La deuda privada argentina es de US$ 93.400 millones, de las cuales US$ 55.400 millones corresponden a deuda comercial, y US$ 37.954 millones es deuda financiera. De la deuda comercial, la deuda de importaciones suma US$ 36.939 millones, de los cuales US$ 20.704 es con acreedores relacionados y US$16.235 millones es con otros acreedores del sector privado.
Si observamos que las reservas del Banco Central se ubican en torno de los US$ 22.000 millones, gane quien gane las elecciones presidenciales, no hay forma de lograr normalizar el flujo de pagos al exterior, salvo un mega préstamo en dólares, lo que sería algo verdaderamente milagroso.
Sin importar su signo político, el próximo gobierno no tendrá ingresos importantes de divisas hasta el mes de marzo o abril del año 2024, con lo cual pasaremos varios meses con escasez de dólares, que es lo que hace falta para poder achicar el cepo en la economía argentina.
Otro problema que aparece en el escenario es la falta de financiamiento genuino. La recaudación del mes de octubre creció el 127,4% anual, cuando la inflación estimada estaría en torno del 150%. Esto implica una baja del 22,6% en términos reales. Si la recaudación sigue cayendo, el próximo gobierno tendrá un grave problema, ya que los gastos son inflexibles a la baja y no se cuenta con crédito externo.
Un problema adicional es la salud fiscal de las provincias: si bien hasta ahora no mostraron déficit fiscal, a futuro puede emerger con mucha fuerza. Las provincias no tienen el mismo margen de maniobra que el Estado nacional: no tienen Banco Central, le resulta imposible acceder a crédito externo, y el crédito interno es escaso y caro.
Como todos los comienzos de mandatos provinciales, seguramente haya una moratoria y suba de impuestos, pero para que estas medidas tengan efecto es necesario tiempo, exactamente lo que les falta a los Estados subnacionales para enfrentar los pagos de salarios y aguinaldo de fin de año.
¿Vuelven las cuasimonedas?
Nos encontramos ante un mix de necesidades: faltan dólares para la importación, escasez de divisas del Banco Central, y hay un menor flujo de fondos por parte del Estado.
Esto podría traer como consecuencia que el cepo al dólar dure más de lo que muchos suponen, porque recomponer las reservas del Banco Central llevará un largo tiempo. Eso comenzaría a producirse en la medida que ingresen los dólares de la cosecha, desde abril del año 2024 en adelante.
La caída de la recaudación tributaria a nivel nacional, provincial y municipal, dejará un vacío imposible de llenar. Sin financiamiento genuino y con necesidades crecientes de dinero para cerrar las cuentas de fin de año, no debemos descartar moratorias, suba de impuestos y hasta la emisión de cuasimonedas.
Las provincias ligadas a recursos naturales no deberían tener grandes problemas, al igual que provincias que, como Córdoba, hicieron un gran ajuste en sus cuentas y tienen superávit fiscal. El resto de los distritos deberán moverse afectando a gastos corrientes recursos que estaban destinados a gasto de capital, lo que traerá consecuencias en la actividad económica. Quien haya consumido los gastos de capital, tendrá en la emisión de cuasimonedas un camino a explorar.
Cepo al dólar y más brecha
El cepo al dólar no podrá eliminarse, gane quien gane las próximas elecciones, y tampoco debemos descartar un aumento de la brecha cambiaria. Quien lleve adelante políticas gradualistas tendrá que aumentar la emisión para poder financiar los déficits del Estado.
El que apunte a medidas de shock tendrá que reconocer de primera mano tipos de cambios mucho más altos que los actuales. Y si no tiene reservas suficientes para abrir la cuenta capital, el cepo continúa.
En este contexto, comprar instrumentos financieros atados a la inflación, evolución del dólar mayorista, dólar MEP o contado con liquidación, parece una muy buena elección.
Las acciones ligadas a la exportación copiarán la suba. Pero cuidado, la continuidad del cepo les quitará utilidades, porque exportan con un dólar y pagan sus deudas financieras con otro. El viejo y querido dólar billete vuelve a ser una oportunidad para ahorristas sofisticados y no tan sofisticados.
Mercado informal bajo la lupa
En la City explican siempre que la clave para hacer negocios en el mercado cambiario no es proyectar el número exacto de una variable clave, sino acertar en la expectativa que tienen los operadores y agentes sobre cómo se comportará ese determinado “commoditie” para alguna fecha significativa. Aunque suene raro, algunos cambistas curtidos en mil batallas llaman “commoditie” al dólar blue, como si se tratara de la soja o el maíz.
Así como existe un dólar futuro en el mercado ROFEX, que productores y agroindustrias utilizan de referencia para fijar precios a corto, mediano y largo plazo, en el entramado “ilegal” del mundo blue, los cueveros -la mayoría agentes en las sombras de las grandes casas de cambio, financieras y hasta bancos de primera línea- también tienen su mercado de dólar futuro.
Solo que en este caso las proyecciones no quedan reflejadas en una sofisticada pantalla electrónica. Se vuelcan en planillas disimuladas lo más sigilosamente posible en “oficinas” escondidas en supuestos departamentos que pueden estar sobre Lavalle, Florida, San Martín, el pasaje Tres Sargentos o algún nuevo edificio de Puerto Madero donde, aunque usted no lo crea, los propios vecinos millonarios se encuentran entre los principales clientes de la “cueva”. Ellos tienen servicio “premium”.
No terminan ahí estas historias que darían para un contenido de Netflix o PrimeVideo.
En Puerto Madero hasta hay intendentes con domicilio trucho en el conurbano -por las dudas-, que cada tanto envían a alguno de sus múltiples secretarios a darse una vuelta por las cuevas más “prestigiosas” de ese barrio top, con el fin de hacer algún negocito destinado a resolver inconvenientes de caja chica. Es que la plata grande, como solía decir el expresidente de una de las principales cámaras empresariales pymes -ahora radicado en el Uruguay-, “se maneja sola”.
Es interesante conocer qué está pasado en ese mundo subterráneo Premium, muy distinto al otro sumergido, que se observa a diario y está lleno de mendigos, linyeras, cartoneros y demás emergentes de una Argentina cuya dirigencia no logra acertar en una estrategia destinada al menos a evitar que la “fábrica de pobres” siga produciendo a pleno.
El mercado le puso precio
En medio de tanta vorágine, y a menos de dos semanas del balotaje, llega la hora de ponerle un “número” al dólar blue. ¿A cuánto cotizará el sábado previo al 19 de noviembre? El “dato” lo están terminando de pensar los “fabulosos five”, los cinco grandes financistas que manejan ese mercado negro construido en cinco o seis manzanas de la City.
Los cálculos que vienen haciendo proyectan un dólar blue a $900 para cuando llegue la hora de elegir definitivamente presidente de la Argentina. Pero aclaran que hay tantas variables que condicionan ese “número”, que es mejor ir día a día, observar las señales políticas y, sobre todo, no ponerse nervioso frente a las placas rojas que puedan aparecer en los canales de noticias.
A fin de cuentas, los “fabulosos” y sus familias vienen manejando hace más de medio siglo ese mundo de “especulación y barbarie”, capaz de activar una “bomba económica” si hace falta, o desactivarla si la coyuntura política lo demanda. Vienen tiempos interesantes.
¿Por qué el mercado vuelve a apostar al “carry trade”?
En este marco de exuberancias y mezquindades, los lobos del mercado de cambios hacen sus apuestas con vistas al inminente balotaje. La estrategia que vienen diseñando tiene como soporte de base un regreso casi a las corridas al “carry trade”. Salir de posiciones en dólares a niveles estratosféricos, como se empezó a notar la noche misma de las elecciones generales, cuando el triunfo de Javier Milei que proyectaban los dueños del dinero se transformó en una victoria holgada del siempre competitivo Sergio Massa.
Esa salida de los “verdes” explica por qué, entre las elecciones generales y esta semana, el dólar blue cayó desde niveles de $1.200 a los $915/$925 de esta semana.
Tras los comicios del 22 de octubre, el mercado fue dejando atrás la dolarización de carteras a la que se aferraba con empeño en las semanas previas a las generales. El dólar marginal había dado un respingo marcado desde las PASO del 13 de agosto, cuando sorprendió el primer puesto de Javier Milei.
En la City interpretaron que entonces la dolarización tendría alas para llegar a ser una opción seria en la Argentina. Como Milei decía que para dolarizar convenía que la divisa estadounidense estuviese por las nubes, en las cuevas leyeron que era hora de enviar el dólar blue a la estratósfera.
Cuatro años de impuesto PAIS
El mes próximo, el impuesto PAIS cumplirá cuatro años. Nació al comienzo de la presidencia de Alberto Fernández como una profundización de las restricciones cambiarias y para frenar la demanda de divisas. Pero este año dio un salto y se convirtió en uno de los pocos tributos que se viene expandiendo dentro de la recaudación que realiza mes a mes la AFIP.
En tres meses pasó de representar el 1,6% de la recaudación total a ser el 5,3%, según detalla el economista Salvador Vitelli.
Originalmente el impuesto PAIS -el acrónimo de impuesto Para una Argentina Inclusiva y Solidaria– aplicaba un recargo del 30% sobre la compra de dólares para ahorro y los gastos con tarjeta en el exterior.
Fue previsto como un gravamen de emergencia que estaría vigente solo por 5 períodos fiscales. En teoría, el 2024 debería ser el último año de aplicación.
Este año, en agosto el ministro Sergio Massa decidió extender el impuesto PAIS a las importaciones de bienes con una alícuota del 7,5%.
“El impuesto PAIS está tomando cada vez más protagonismo. Como porcentaje de la recaudación total, promediaba el 1,6% hasta julio de este año. Estos últimos tres meses promedia el 5,3%. Los ingresos fiscales cada vez más atados a un impuesto ‘temporal’”, apunta Vitelli.
Además del impacto sobre las importaciones, el impuesto PAIS crece por el efecto de la devaluación del 22% en el tipo de cambio oficial que Massa dispuso el 14 de agosto.
Los datos de octubre muestran la relevancia del impuesto PAIS dentro de un esquema recaudatorio que viene perdiendo mes a mes contra la inflación. En octubre los ingresos fiscales cayeron 6% en términos reales. La consultora LCG precisa que “la recaudación sumó el noveno mes consecutivo (sin considerar agosto) de baja real interanual”.
“Los ingresos por el impuesto PAIS fueron nuevamente un pilar para la recaudación: crecieron 177% anual real, explicado por la extensión de su aplicación a las importaciones en mayores alícuotas. Contribuyeron con 13 puntos porcentuales de crecimiento total de la recaudación”.
Y agregan que “para lo que resta del año esperamos que el impuesto PAIS siga creciendo muy por encima que el resto por la extensión al total de las importaciones. Con todo, estimamos que la recaudación tributaria alcanzará $42,8 billones en 2023, consistente con una caída del 13% real anual promedio”.
También la consultora ACM señala que “el 68% del total recaudado mediante el impuesto PAIS corresponde a agosto, septiembre y octubre, luego del aumento en la base imponible en julio, junto con la corrección cambiaria de agosto. A su vez, los impuestos relacionados a la actividad económica siguen presentando buenos desempeños, aunque han perdido dinamismo”.
Fuente: iProfesional