El pasado lunes Argentina cumplió cuarenta años de democracia, un aniversario que, además de ser celebrado, permite proyectar nuevos escenarios.
Entre retrocesos y avances, el país parece haber ingresado en un proceso de crisis cíclicas y si a la vuelta de estas cuatro décadas hubiera que hacer un balance, seguramente el mismo dirá que queda mucho por concretar, sobre todo en materia económica.
Claramente Argentina no es un país aislado del sistema internacional, pero sí parece ser evidente que ese proceso de crisis cíclicas tiene que ver con la forma en que es administrado el Estado.
Quizás y solo quizás el inicio de la solución pase por pautar metas posibles y comprometer en ello a los administradores.