Luego de la sesión de yoga permanecemos sentados en la mat, muy relajados. Buscamos la pequeña lectura habitual, abrimos en la página señalada y releemos las últimas palabras de la lectura anterior: “El secreto de la felicidad está en nuestras manos. Y las siete claves de la felicidad también podrían llamarse las siete claves de la iluminación”.
Entusiasmados con la sabiduría del Dr. Deepak Chopra continuamos leyendo: “Consisten en cosas cotidianas que podemos considerar y hacer. No necesitas hacer un cambio drástico en tu estilo de vida. No tienes que decirle a nadie que estás en el camino de la iluminación, aunque los demás te verán cada vez más feliz y realizado”.
Y añade el Doctor: “El proceso que conduce a la iluminación es gradual y requiere paciencia, pero por fortuna el simple hecho de ir en su búsqueda rinde frutos aquí y ahora. Cualquier paso que des rumbo a tu conciencia fundamental -tu estado estacionario, tu ser auténtico- eliminará algunas causas de infelicidad en tu vida. Al mismo tiempo, florecerá esa felicidad innata que es tu derecho de nacimiento.
Tu camino, pues, tiene un doble propósito: disipar la oscuridad y revelar la luz”. Y va al asunto:
Primera Clave: Toma conciencia de tu cuerpo. Así la sintetiza: “Tu cuerpo y el Universo constituyen un mismo campo de energía, información y conciencia. Al escuchar tu cuerpo y responderle de manera consciente, accedes al campo de las posibilidades infinitas, un lugar donde de manera natural se experimentan paz, armonía y alegría”.
Y ahora entra de lleno: “Tu guía más confiable hacia la felicidad es tu cuerpo. Está diseñado para sustentar el alma, y al trabajar juntos generan un estado conocido como felicidad”, de la misma forma que “mente y cuerpo conforman un mismo campo, y la separación que normalmente hacemos de ambos es artificial. Toda experiencia tiene un componente físico. Si vivimos una experiencia espiritual inusitada, nuestras células cardíacas y hepáticas la comparten.
Es imposible tener pensamientos, sensaciones o sentimientos sin respuesta del cuerpo”. Pero aquí debemos cerrar el librito y retirarnos por hoy. Namasté.
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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