Sentados en la mat disfrutamos de la respiración suave y completa, del bienestar general y de todos los beneficios de la sesión de Yoga recién finalizada. Ahora es el momento de tomar el librito para nuestra pequeña lectura habitual, abrirlo en la página señalada y repasar las últimas líneas leídas, donde el Dr. Deepak Chopra se refiere a los mecanismos cerebrales de las personas felices y de las que no lo son, explicándonos que se puede modificar la predisposición del cerebro.
Al seguir leyendo vemos que “cada una de nuestras elecciones envía señales químicas que atraviesan el cerebro… Además, nos decimos a nosotros mismos palabras que provocan infelicidad. La repetición constante de una creencia negativa (soy víctima, nadie me quiere, la vida es injusta, hay algo malo en mí) desarrolla vías nerviosas que refuerzan la negatividad al convertirla en una manera habitual de pensar. Pero dichas creencias pueden reemplazarse con otras no solo más positivas, sino más acordes con la realidad (si fui víctima no tengo por qué seguir siéndolo)”.
Refiriéndose a esos casos, agrega el Doctor: “…los psicólogos han descubierto que la alteración de creencias fundamentales es tan eficaz como los medicamentos para modificar la química cerebral”, aclarando que éstos funcionan solo en el corto plazo y tienen efectos secundarios. Pero “las investigaciones también muestran que la predisposición del cerebro puede modificarse mediante la meditación, que produce en dicho órgano numerosas alteraciones positivas. Además, los efectos físicos de permanecer quietos y volcarse al interior son inconmensurables”.
En este punto nos detenemos recordando al Maestro Sivananda cuando decía que la felicidad es interior, porque cada vez que la buscamos fuera de nosotros nos alejamos de su origen real. “Vuélvete hacia ti mismo”, nos decía, agregando que la más alta felicidad puede ser obtenida por medio de la Auto-Realización.
Y el Dr. Chopra subraya: “Superados los prejuicios occidentales acerca de la meditación, hoy sabemos de sus muchos beneficios”, como veremos en la próxima lectura. Namasté.
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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