Hasta no hace mucho tiempo, la pesca era uno más de esos espacios tradicionalmente liderados por hombres. Generalmente, las mujeres en la pesca eran esposas, hijas, hermanas o amigas que acompañaban al pescador, limitándose a ayudar y observar.
Pero la cosa va cambiando, y las mujeres van dejando de ser espectadoras y logrando una participación cada vez más activa y resuelta.
En Misiones, esa participación se da en múltiples formas. Ellas se convierten en protagonistas no solo como pescadoras, sino también como impulsoras del deporte del silencio desde la enseñanza, la camaradería y asunción de distintos roles en la organización y ejecución de los torneos.
Este último fin de semana, se disputó la 50ª Edición de las 20 Horas de Pesca Variada y Embarcada del Club Pira Pytá, ese mítico torneo en el Paraná reconocido como uno de los eventos deportivos más importantes de la República Argentina que supo albergar en las aguas que bordean Posadas a más de 290 equipos allá por el 98 y que, actualmente, se preserva gracias al entusiasmo de un grupo de pescadores y adeptos al deporte del silencio.
Históricamente, el evento congregó a una infinidad de pescadores varones y, en menor cantidad, a mujeres. Y si bien la edición de oro no fue la excepción a esa tendencia -de los 246 pescadores participantes el cupo femenino no alcanzó el 10% y de los 17 fiscalizadores, 6 fueron mujeres-, la participación femenina marcó un precedente a nivel provincial y, también a nivel nacional e internacional, según las autoridades de Federaciones nacionales e internacionales presentes.
Entre las pescadoras, Patricia Haser se subió al podio como la mejor dama clasificada, ubicándose en el top ten de la competencia y celebrando, como en otras ediciones, la participación junto a su compañero de vida.
Emulando a la eldoradense Karina Martínez; quien se convirtió hace algunos años en la primera dama que ejerció la presidencia de un Club de Pesca de la Federación Misionera de Pesca y Lanzamiento (FEMiPyL); Valentina Flach, Analía Madalón e Ivana Bohn, Romina Schewzow, Carmen Aquino y Rosana Atamañuk conformaron una distinguida cuadrilla fiscalizadora que tuvo a su cargo distintas funciones como la identificación de especies, la recepción y el registro de las piezas y el planillaje.
Su labor fue destacada por la firmeza y la imparcialidad en la toma de decisiones. Incluso, a pesar de las situaciones adversas a las que comúnmente se siguen exponiendo algunas mujeres en el deporte, como por ejemplo la descalificación verbal y el despotismo.
Lejos de ser improvisadas e inexpertas como algunos tienden a creer, cada una de ellas cuenta con sobrado respaldo para todos los roles que ya ocuparon en las 20 Horas, y sobre todo, para aquellos espacios que aún restan conquistar en próximas ediciones y que sin dudas irán ganando.
Ellas interpelan y modifican estereotipos históricamente aceptados. También, invitan desde la acción a que cada vez sean más las mujeres que se sumen a la actividad y justamente por ello, se suman al Rincón de los Recuerdos.
Al anecdotario de las 20 Horas sin dudas se suma el vil intento de uno de los avivados de siempre, que subestimó a las fiscales intentando hacer pasar una especie por otra. Ante múltiples y sagaces miradas; el desaire y la insistencia del pescador, terminó enfatizando los principales valores y habilidades de esta cuadrilla fiscalizadora: tenacidad, firmeza e imparcialidad en la toma de decisión. Pues claro, un pacú no es piraña y una piraña lejos está de ser un pacú. Y eso, las mujeres registran.
Por Florencia Goncalves