Por: Claudia Marcela Vasquez
Golpearon las manos. El perro ladró. La blonda mujer de ojos azules salió a recibir un obsequio al cual estaba anexa una tarjeta en la que se podía leer: “Para Silvia con amor. Pedro”.
La letra sin lugar a dudas era de su esposo. La dirección era exactamente donde fue entregada la encomienda pero…¡el destinatario era otra mujer!
Entró con el paquete en sus manos y le preguntó:
_ ¿Qué broma es ésta? ¿El cartero me trajo a mí algo que es para tu amante?
_Ya te dije que terminé con ella. A ver…¡esa tarjetita es vieja! Seguro te lo envió a propósito para que te vuelvas a pelear conmigo.
_ Pedro, esto no te perdono. Quiero el divorcio!
_Lo envió ella. No peleemos más.
_Harta me tenés con tus mentiras. Siempre que terminan ella te busca y volvés con ella.
_¿Sabés qué? Sos una loca que siempre imagina cosas. Está bien. Si eso querés te doy el divorcio pero si te vas, la dejás conmigo a mi hija Marcela o te mando un juez a que te la saque! Porque Marcela es mi hija y no tuya!
Rafaela lo miró fijamente a los ojos. No lograba terminar de procesar la brutal amenaza que acababa de hacerle su marido.
Corrió a su dormitorio. Tomó una cartera y al pasar por la habitación de la hija de camino a la puerta principal, nerviosa y apurada logró alcanzar el abrigo que la niña se acababa de quitar hacía unos minutos, al regreso de la escuela. Al abrir la puerta del garaje llamó a gritos ahogados a su hija la cual estaba merendando en la cocina. La niña corrió obediente a su lado.
_Despedite de tu papá que nos vamos a vivir a Oberá.
_Chau papá -Dijo la niña de 6 años que ya estaba acostumbrada a los altercados diarios de sus progenitores.
La mirada del padre se enfrió y con una voz distante contestó:
_Hacé lo que quieras y acordate que te voy a buscar con un abogado, un juez o con quien sea pero a mi hija me la traigo de vuelta.-Dijo esto sin siquiera posar su mirada en la pequeña.
Así fue como Rafaela a sus 45 años y luego de soportar varias infidelidades de su esposo al que le parecía mejor plan pasar los fines de semana inventándose viajes de trabajo antes que yendo con la esposa a visitar a los parientes.
Así fue como ella emprendió viaje a una ciudad en la que comenzaría de nuevo a forjar su destino. Solo contaba con su profesión de modista para dar de comer a su amada hija y contaba también con sus parientes que ella sabía jamás la iban a dejar sola.
Madre e hija fueron a la terminal de ómnibus y tomaron un colectivo que las dejó cerca de la casa de la madre de Rafaela. Una vez allí abrió el paquete -que parecía haber sido abierto anteriormente -por lo que sospechó que la otra mujer, efectivamente al recibirlo lo abrió y luego de verlo le cambió el domicilio de destinatario para hacerle una mala jugada como siempre acostumbraba a hacerlo- Igualmente pensó que ya no permitiría ni un atropello más ni de su marido ni de nadie.
Terminó de desenvolver el regalo y se encontró con un hermoso vestido futura mamá. Las lágrimas no le impidieron pensar, debía decidir rápido, necesitaba obtener un sustento para su niña.
Esa misma tarde pidió prestada una vieja máquina de coser y pronto se vio abocada a una tarea que le trajo calma y fue de a poco logrando, gracias a hilos y elásticos (que compró con dinero prestado por sus hermanos) convertir esa prenda en seis hermosas minifaldas juveniles.
Tomó del brazo a su hija, ya que no quería dejarla tanto tiempo lejos de su cuidado y fue a vender su pequeña producción a una tienda cercana.
La encargada no solo no le compró si no que también la trató muy mal, la echó del lugar diciendo que no compraban a vendedores ambulantes puesto que se desprestigiaría la tienda que solo ofrecía a la venta “ropa de marcas reconocidas”.
Salió de allí con el alma destrozada, intentando esconder una catarata de lágrimas que se le quería formar detrás de sus ojos. Su pequeña hija la miraba angustiada y al llegar contó a su tía el percance que tuvo su mamá.
La tía enfurecida propuso a su hermana llevar a la niña a inscribirse para hacer la primaria en el colegio donde ella daba clases.
Una vez inscripta le regaló la tela para el uniforme ¡Y fue tan bien confeccionado por Rafaela que otras madres se pasaron la voz sobre la nueva modista! Al poco tiempo Rafaela se encontró ocupadísima con toda la clientela que le habían conseguido tanto sus hermanos como otras madres del colegio.
Los años pasaron y un nuevo negocio se abrió en la pieza de adelante de la casa natal de Rafaela. se llamaba: “Marcela Boutique”. Y la orgullosa dueña era nada más y nada menos que Rafaela.
¡Hasta organizó su propio desfile de modas!
Como primera pasada en la presentación salieron a desfilar las modelos usando las primeras prendas que hizo la modista cuando llegó a Oberá, esas que la señora de la tienda no quiso comprar y que ella había guardado pensando en que le podría servir algún día.
Ese día llegó. Abrieron el desfile usando hermosas minifaldas confeccionadas con una tela muy bonita de diseños originales y un color muy llamativo.
Mientras tanto en Posadas su exmarido había dilapidado sus bienes consintiendo los caprichos de la otra mujer, convertida ahora en nueva esposa.
El día que el banco le remató la casa por falta de pago Pedro y su nueva familia prendieron la tele en su departamentito de alquiler al que debieron mudarse. Y los vecinos cuentan que escucharon los gritos cuando la nueva señora de Pedro reconoció una tela en un desfile de moda: _ ¡¡¡Mi vestido!!!
Fin
*Los hechos y personajes son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.