Por Lic. Hernán Centurión
Siempre se escuchó que el liberalismo provocaba un “efecto derrame”, que ayudaba a que todos los sectores sociales se beneficiaran con la liberación de la economía.
Lo que dejó la década del 90 en nuestro país, o al menos ese “peronismo neoliberal”, un oxímoron en sí mismo (aunque sabemos lo camaleónico que puede ser el partido según la necesidad de poder de sus dirigentes), no produjo precisamente ese efecto sino todo lo contrario.
A decir verdad, el único espacio político que puede provocar ese efecto es precisamente el peronismo, porque derrama dinero y todo lo que pueda. Son los amados e idolatrados benefactores del pueblo, hasta que un día la plata se termina.
Lo fue con el ciclo de commodities (2000-2014), que acabó incluso antes y tuvo que ser continuado
ese bienestar que fue genuino, con emisión monetaria. Saben que está mal hacerlo pero para ellos, ajustar es pegarse un tiro en el pie.
Responsabilidad en el manejo de las finanzas del país no es algo que haya caracterizado al peronismo. A Cambiemos y Mauricio Macri tampoco. La trampa de vivir en Argentina y pensar que el nuevo que viene es el salvador, pero se vuelve al viejo malo conocido que te muestra un poco los rayos del sol pero nunca te saca del pozo.
El modelo que todos conocimos implosionó y tiene que venir alguien a corregirlo. No es algo nuevo, muchos no lo vieron y otros no recordamos lo duro que fue porque éramos infantes. Fue Celestino Rodrigo en 1975 y ahora es Javier Milei. Devaluaciones del 160% y 50% respectivamente, por ahora.
Pudo haber sido el mismo Sergio Massa el que iba “tener” que hacerlo, pero quedó a 11 puntos debajo de La Libertad Avanza. Él mismo había afirmado públicamente que la emisión monetaria generaba inflación. Es altamente probable que lo hubiera hecho de forma más suave a lo que lo está haciendo Milei, pero es que hubiera corrido con una ventaja: es peronista y al peronismo todo se le perdona cuando está en gestión.
El actual presidente tiene el ejemplo de Macri, que intentó “no hacer olas” para no azuzar un caos que podría haber generado el kirchnerismo en la oposición cuando tenían muchísimo poder. Se le pasó el tiempo y terminó pidiendo la escupidera al FMI para desgracia de todos.
Milei va con todo, de entrada, para que si le sale bien, llegue a fin de mandato con una economía estabilizada. Y algo muy importante para el grado de ajuste que está haciendo, el kirchnerismo quedó
reducido a dirigentes que gritan en comisiones del Congreso y militantes que despotrican el ajuste en redes sociales.
La no reacción ante la crisis que se lo llevó puesto a Alberto Fernández, al Frente de Todos-Unión por la Patria, los tiene en un estado de letargo. Cuando salen a la calle son puñados, cacerolas en esquinas, por ahora. Hace apenas un mes que hay alguien nuevo en el sillón de Rivadavia. No sea cosa que otra vez salgan las huestes de los barrios carenciados atizados por los punteros. Tendrían toda la razón de hacerlo, la comida se volvió prácticamente incomprable para la gente que ya estaba en la pobreza y más abajo, antes del 10 de diciembre.
El aumento del 100% de las AUH y 50% en las Tarjetas Alimentar, hasta el momento que se escriben estas líneas, sirven para contener a “los caídos” tal como dijo Javier Milei. Para los de clase media, media baja asalariada, la ley de la mandarina.
El ajuste lo está pagando la sarta de “crédulos” que creyeron que lo iba pagar la casta. Sin embargo para ellos también llegó la motosierra. No hay plata para nadie.
Esa platita que salía de la Casa de la Moneda porque la pedía el Banco Central por orden del Poder Ejecutivo, no es que no se siga imprimiendo. La máquina sigue activa para pagar obligaciones con las provincias, salarios, comprar dólares para acumular reservas, etcétera. Pero aquellos fondos discrecionales a las administraciones amigas, más conocidos como Aportes del Tesoro Nacional, se terminaron.
Si los poderes ejecutivos más o menos atravesaron con tranquilidad los cuatro años de Alberto fue porque podían conseguir ese dinero, además de lo que ya recaudaban con impuestos propios y coparticipación.
De ahora en más sí esa casta va tener que sacar agua de las piedras para sostener sus administraciones. Los gastos superfluos, o mejor dicho esas “filtraciones” que iban a parar vaya a saber donde, aunque muchos lo intuyen (no tengo pruebas pero no tengo dudas decía Cristina), deberían terminarse. Total, con la cantidad de futuro familiar o ramas genealógicas ya resueltas que hay por ahí, no pasa nada.
En la próxima campaña electoral tal vez sea más evidente que la política se quedó sin plata. Se terminó el “plan platita”, intuye uno ¿o no será así Javier?
Es totalmente acertada la crítica de la oposición: hay una brutal transferencia de recursos del bolsillo de la gente a las grandes empresas: alimenticias, petroleras y un largo etcétera. ¿Quién fue la persona a la que le escuchamos decir esa idea por primera vez? A Cristina Kirchner. No está, no se la ve, no escribe nada. Tal vez está de vacaciones, o se da cuenta que el arribo de la derecha es otra vez en menos de diez años porque se volvió a equivocar con el candidato. Uno decían que pudo ser su títere, el otro no llegó ni a eso. Fue algo inefable, inenarrable.
Huelga decirlo pero hoy estamos peor que antes de la asunción de Javier Milei. La gente está muy calma y si quienes lo votaron tienen ruido en la panza, vemos que no se quejan y aguantan, es porque sabían lo que venía a hacer y porque lo que se fue, quedará en la historia como uno de los gobiernos más horribles que haya tenido Argentina.
Lo decían los referentes propios, bastaba con parar la oreja. Él lo recalcó en el discurso fuera del Congreso y lo está haciendo. No es Menem cuando habló de Revolución Productiva o “salariazo”. Llegó con malas noticias y el relato se condice con lo que dijo que tenía que hacer para que Argentina no explote definitivamente, otra vez.
No podrá esperar más de seis meses para que la inflación empiece a ceder. Está claro que en las paritarias va a haber una puja fuertísima por los salarios. Pero si ante lo magro que se va negociar, en un mes te lo comió la suba de precios, hasta los propios van a exigir respuestas.
Todo lo que pasó en estos frenéticos 30 días se espera que sirva para empezar a salir del largo túnel. El rumbo está marcado, lo que dice Milei no tiene demagogia, tiene realidad y a nadie le gusta escucharlo. El argentino está acostumbrado a las mentiras ampulosas de patas cortas. El libertario dice que
viene a cambiar esa cultura de decadencia donde el político siempre vivió en el palacio, mientras que el tataranieto sigue viviendo en la mismo tipo de casilla en la que vivía su tatarabuelo. ¿De qué justicia social hablaron toda la vida entonces?
Javier Milei y sus ministros, o sus emisarios, sin cámaras, sin periodistas, deberían ir a las villas miseria y palpar lo que vive la gente en el día a día. Que entiendan de primera mano el drama de poder alimentarse todos los días, porque es sabido que con los planes sociales no alcanza, es apenas un paliativo. En el Excel tienen que cerrar los números, pero tampoco dejar de ver los efectos que provoca.
La familia tipo (4 personas) cuyos ingresos hoy superan los 745 mil pesos, el margen para ser de clase media, la tiene difícil. Pero a lo sumo todo les será más caro. Esto solo a modo de comparar las realidades.
Parte de esa necesidad de cambio cultural del que se habla, se refleja en la triste realidad económica en la que viven los sectores humildes, los que están en los bordes del plato. Siempre engañados, fueron funcionales a esos que cada tanto recorrían el barrio para buscar votos. Mucha de esa gente lo votó a Milei.
Paradójico en la Argentina donde se dice que el pobre es peronista. Ese peronismo que perversamente los quiere ahí, en esa periferia, porque si los sacan de ahí votan a la derecha. Parece que se derrumbaron algunos mitos. Habrá que ver cómo termina.
La “década ganada” y un poco más, fue algo hermoso pero un cuento muy bien contado que tenía final. Una fantasía empapelada con plata de un bolsillo agujereado.
Como dijo alguien, fue una época de anestesia mayor sin cirugía. Por supuesto que duele muchísimo esta cirugía mayor sin anestesia. No hay calmantes, “no hay plata”. Argentina, la adicta que otra vez entró a clínica de rehabilitación.
Este doctor quiere sacarla para siempre de la droga. Ella no sabe si va aguantar. Afuera merodean los dealers.