En esta oportunidad Ella Fuchslocher quiso recopilar las vivencias y el legado de sus familiares con una breve reseña de la vida de sus suegros Georg König y Doris Eggers.
Hijo de Peter König y Margaretha Wendel, Georg nació el 18 de julio de 1886 en Reichelsheim (Hesse), Alemania. Trabajó como conductor de trenes y participó en la Primera Guerra Mundial trasladando tropas como motorista. También era de oficio carpintero y fue testigo del surgimiento cooperativista en varios rubros en Alemania. El cooperativismo se inició a mediados del Siglo XIX en Inglaterra durante la revolución industrial para luego expandirse rápidamente por el resto de Europa.
Con su primera esposa Georg tuvo cuatro hijos (Georg Jr., Margarita, Juan y Federico) pero la mujer falleció de cáncer siendo muy joven. Años más tarde conoció a su segunda esposa, Doris Eggers, oriunda de la Alemania del Norte, nacida el 10 de junio de 1886 en Toeppingen Soltau. Se casaron y decidieron emigrar a la Argentina, ya que se vislumbraba un nuevo conflicto bélico y una crisis económica generalizada.
Junto con su cuñado Ludwig Bertsch y su cuñada Helene Eggers (hermana de Doris) llegaron a Montecarlo en junio de 1923, donde compraron por intermedio de la Compañía Colonizadora una chacra en Guatambú que luego dividieron a lo largo, como se acostumbraba en ese tiempo, para que ambas partes tuvieran acceso a un arroyo y así podría beber agua el ganado.
Cuando Georg y Doris decidieron emigrar de Alemania, tenían cuatro niños que traer, pero la abuela paterna insistió para que el hijo mayor (Georg Jr.) de 15 años se quedara con los abuelos, ya que después de la Primera Guerra Mundial casi no quedaban hombres en la familia para trabajar en su predio.
Por la tanto, emigraron solo los hijos más pequeños: Margarita, Juan y Federico. Así fue que Georg hijo quedó en Alemania con sus abuelos con la desgracia que al poco tiempo fue convocado por el ejército y luego cayó prisionero de guerra durante dos años en Francia.
Ya instalados Georg y Doris en su chacra en Guatambú, nacieron sus dos hijos argentinos: Gisela, en 1925 y Jorge Herberto (Herbert), en 1927, el que más tarde sería mi querido esposo.
Georg era un inmigrante emprendedor, creativo y con sentido común para organizarse adecuadamente. Al llegar a Argentina, adquirió un terreno en Montecarlo para iniciar las diversas plantaciones. Antes que todo, se asesoró con gente idónea del lugar, ya que Georg no era agricultor ni tenía gran idea sobre qué podía crecer en una tierra completamente desconocida para él.
Alfredo Herm era administrador de la colonia y le aconsejó plantar yerba mate, ya que en ese tiempo la demanda estaba insatisfecha. Así lo hizo con la ventaja que desde Alemania lo acompañaron sus hijos mayores que habían inmigrado con él y podían ayudarle en semejante empresa. Haciendo plantaciones alternativas y complementarias como mandioca, maíz, tabaco y tung; además de criar vacas y caballos logró su objetivo de poder subsistir y afianzarse como colono entre los años 1930-1936. Eran siempre bien recibidos y bien conocidos sus asados para los tareferos al final de la zafra.
Georg vio con gratitud el haber seguido los consejos e indicaciones de Herm al ver que sus plantaciones de yerba en la tierra nueva crecían y se desarrollaban muy bien. Tal fue así que este logro lo llevó a implementar el próximo paso que fue construir su propio secadero de yerba mate con el sistema ancestral de secado denominado “barbacuá”.
Casi la totalidad de los elementos para este proceso cuasi industrial de secado de la yerba fueron traídos en barco desde Posadas. Lo importante para el armado de semejante estructura fue que muchos inmigrantes eran de oficios tales como carpintero, hojalatero, albañil y había un alto grado de fraternidad y ayuda mutua entre los agricultores. De más está decir que lo que faltaba simplemente se inventaba sobre la marcha.
Con el avance del secadero, Georg y Doris adquirieron un camión (Chevrolet) con el cual podían transportar la yerba canchada del secadero barbacuá situado en la línea Guatambú al puerto de Montecarlo y de ahí en barcaza a Buenos Aires por el río Paraná.
Las bases de la Cooperativa
Georg tenía a su cargo una cuadrilla de tareferos (personal dedicado a la cosecha de la hoja de yerba) que al término de la zafra además recolectaba los frutos del tung y realizaba las tareas de mantenimiento y desmalezado (carpida) de las plantaciones.
Al poco tiempo, al realizar cada colono su experiencia propia con la producción y la comercialización de sus productos (yerba, maíz, miel, etc.) muchos se percataron que los ingresos que percibían de los compradores no estaban en relación a los costos que les significaba todo el proceso.
Ante esta situación desfavorable, varios colonos inmigrantes utilizaron sus conocimientos sobre un tipo de sociedad que ya existía en su lugar de origen y decidieron sentar las bases para constituir una cooperativa para mejor control de sus ventas y seguridad de sus socios. Así se sentaron las bases, luego de varias reuniones que se mantenían en el galpón de acopio para yerba de Georg en julio de 1931, para la Cooperativa Agrícola Mixta de Montecarlo Limitada que hasta ahora, 90 años después, es un baluarte, ejemplo y orgullo en la región.
Es invalorable la valentía y ayuda de Doris, su esposa, que era una excelente cocinera de oficio aprendido en Alemania. Como cualquier colono aquí, criaba con ayuda de sus hijos, cerdos, vacas y gallinas, sabía ahorrar en la preparación de las comidas. La harina de trigo venía de mala calidad para hacer el pan, se agregaba mandioca hervida y harina de maíz o simplemente mandioca hervida y luego frita con huevo. Con la carne de cerdo Doris preparaba una excelente carne ahumada para la venta y contribuir de esa manera a los ingresos del hogar.
Con el avance del secadero, Georg y Doris adquirieron un camión (Chevrolet) con el cual podían transportar la yerba canchada del secadero barbacuá situado en la línea Guatambú al puerto de Montecarlo y de ahí en barcaza a Buenos Aires por el río Paraná.
Hasta cuarto grado, sus hijos Herbert y Gisela fueron alumnos de la primera Escuela N° 156 que se fundó en el año 1932 al margen del arroyo Caraguatay. Luego de mucho sacrificio pudieron terminar la primaria en la Escuela N° 132 en el pueblo de Montecarlo, que distaba casi 10 kilómetros de su casa, y a la que asistían caminando. Si tenían suerte algún buen vecino los llevaba o los traía de vuelta en los pocos vehículos que había en ese momento, hasta que Federico Kruse comenzó a operar su línea de colectivos hasta Ita Curuzú.
En la escuela tenían muy buenos maestros como Francisco Fiorio y su esposa Margarita, que daba clases de folclore y música.
Fue una tragedia que la “132” se fuera en llamas con los registros y toda su historia, solo para quedar en el recuerdo.
El regreso a Alemania
En 1936, se promocionaban las Olimpiadas de Berlín y se podían adquirir pasajes en barco a valores accesibles al estar subvencionados por el estado alemán.
Para Georg fue una oportunidad de hacer ese viaje tan anhelado para ver, luego de trece largos años, a su hijo mayor, al que tuvo que dejar cuando emigraron. Así pudieron viajar Georg y Doris con Gisela de 10 años y Herberto de 8, en un barco transatlántico que tardaba cuatro semanas hasta llegar a destino. Estando allá visitaron a un hermano de Georg, demás familiares a los que durante su estadía ayudaban en las tareas rurales tales como la cosecha de papas que en ese momento era trabajo manual. Esta tarea debía hacerse antes de la llegada del invierno y de las primeras nevadas que dificultan el trabajo (además de ser el frío insoportable).
Al volver Georg a la Argentina con su familia, decidió abandonar la elaboración propia de yerba mate en su secadero dado que su edad ya avanzada le impedía realizar grandes esfuerzos físicos, utilizando servicios de terceros (por ejemplo, el de Jacobo Ranger) hasta que la Cooperativa estuviese completamente organizada.
Georg participó muchos años en la Sociedad de Canto de Montecarlo. Además, tenía una facilidad innata para la retórica, por lo cual lo invitaban en cuanto evento se presentara para dar los discursos de bienvenida en muchas instituciones.
Herberto continuó las tareas
El hijo menor Jorge Herberto, creció aprendiendo del rubro con sus padres y siempre trabajó en la chacra en su adolescencia. Luego del servicio militar obligatorio en el año 1947 que tuvo que hacer en Buenos Aires como Granadero, Herberto organizó todos los pasos para continuar las tareas que su padre comenzó y así poder independizarse y formar su propia familia. Las tareas agrícolas tales como arar y recolectar/acopiar tung con carro tirado por caballos requerían de un gran despliegue físico. Herberto en el 1959 se pudo comprar un tractor Steyer que usó para los trabajos propios en su chacra, además de realizar servicios de arado para terceros y así poder pagar las cuotas de la máquina.
El 16 de abril de 1953 fallece Doris Eggers de un problema cardiaco que la aquejó durante muchos años y fue enterrada en Ita Curuzú.
Georg quedó solo otra vez y decidió volver a Alemania. A tal efecto vendió su coche DKW con el que el manejó muchos años y se embarcó en 1960 para vivir en su tierra natal hasta que enfermó de diabetes y falleció el 10 de diciembre de 1967. Fue sepultado en Lindenfels, Alemania.
Así se cierra esta historia de vida de Georg, que con mucho esfuerzo decidió forjar su destino y emigrar a Argentina para después de una vida de trabajo y peripecias poder volver a su tierra natal y descansar ahí definitivamente, añorando su pasado entre verdes yerbales, tungales, selva y tierra colorada.
Por Ella Fuchslocher. Su trabajo fue presentado en Jornada de Historias de Vida de Montecarlo y la Región.