En el apasionante mundo de la pesca deportiva a través del tiempo se han escrito historias que a pesar de los años no quedan en el olvido. Corría el año 92 cuando un grupo de amigos decidió convertir su embarcación en la protagonista de una historia que, sin saberlo, marcaría un antes y un después en las competencias de pesca de la República Argentina.
Carlos “Pilucho” Rodríguez y su amigo Aníbal “El Negro” Venialgo, votaban el catamarán que habían construido con mucho esfuerzo y muchos sacrificio años atrás.
Y así a una treintena de años les quiero contar la historia de la “Acuario” el catamarán Matrícula Rey 028488, que año a año y por más de una década, se convirtió no solo en la Cantina Flotante de las 20 Horas de Pesca; sino que se convirtió en un templo donde se cultivó la amistad y la camaradería.
Allá por el 92 comenzaron asistiendo a los pescadores con agua caliente y algunos choripanes en esas madrugadas frías de septiembre. Con el correr de los años, el servicio se fue incrementando, siempre de forma gratuita para todos los participantes de la maratón de pesca. La Cantina Flotante enfrentó tormentas y vendavales, aunque también gozó de noches de luna llena y estrelladas en un marco descomunal de nuestro río.
Por las noches, siempre se encontraba en el lugar exacto donde más embarcaciones circulaban: Punta Grande. Y en algunas oportunidades en la Boca de ltaembé. Luego, con el cambio de sector para el desarrollo de la competencia, en los últimos años en la zona de la Isla del Medio.
Ya en el año 97, el grupo de atención a los pescadores se había agrandado pues junto a ellos estaban Héctor Ronchi, Chango Arce, Hugo San José y Mario Espínola.
Fue tal la trascendencia de aquella cantina flotante totalmente gratuita durante las 20 Horas, que empezaron a surgir los comentarios de la competencia a lo largo y ancho del país y también en países vecinos, puesto que era la única competencia que contaba con dicho servicio. Incluso en el año 98, hubo que poner otro catamarán para colmar las expectativas de los concursantes. Justamente Héctor Ronchi sumó la embarcación “Terapia”, similar a la “Acuario”.
Y vaya coincidencia la de haber agrandado la flota: el 98 fue el año donde 596 pescadores a bordo de 298 embarcaciones dijeron presente en las 20 Horas de Pesca del Pira Pytá, récord que nunca más fue batido. El equipo de “Pilucho” y el “Negro” estuvo totalmente la altura de las circunstancias. Gracias al aporte de la Comisión Organizadora y los auspiciantes de aquellas 20 horas, se sirvieron 540 kilos de asado, 1.600 chorizos, 2.000 helados y, para no tener seca la garganta, 600 litros de gaseosas y 2.000 litros de cerveza.
A pesar de que el termómetro marcaba temperaturas muy bajas aquella noche, los participantes pasaron la noche más cálida de sus vidas en la cantina flotante del Club Pira Pytá.
Aunque los protagonistas de esta historia ya no están, su legado sigue vigente ya que el desafío es restaurar la embarcación que fue donada por los hijos del “Negro” Venialgo al club de sus amores.
Por Walter Gonçalves