
El bajo consumo de lácteos, ocasionado por el incremento de los precios, acentuó la crisis que atraviesa el sector y se empieza a resentir en las góndolas. “Hay que reactivar muchas cosas para volver a tener nuestros productos a buen precio en el mercado interno”, expresó el comerciante posadeño, Nelson Lukowski, en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones y Canal 9 Norte Misionero.
El empresario explicó que es una problemática que se remonta a la pandemia, donde muchos tambos cerraron durante y después de este período debido a los bajos precios que se pagaban por el litro de leche. Sin embargo, tras esta etapa, se produjo un fenómeno opuesto: una baja en la producción combinada con un aumento en la exportación de leche en polvo, principalmente hacia Brasil y otros países.
“Esto encareció el producto y también desabasteció la producción de queso, porque a los tambos les conviene más vender la leche líquida o en polvo”, señaló Lukowski.
Esta situación llevó a un aumento del 90% en los precios de los quesos y de un 50% en los productos lácteos en general solo en los primeros seis meses del año. El queso cremoso, que es uno de los más consumidos, pasó de costar $3.500 en febrero a casi el doble en junio.
A raíz de esto los consumidores empezaron a buscar alternativas más económicas y encontraron productos que no cumplen con las expectativas, como fue el caso de un cliente de Lukowski que se quejó de un queso barato que compró, el cual no se derretía adecuadamente sobre la pizza. “Ese es el famoso queso reelaborado”, explicó el comerciante.
Estos quesos son producidos a partir de productos que no se vendieron y que, una vez reelaborados, pierden la calidad que se espera de un queso fresco. Un queso auténtico, por ejemplo, al ser dejado fuera de la heladera, desarrolla agujeros debido a la fermentación, mientras que uno reelaborado no lo hace, indicando un proceso industrial que compromete su calidad.
Para enfrentar la crisis, Lukowski implementó una estrategia de fraccionamiento de los productos, para que los clientes puedan acceder a ellos sin comprometer su presupuesto. “Antes, el precio del queso cremoso, lo poníamos más barato por horma, ahora lo ponemos por media porque ya nadie se puede llevar un queso que tiene 4 kg”.
El mercado también ha visto una disminución en la venta de yogures, especialmente entre los niños. Según Lukowski, en las escuelas y comedores hace dos años que se dejó de dar yogur a los chicos debido a las restricciones impuestas por el etiquetado de productos con alto contenido graso.
Esto, sumado a la temporada baja y los altos precios, ha llevado a una caída significativa en las ventas, lo que obligó a los productores a reducir los precios en junio y julio.
Sin embargo, Lukowski advirtió que, aunque los precios han bajado un 8% en junio y un 5% en julio, la venta aún no se ha recuperado. “Vamos a ver qué pasa en estos meses, si va a bajar un poquito más o por lo menos que no sigan subiendo”.
Suba de carne, pollo y cerdo
Lukowski también se refirió a los incrementos en los precios tanto de la carne vacuna, como del pollo y del cerdo. En el caso de la vacuna, la baja de las retenciones a las exportaciones hizo que los productores recuperen mercados internacionales que pagan mejor que el mercado interno, por lo que dificultó a los frigoríficos locales comprar productos de calidad. Esto ocasionó una suba en el precio al consumidor cercana al 10% en las últimas dos semanas.
Respecto al pollo, Brasil empezó a comprar producción argentina debido a la proliferación de una bacteria que afectó a sus aves y, a causa de esto, el precio del mismo subió también un 10%. Por último, China volvió a comprar cerdo argentino y eso ocasionó una leve suba en sus precios.