Volvamos la vista atrás y viajemos por unos segundos a nuestra niñez. Quizá, ahora con el paso del tiempo, recordemos con más nostalgia a aquellos amigos de la infancia con los que tantas tardes de juegos compartimos. Seguramente, muchos de ellos aún siguen formando parte de nuestra vida y de nuestro círculo íntimo de amistades, los demás al menos, estarán de por vida en nuestro álbum de fotos.
Existe máximo consenso en que la vida es con amigos, o no es. La mayoría de los padres, madres, señalamos como central y prioritaria la construcción de vínculos de amistad para nuestros hijos desde los momentos más tempranos de la vida. Pero, ¿realmente comprendemos la naturaleza de la amistad en cada etapa del desarrollo para fomentarla?
Contar con amigos garantiza el siguiente espacio simbólico para desplegar las distintas emociones y vivenciar sus consecuencias; diversión y juego; plataforma de soporte y apoyo; alianzas cooperativas para cumplir objetivos; aprendizaje de las diferencias en un sentido más acotado y aprendizaje general en términos más amplios; compañía para decodificar aspectos de este mundo complejo; comunicación como un fin en sí mismo; empieza para enfrentar el abismo de la existencia (¡nada menos!). Por lo que se ha constatado con claridad que tener amigos de juego durante la infancia hace que los niños se sientan más seguros, tengan un mejor autoconcepto de sí mismos, mejores habilidades sociales y mayor capacidad para regular sus emociones.
Algo muy importante es que los padres no deben imponer al niño sus amigos, sino que tiene que ser él quien los elija, sin embargo, los padres van a tener un papel muy destacado y tener en cuenta:
Actividades grupales: para el desarrollo del niño, es muy positivo que asistan a actividades extraescolares grupales. Los padres han de fomentar la socialización para que su hijo no esté en casa por las tardes viendo la televisión o jugando en red.
Ir a merendar a casa de otros niños o traerlos a casa: algo muy común, y recomendable a estas edades, es traer a casa a amigos a merendar para que así los niños puedan jugar juntos, o ir a la casa de algún amigo. Sin embargo es importante que el niño consulte con sus padres estas decisiones, porque aún es pequeño para decidir por sí mismo.
Los padres, modelos para los hijos: a los niños que son más tímidos es importante no agobiarlos y que sean ellos mismos de forma natural quienes vayan pidiendo ciertas cosas. Sin embargo, aquí sí es crucial el papel de los padres. “En estos casos, hay que dar confianza al niño”. Por ejemplo, invitando a un niño (y no a tres) a jugar en casa, para que así el niño se sienta más acompañado en casa con sus padres.
Otra opción muy recomendable es buscar una actividad fuera de casa que le guste al niño, que no sea impuesta, pero que le guste. Los padres tienen que ser sus acompañantes, que jueguen, que se impliquen.
Amistades no excluyentes: otro dato muy curioso es el concepto de mejor amiga, sobre todo en las niñas, que aparece en estas edades. Las niñas suelen decir: ‘Yo tengo que tener una mejor amiga, y ahora Fulanita ya no es mi mejor amiga sino que es la mejor amiga de Menganita, ahora mi mejor amiga es…’ (Los padres deben aconsejar a sus hijos que los amigos nunca son excluyentes, y que cuantos más tengamos, mucho mejor. No debemos fomentar, como padres, las amistades excluyentes.
Una hermosa poesía para compartir con los más chicos:
“Los Amigos”
La vida canta, el tiempo vuela,
la dicha florece temprano.
Vamos al circo y la escuela.
Mis amigos me dan la mano.
Seré su espejo verdadero,
su sombra fresquita, su hermano.
Yo los ayudo, yo los quiero.
Mis amigos me dan la mano.
Juguemos al amor profundo.
La voz leal, el ojo sano.
Vamos a visitar el mundo.
Mis amigos me dan la mano.
Vamos a todo lo que existe
–ronda de hoy, luego lejano–
sin quedar solo ni estar triste.
Mis amigos me dan la mano.
María Elena Walsh.
Cecilia Castillo
Lic. en Psicología
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