En varios puntos de la ciudad de Posadas se puede apreciar la impronta del prestigioso muralista Antonio Alejando Oliveira, pero resulta por demás llamativa una de sus últimas entregas, que engalana la esquina de avenida López y Planes y Monseñor D’Andrea.
La obra, que se denomina Espíritu Mbareté, recrea al jaguar en la selva, “invocando el poder de la fuerza que tiene” y forma parte de un proyecto de la Secretaría de Movilidad Urbana de Posadas.
Nacido en Puerto Iguazú y bajo el seudónimo de “Tonnyc”, este joven viene trabajando con el muralismo desde hace más de diez años, tras concluir la licenciatura en artes plásticas en la Facultad de Arte y Diseño de la UNaM, de la ciudad de Oberá.
Comentó que dentro de la Casa de Estudios fue conociendo a otros artistas, y el uso del aerosol. Y que, en sus tiempos de universitario, venía a pintar en las calles de Posadas para aumentar sus ingresos. Lo hacía con una técnica que se llama aerosolgrafía y que aglutina al aerosol, el fuego y el cartón. “A partir de ese entonces el aerosol se fue apoderando de mí como herramienta”, manifestó. Luego, le fueron interesando los murales, el graffiti, “que tienen como una conexión con todo”.
En 2016, tuvo la oportunidad de trabajar en la Dirección de Cultura de Puerto Iguazú, donde organizó tres festivales de arte urbano, con la participación de artistas del país y del mundo. “Con artistas provenientes de distintas partes, con muy buen nivel, pintamos nueve monobloks de un barrio de IPRODHA, que es donde me crie. Esa era una buena oportunidad para traer a artistas a la provincia porque en Misiones estamos como en la punta y no hay muchos que realicen esta actividad”, advirtió.
“Esto representa mucho amor, mucho esfuerzo, pasión por el arte y por compartir lo que hago, que me encanta. Por eso también pinto la calle. A veces agarramos una pared larga y somos cinco pintando. Poder hacer un aporte a nuestra cultura de esta manera, ser parte, es una gratificación enorme y es lo que me motiva a seguir”.
Algunos de los que venían eran “como mis ídolos, entonces tenía la excusa de conocer las cataratas, de hacer el recorrido y pintar en los barrios o en diferentes puntos de la ciudad y, yo, aprender de ellos, su técnica, la manera, cómo se hace para pintar una superficie tan grande. Como el municipio aportaba las herramientas y el alojamiento, podíamos atenderlos bien y hacíamos ese tipo de trabajo”.
Eso fue generando cosas en la gente de la ciudad porque se fueron embelleciendo diferentes espacios y fue como ir creando también su trabajo. Lo empezaron a llamar de diferentes lugares. “Pinté todos los bares de Puerto Iguazú. Después se fue expandiendo por la provincia también. En Posadas trabajé en el mural a lápiz más grande del mundo que quedó registrado en el récord Guinness. Tengo un mural de Horacio Quiroga en la fachada del Parque del Conocimiento, en diferentes bares, y algunos en la costanera”, comentó para quien los dos últimos años fueron “mucho más intensos”.
Es así que desde julio no puede ejercer su oficio de tatuador porque son incesantes los viajes que debe realizar gracias al muralismo.
Imparable
Explicó que “Espíritu Mbareté” es un proyecto de Movilidad Urbana, que trabaja con diferentes artistas de la provincia. “Me solicitaron éste porque trabajo a gran escala, y estuvo acompañado de otro en barrio Parque Adam. Ahora estamos proyectando otro en una zona histórica cerca de la costanera. Posiblemente viaje a pintar un edificio de 10 pisos en la ciudad de San Pablo, Brasil, y luego, al Sur, a pintar unos silos de trigo”, indicó.
Oliveira adelantó que fue seleccionado para representar a Argentina en un evento mundial de graffiti en Curitiba, Brasil. “Tras inscribirme, quedé junto a otros cuatro argentinos. Será entre el 12 al 14 de abril y vendrán de Alemania, Japón, China. Para mí es súper especial poder participar de un evento de esa magnitud porque son artistas de todo el mundo”, dijo.
Es que ahí es donde “Tonnyc” se nutre de técnicas, de conocer otros estilos, de todas esas cuestiones. “Tengo el afán y la ilusión de poder pintar algún edificio grande del centro de Posadas o en la costanera, porque en la provincia es el único lugar donde puedo mostrar mi trabajo. También hacer un festival al que podamos convocar a otros artistas del país y generar esto que hacemos”, sostuvo.
Comentó que su técnica “tiene mucho realismo, hiperrealismo, pero trabajo mucho con retratos. Me gusta mucho hacer retratos. Algo que me caracteriza es la selva porque soy de Puerto Iguazú y llevo eso en la sangre, me siento identificado. Allá también piden un yaguareté, un tucán, una catarata, pero estoy en búsqueda de una imagen o una impronta personal que en estos últimos tiempos estoy logrando. Cuando me hicieron este pedido –Espíritu Mbareté- decían, queremos un yaguareté. Pero traté de darle mi impronta, no es el clásico yaguareté amarillo, traté de hacer el jaguar en la selva, invocando a ese poder de fuerza que tiene. Traté de dar una vuelta de tuerca y no caer en la clásica imagen”.
Al hablar de las medidas, confió que tuvo la oportunidad de pintar en Ciudad del Este junto a otro artista un edificio de 12 pisos destinado a un hotel de cinco estrellas. Fue junto a Oz Montanía, que es paraguayo y “uno de los mejores artistas que tenemos en cuanto al muralismo en Sudamérica, una leyenda del graffiti. Tuve la suerte de traerlo a mi ciudad a uno de los eventos que organicé. Vio mi trabajo y me ofreció que oficiara de ayudante en Ciudad del Este. Ahí también adquirí la técnica y práctica de cómo trabajar en altura, con máquinas. Este es un trabajo también de albañilería, por así decirlo. Requiere escalar, de subirse a máquinas, de no tener miedo a la altura. Es adrenalina, y eso es lo que me gusta”.
Cuando ingresó a la Facultad de Artes, “Tonnyc” tuve la suerte de ser apadrinado por Eduardo Arrabal, un gran empresario de Puerto Iguazú, cuya costanera lleva su nombre. “Fui a pedirle trabajo para poder comprarme mis cositas e ir a la facultad. Me dijo: tranquilo. Tuve la oportunidad de ir, estudiar. Me gustaba pintar, dibujar, fui con el afán de crear y de producir arte, no tanto de la enseñanza. En Oberá también me encontré con otras técnicas como el grabado, que me apasionó. La facultad es más técnica, no como el arte de la calle que es como totalmente libre”.
Entiende que, a diferencia de lo académico, “una obra que está en la calle, que es popular, gratuita. La pueden ver todos, no solo la gente que elige ir a ver arte entre cuatro paredes. Cualquier persona que pase por la avenida López y Planes y Monseñor D’Andrea puede ver este mural, apreciarlo, y puede despertar también a otros artistas”. Le llevó una semana de trabajo y tiene más de 100 metros cuadrados.
Agregó que tuvo la posibilidad de tener un taller gratuito de pintura y que después de haber hecho murales en la calle, los padres le decían: “Mi hijo ve los murales en la calle y se pasa todo el día dibujando, pintando. Para mí eso es súper importante. No es un trabajo menor. Al principio me decían qué vas a hacer de tu vida dibujando o qué vas a hacer pintando dibujitos. Pero seguí la profesión, traté de llevarla a un lugar más profesional y hoy soy independiente, vivo de esto desde hace varios años y me va bien. Experimenté trabajar en relación de dependencia, estuve cuatro años haciendo otras cuestiones y no volvería, seguiría pintando toda mi vida. Quizás gane menos, pero la libertad que me dio es impagable”.
Aseguró que las cuestiones relacionadas al arte le interesaron desde chico y que, afortunadamente, “tuve la suerte que mi familia siempre me incentivó. Mi mamá, Teresa, siempre me entendió. Fuimos a un festival de arte urbano donde tuve la oportunidad de retratarla. Hice un hiperrealismo con Jorge, mi hermano más grande. Fue toda una aventura porque creo que los homenajes se hacen en vida”, celebró.