó para acompañar a su familia en las tareas del cultivo de la yerba mate. Hizo el esfuerzo de viajar a Posadas, cada semana, para cursar abogacía en la extensión áulica de la UNNE. En la actualidad, también es socio de la Cooperativa Productores de Yerba Mate Santo Pipó, conocida por la marca Piporé.
Payeska se presenta como abogado y productor yerbatero. “Mi actividad laboral es un híbrido, porque hay veces que me levanto bien temprano y acompaño a mi padre a la chacra. Recorremos y vemos como trabajan en la tarefa, en la cosecha. Después vuelvo, me cambio y me voy al juzgado. Otras veces viajo a Posadas. Es un híbrido entre el campo y la ciudad”, contó emocionado.
Su familia lo apoyó mientras cursaba la carrera universitaria y valoró que al recibirse decidió quedarse en Santo Pipó. “Le dije a mi padre que me quedaría porque me gusta ayudar en la actividad histórica de mi familia, con la que crecí, me crié y con la cual pagaron mis estudios”, recordó. En 2020 culminó Abogacía y en abril de 2021 juró como abogado. Al mismo tiempo soñaba con seguir el legado de su bisabuelo. “La actividad la siguió mi abuelo y ahora mi padre. El día de mañana, seguramente, me dará la posta a mí”, comentó.
Además, desde febrero de 2024 es vicepresidente de la Mesa de Juventudes de CONINAGRO, en representación de la FEDECOOP. Su actividad gremial comenzó en la Juventud de Base y Juventud Cooperativa Piporé. Esta idea nació para congregar a jóvenes, hijos y nietos de socios, gente que trabaja en la cooperativa y miembros de la comunidad. Se capacitaron en liderazgo, oratoria y técnicas agrícolas vinculadas a la actividad que desarrollan.
Con el objetivo de fomentar el arraigo rural expresó: “Les digo a otros jóvenes que se animen a tomar el desafío de quedarse en la chacra. Porque es el sector que alimenta a la Argentina, ayuda a nuestros municipios, la provincia y al país a crecer”.
Apasionada del periodismo agropecuario
Florencia Hein, de 20 años, estudia Periodismo en la Universidad Nacional del Nordeste, en Corrientes. Cuando regresa a Jardín América dedica parte de su tiempo a colaborar en las actividades de la chacra. Su familia es productora de yerba mate y es socia de la Cooperativa de Productores Yerbateros de Jardín América, que vende sus productos bajo la marca Flor de Jardín.
Sueña con trabajar como periodista agropecuaria para mostrar la vida en la chacra y cómo se producen los alimentos. Para Hein, la chacra no tiene que quitarte nunca nada, al contrario, suma. “Mi familia siempre tuvo chacras, ya viene desde mis abuelos que son productores de yerba. A mí me gusta el periodismo y me fui por ese lado. Creo que ambas cosas se puede vincular”, relató. Por eso su anhelo es dedicarse al periodismo agropecuario.
Sin embargo, entiende que cualquier profesión se puede vincular a la actividad del campo. “Supongo que cualquiera. Por ejemplo, mi papá es abogado y gremialista. A través de su profesión asesora sobre cuestiones de la CAR (Comisión Asesora Regional de Trabajo Agrario) y gremiales en Misiones. Siempre se puede encontrar un nexo”, aseguró.
Animó a otros jóvenes a seguir en o regresar a las chacras misioneras. “La chacra en Misiones es algo único, es algo que no hay en ninguna parte del país”, manifestó. Como ejemplo mencionó la riqueza natural y la fertilidad del suelo, que posibilitan la diversificación. A nivel cultural señaló que en Misiones se produce la yerba mate, que representa nuestra identidad.
Este año se sumó como vocal a la Mesa de Juventudes de CONINAGRO, por la Federación de Cooperativas Agrícolas de Misiones (FEDECOOP).
Aunque, el año pasado ya participó del Congreso invitada por otro joven misionero y se entusiasmó con la idea de formar parte de la entidad.
Desde este espacio promueve el arraigo rural y aclara que es factible tener una profesión y ser productor. Insistió en que el joven tiene que estudiar e informarse sobre lo que puede hacer en una unidad productiva.
Relacionó la abogacía con su pasión por la vitivinicultura
Florencia Sozzi también es abogada y decidió regresar a la finca vitivinícola de Mendoza a trabajar junto a su familia. Actualmente es la encargada de la administración de la finca. Considera que puede llevar adelante las actividades en paralelo y aportar su visión al emprendimiento familiar.
Es parte de la sexta generación de una familia vitivinícola en Mendoza. Decidió estudiar derecho y se especializó en derecho y economía vitivinícola. También cursó un máster en sustentabilidad, para relacionar su profesión con su pasión por la vitivinicultura.
Considera que se puede tener una profesión, que no esté relacionada al cien por ciento con la actividad productiva familiar. De todas maneras, es viable llevarlo en complemento. Desde muy joven se involucró en la Juventud de Cooperativas Vitivinícolas (JUCOVI), de Mendoza. A través de esta organización llegó a la Mesa de Juventudes de CONINAGRO.
Por medio de las asociaciones de productores, los jóvenes profesionales incentivan a otros a mantener la actividad agrícola. “Independientemente de donde estén, con tecnología e innovación pueden llevar adelante sus emprendimientos productivos”, garantizó Sozzi.
Estas historias son un ejemplo del impacto positivo que generan los jóvenes en sus comunidades rurales. A la vez, demuestran la importancia de apoyar y promover el arraigo rural como una estrategia para el desarrollo sostenible del país.
(Colaboración de Isabel Carrera)