El femicidio de Graciela Beatriz Soto (49), esposa de un sargento de Gendarmería que presta servicios en esta localidad, en el Escuadrón 11, continúa sin sospechosos directos.
A pocas horas del asesinato, fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN adelantaron que el ahora viudo de Soto solicitó una licencia por, al menos, ocho días porque viajará a una localidad de Córdoba donde un hijo se desempeña como subalférez.
La autorización de sus superiores ya habría sido confirmada, lo que resulta llamativo porque en plena etapa de generación de pruebas su presencia ante un posible llamado nuevamente a declarar o su detención preventiva no resultarían sorprendentes.
También ampliaron que el sargento primero no está vinculado al expediente como sospechoso del crimen y que declaró como testigo en sede policial.
Para el juez de Instrucción que interviene en el expediente, Roberto Sena, no habría evidencias o pruebas que lo relacionen al crimen.
En cuanto a las pruebas que se solicitaron se aguarda un informe sobre trazabilidad de los movimientos del gendarme durante la madrugada del viernes 12 de enero.
En este punto vale aclarar que la vivienda de la pareja está ubicada a tres cuadras del Escuadrón 11 “San Ignacio”, por lo que la precisión de los peritajes deberá ser profunda para determinar lugares previos del uniformado en el horario que se sospecha fue cometido el ataque, a las 6 aproximadamente.
Los horarios del hallazgo del cuerpo sin vida de Soto a las 6.20 y la salida de la guardia de su esposo del Escuadrón 11, no determinan la coartada del gendarme para no haber tenido participación en el ataque. El efectivo habría culminado al guardia a las 6, y las primeras pericias en la casa arrojarían un óbito muy reciente.
En la vivienda no faltaba ningún objeto de valor, por lo que se descartó el un homicidio en intento de robo.
Lo que tampoco remitió a duda fue que se tratara de una muerte violenta por la participación de otra persona. Los informes de los médicos legistas de la Policía y los adelantos del relevamiento de los profesionales de la Dirección Policía Científica en la escena del crimen, descartaron desde las primeras observaciones un suicidio.
De las primeras estimaciones también surgió que la muerte fue resultado de la asfixia que le provocó una persona de mayor contextura física y fuerza, y la mató arrodillada y ahorcándola por detrás. A esta descripción se le sumó el desorden en el lugar que coincidiría con una situación de un deceso violento.